Cómo vencer el estrés de fin de clases: claves para universitarios que llegan al límite

Por Manuel Joao Filomeno Nuñez

A medida que se acercan los exámenes finales, muchos estudiantes universitarios sienten cómo la presión académica se vuelve abrumadora. Al cansancio acumulado del semestre se suma la urgencia de entregar trabajos, presentar exposiciones y rendir parciales decisivos. 

Marco Castaño, estudiante de Medicina de 19 años, lo sabe bien: a falta de diez días para el cierre, enfrentaba tres exámenes, dos presentaciones y varias tareas atrasadas. Empezó a padecer insomnio, irritabilidad y la sensación constante de estar “corriendo sin llegar a ningún lado”, un cuadro que coincide plenamente con lo que describe el documento consultado.

“El estrés de fin de clases aparece por insomnio, conductas ansiosas, desesperación y pensamientos fatalistas, sobre todo cuando se cierran ciclos académicos y no se han concluido todos los trabajos”, explica Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz). 

Para Loayza, la presión del tiempo —y la falta de organización previa— tiende a disparar estos síntomas justo en las semanas más exigentes del semestre.

Tras una exposición fallida en fisiología, Marco se encerró en la biblioteca sintiendo que había tocado fondo. Allí, Lucía, una compañera mayor le recordó algo esencial: respirar, pausar y reorganizar sus prioridades. 

Esa conversación se convirtió en un punto de inflexión. Y es precisamente esa idea la que también subraya Loayza al recomendar “hacer un plan de acción, distribuir las horas del día y trabajar en función de una gestión del tiempo realista para disminuir los indicadores de estrés”.

La psicóloga es clara al señalar que el problema suele originarse desde el inicio del ciclo académico: “Es recomendable planificar desde el comienzo para no llegar a este punto crítico al final del semestre”, afirma la directora de carrera, insistiendo en que la anticipación reduce significativamente el desgaste emocional. Sin embargo, reconoce que muchos jóvenes tienen la tendencia a dejar todo para último momento, lo que agrava la tensión en la recta final.

Diez recomendaciones para vencer el estrés de fin de clases 

El documento base presenta 10 estrategias centrales, totalmente aplicables a la vida universitaria. Aquí se integran con la experiencia de Marco, que logró retomar el control siguiendo pasos similares:

1. Crear un calendario visual

Marco reorganizó su agenda usando un esquema claro de prioridades. Visualizar fechas y entregas reduce incertidumbre y evita la sensación de caos académico.

2. Dividir el estudio en bloques cortos

Alternar entre 25 minutos de estudio y pausas breves ayudó a Marco a sostener la concentración sin saturarse.

3. Priorizar por dificultad y avanzar paso a paso

Comenzar por lo más complejo le permitió a Marco aliviar la carga mental para el resto del día.

4. Utilizar checklists visibles

Tachar tareas le dio sensación de progreso y control.

5. Secuenciar tareas complejas en pasos simples

Descomponer investigaciones, exposiciones o informes en subtareas evitó bloqueos y mejoró su rendimiento.

6. Estudiar siempre en el mismo espacio, sin pantallas distractoras

Marco eligió un solo lugar para estudiar, generando una asociación mental automática con el foco académico.

7. Anticipar cambios y simplificar rutinas

En la recta final, redujo actividades sociales y evitó sumar compromisos nuevos.

8. Practicar momentos de calma y contención

Pausas de respiración consciente —como le enseñó Lucía— disminuyeron su ansiedad.

9. Seleccionar actividades y priorizar descansos

Marco comprendió que dormir y descansar no era una pérdida de tiempo, sino una condición necesaria para rendir mejor.

10. Usar temporizadores y tecnología regulada

Incorporó aplicaciones que le recordaban cuándo pausar y retomar, sin caer en el uso excesivo de pantallas.

Respirar, ordenar y avanzar: un cierre posible

Días después de implementar estos cambios, Marco notó una transformación real: dormía mejor, su mente estaba más clara y su rendimiento mejoró. No porque estudiara más, sino porque lo hacía con foco y sin saturación. Llegó al último examen con serenidad, consciente de que el autocuidado es también parte del aprendizaje universitario.

El caso de Marco ilustra lo que señala Loayza: planificar, organizar el tiempo, pedir apoyo y evitar la improvisación de último minuto son herramientas clave para mantener la salud mental en la universidad. Y aunque la presión sea inevitable, la forma de enfrentarla sí puede cambiar.

En un entorno donde la exigencia académica es alta y constante, aprender a gestionar el estrés no solo permite cerrar bien el semestre: prepara a los estudiantes para cualquier desafío profesional futuro.

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