Cómo el algoritmo de TikTok moldea la identidad juvenil

Por Jorge López
TikTok dejó de ser solo una plataforma de entretenimiento para convertirse en un espejo digital donde los jóvenes se miran, se forman y, en muchos casos, se transforman. Su algoritmo, diseñado para maximizar la atención, no sólo muestra contenido: moldea gustos, opiniones, aspiraciones y conductas. Detrás de cada video, hay decisiones invisibles que afectan la forma en que se construye la identidad juvenil.
“El algoritmo de TikTok no es un simple recomendador de contenido, es una máquina de moldear mentes. Al identificar patrones de comportamiento, refuerza intereses y creencias, incluso sin que el usuario sea consciente de ello”, explica Alejandro Rodríguez, docente de la carrera de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
A diferencia de otras redes sociales donde se sigue a personas específicas, en TikTok es el algoritmo que decide qué se ve. Esa dinámica convierte a los usuarios en receptores pasivos de tendencias virales, ideologías, cuerpos ideales y narrativas que, repetidas constantemente, terminan por ser aceptadas como propias.
“Las plataformas digitales tienen una influencia creciente sobre los adolescentes, especialmente en cómo construyen su identidad y visión del mundo. Esto puede intensificar estereotipos o patrones dañinos si no hay una regulación adecuada del contenido”, advierte el informe “Youth and Digital Citizenship in a Digital Age”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Uno de los impactos más evidentes es la presión estética. La plataforma está llena de cuerpos perfectos, filtros, rutinas fitness y dietas que no necesariamente se adaptan a todos. Muchos adolescentes sienten que deben ajustarse a esos estándares para ser aceptados, lo que desencadena inseguridad, ansiedad y trastornos alimenticios.
“El problema es que TikTok no muestra diversidad con la misma frecuencia, lo que genera un modelo único de belleza. El joven no compite con su entorno inmediato, sino con una pantalla curada por inteligencia artificial que le dice qué debe admirar, seguir o imitar”, comenta Rodríguez.
El algoritmo también influye en decisiones más complejas. Desde qué carreras estudiar hasta qué causas defender, TikTok puede reforzar burbujas ideológicas o presentar visiones simplificadas de temas sensibles, afectando el pensamiento crítico. Lo que se viraliza no siempre es lo más informado, sino lo más emocional o polémico.
Educación digital
“Existe una necesidad urgente de fortalecer la educación mediática y digital para que los jóvenes desarrollen habilidades de pensamiento crítico frente al contenido que consumen en redes sociales”, afirma el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en su guía para jóvenes “Tools for Youth Digital Empowerment”, publicada en 2023.
Otro aspecto poco discutido es el efecto sobre la privacidad. Cada interacción — un like, un video visto, una pausa de más de tres segundos— es registrada y procesada. Con esa información, TikTok perfila a cada usuario, adaptando el contenido a sus debilidades emocionales y manteniéndolo enganchado.
“El modelo de negocio de la plataforma se basa en captar atención sin límites, y para eso necesita conocerte mejor de lo que tú mismo te conoces. Esa recopilación masiva de datos plantea serias dudas sobre el consentimiento real y la libertad digital de los jóvenes”, añade el docente.
Algunos intentos de regulación han surgido en diferentes países, buscando limitar el tiempo de uso o la recolección de datos en menores de edad. Sin embargo, los esfuerzos aún son insuficientes frente al poder de un algoritmo que evoluciona constantemente y que se adapta a nuevas formas de interacción.
“La seguridad en las apps no debería ser un lujo, sino una garantía, las empresas deben dejar de ver la privacidad como un obstáculo y empezar a tratarla como un derecho básico del usuario. Solo así avanzaremos hacia un entorno digital realmente seguro”, concluye Alejandro Rodríguez.
Frente a este panorama, es esencial que las familias, escuelas y autoridades reconozcan que TikTok no es solo un juego. Es un entorno que forma parte de la construcción identitaria de una generación. Entender su funcionamiento es el primer paso para evitar que un algoritmo, por más preciso que sea, decida quiénes somos.