El 16 de julio de 2018 marcó un antes y un después para Audalia Zurita. Aquel día, ella se encontró en una encrucijada inesperada, lo que comenzó como una sospecha se transformó en un diagnóstico devastador: cáncer de mama. Para ella, esta noticia no solo traía consigo el peso del diagnóstico, sino también el eco de recuerdos dolorosos, su madre, su tía y una prima habían perdido la batalla contra esta enfermedad. Sin embargo, la determinación y la esperanza le ganaron al miedo.
Andrea María Tapia, docente de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que este tipo de cáncer se origina en las células del seno y es el más común entre las mujeres del mundo. Resalta que la detección temprana es crucial para aumentar las posibilidades de un tratamiento exitoso, tal como ocurrió con la mujer de esta historia.
Cuando Audalia notó un pezón hundido, se realizó una mamografía que confirmaron sus temores. “Sentí un vacío en el estómago. Todos esos recuerdos regresaron y supe que tenía que actuar rápido. Busqué a una especialista y el resultado me decía que el tumor tenía características de ser maligno y muy agresivo. Cada día y cada hora eran un peligro para mi vida”, recuerda.
Con una mezcla de valentía y resignación, Audalia convocó a sus seres queridos para compartir la dura noticia. “Fue impactante para mis hijos y mis hermanos, pero sabía que el tiempo jugaba en contra y yo ya había tomado una decisión, me sometí a una mastectomía radical en una clínica de La Paz”.
El tratamiento no fue fácil. Audalia se preparó para la quimioterapia, temiendo los efectos que había visto en otras mujeres. “Conocía los efectos devastadores que podía tener, pero decidí no dejar que el miedo me controlara. Cada etapa del tratamiento era una batalla, pero no estaba sola. El apoyo emocional de mi familia y amigos fue fundamental para mantenerme fuerte”.
Con el tiempo, la caída de su cabello se convirtió en un símbolo de su lucha. Ella eligió enfrentar esa pérdida con gracia, mandando a hacer una peluca con el cabello de sus sobrinas, lo que le permitió llevar con orgullo su nueva apariencia. Después de varios ciclos de quimioterapia, fue capaz de mantener una actitud positiva, lo que le permitió seguir trabajando y cuidar de su hogar.
Audalia vence de a poco a este gran enemigo, sobre todo de las mujeres. Ya solo es cuestión de meses para que cumpla los cinco años después de la conclusión de su tratamiento para someterse a una evaluación final que le confirmaría su remisión (desaparición de los signos y síntomas de cáncer). Ella y su familia mantienen la esperanza de que las buenas noticias continuarán hasta ese día.
El diagnóstico de cáncer transformó la vida de Audalia, haciéndola más consciente de la fragilidad de la vida. “Descubrir el cáncer a tiempo me dio una segunda oportunidad. Aprendí a disfrutar cada día y a priorizar mi salud”, reflexiona, a tiempo de destacar que la experiencia no solo fortaleció su relación con su familia y amigos.
Ella afirma que la lucha contra el cáncer de mama no termina con el diagnóstico, más bien comienza con la prevención. Tapia, docente de Unifranz, menciona que la autoexploración mamaria debe ser parte de la rutina mensual de cada mujer, preferiblemente una semana después de la menstruación, palpando los senos en posición horizontal para detectar cualquier cambio o anomalía.
Además, es importante realizar mamografías anuales a partir de los 40 años o antes si hay antecedentes familiares de cáncer. Audalia recuerda que “no hay que subestimar ningún síntoma, por más pequeño que parezca porque la detección temprana puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. La prevención y la detección temprana son nuestras mejores armas en esta batalla”.
Hoy, esta mujer se ha convertido en un símbolo de resiliencia. Su historia de lucha resuena en los corazones de muchas mujeres que enfrentan el mismo diagnóstico. En Bolivia, según el Ministerio de Salud, en los últimos cinco años se registraron 31.398 casos nuevos de cáncer, de los cuales 5.161 son cáncer de mama.