Por Lily Zurita
Las dinámicas creativas en el aula, como la diversión, no son simples juegos o actividades para romper la rutina; son herramientas pedagógicas que involucran activamente a los estudiantes, consolidan conocimientos y desarrollan habilidades a través de la generación de experiencias positivas.
En los últimos años, el proceso de enseñanza-aprendizaje ha evolucionado, y una de las metodologías que está ganando fuerza es el divertizaje, una estrategia que combina el aprendizaje con la diversión.
Según Miguel Figueroa, difusor científico de nacionalidad peruana y capacitador en habilidades blandas, «esta metodología ayuda a captar la atención de los estudiantes desde el inicio, despertando su curiosidad», e ilustra su punto con un ejemplo práctico: «Si el profesor dice que la clase comenzará cuando un globo toque el suelo, los estudiantes se mantendrán atentos y más sorprendidos aún, cuando aparezcan más globos, uno tras otro».
Lejos de ser una simple actividad lúdica, el juego se convierte en un recurso estratégico para captar la atención, generar curiosidad y, en última instancia, facilitar un aprendizaje más significativo.
Ariel Quispe, experto en educación y responsable de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, destaca que el juego es una necesidad innata y parte esencial de la formación humana y explica que, según el neuroeducador Francisco Mora, «la curiosidad es la puerta de la atención», y el juego es una herramienta poderosa para activarla en los estudiantes.
“Desde una edad temprana, tanto los seres humanos como otros mamíferos aprenden explorando su entorno a través del juego. Este mecanismo innato no solo nos ayuda a reconocer el mundo que nos rodea, sino que también es fundamental para despertar el interés de los estudiantes, manteniéndolos motivados e inmersos en el contenido educativo”, señala el académico.
El reto de involucrar al estudiante
Uno de los mayores desafíos para los docentes es lograr que los estudiantes se comprometan activamente en su propio aprendizaje, y el juego es una herramienta clave para lograrlo.
«Mi objetivo, como docente, cada semestre es que mis estudiantes se diviertan tanto que ni siquiera se den cuenta de que están aprendiendo», comenta Quispe. Captar su atención a través del juego, añade, abre la puerta a un aprendizaje más profundo y significativo.
En la actualidad, el divertizaje, junto con el edugaming, el storytelling y otras metodologías basadas en juegos, no solo mejora la adquisición de conocimientos, sino que también fomenta el desarrollo de habilidades blandas como el trabajo en equipo, el liderazgo, la empatía o la comunicación asertiva. Estas competencias, aunque no siempre son el foco de las clases tradicionales, son cada vez más valoradas en el ámbito profesional.
Además, enfoques como la ludoterapia y la gamificación han demostrado que el juego tiene múltiples beneficios más allá de la diversión. Incluir actividades lúdicas en el proceso educativo no solo mejora el aprendizaje, sino que también promueve el desarrollo integral del estudiante.
Quispe aclara que el divertizaje se diferencia de la ludoterapia porque tienen enfoques distintos. “El jugar tiene otros efectos como la competitividad o la diversión entre ellos. Vamos a tomar en cuenta la diversión para que el estudiante aprenda y no solo aprenda, sino que también pueda desarrollar habilidades blandas”.
Por su parte, Figueroa resalta que una de las claves del éxito del divertizaje es que transforma la dinámica del aula, creando un ambiente en el que los estudiantes están más interesados en seguir aprendiendo que en salir al recreo.
«El juego genera un entorno relajado y competitivo de manera sana, lo que tiene un impacto positivo en el rendimiento académico», afirma.
Según el experto peruano, el divertizaje puede aplicarse en cualquier nivel educativo, desde primaria hasta posgrado, con el objetivo de crear distracciones controladas que mantengan a los estudiantes concentrados cuando sea necesario.
El divertizaje es una herramienta que no solo hace que el aprendizaje sea más ameno, sino que también mejora la retención de conocimientos y el desarrollo de habilidades clave para la vida. Al incorporar el juego y la diversión en el aula, los docentes crean espacios donde el aprendizaje fluye de manera natural, generando en los estudiantes una pasión genuina por aprender.