¿Adolescentes rebeldes?: Claves para entender a tus hijos sin romper la relación

Por Aldo Juan Peralta Lemus

La rebeldía es fundamental comprenderla y saber cómo abordarla desde una perspectiva educativa, empática y constructiva.

La adolescencia es una etapa de grandes transformaciones físicas, emocionales y sociales. En este proceso de búsqueda de identidad y autonomía, es común que los adolescentes manifiesten comportamientos rebeldes, como desobediencia, confrontación, cuestionamiento de la autoridad y rechazo a normas establecidas. Si bien esta rebeldía es parte natural del desarrollo, cuando se intensifica puede generar conflictos familiares, escolares y personales. Por ello, es fundamental comprenderla y saber cómo abordarla desde una perspectiva educativa, empática y constructiva.

Sandra Vargas, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), sostiene que es común que los adolescentes manifiesten conductas de rebeldía como parte de su proceso de búsqueda de identidad. En este contexto, enfatiza que los padres son los encargados del establecimiento de límites claros y del desarrollo de una relación basada en la confianza, con el objetivo de promover conductas sanas, responsables y respetuosas, tanto para ellos mismos como para la sociedad.

“Tratar la rebeldía es una labor indispensable de los padres, quienes, en ocasiones, pueden sentirse abrumados en cuanto a cómo instaurar la disciplina sin ser agresivos y sin perder el cariño de los hijos, ya que estos pueden asumir que la corrección está llena de prohibiciones y, por impulso, quieren contradecirlos, generando conflictos entre padres e hijos constantemente”, explica la académica.

La rebeldía es una etapa natural del desarrollo de los adolescentes, relacionada con la búsqueda de identidad, autonomía y el cuestionamiento de las normas. No debe interpretarse como un ataque personal, sino como una manifestación de independencia.

El adolescente está aprendiendo a tomar decisiones, a pensar por sí mismo y a marcar distancia de la figura parental para construir su propia identidad. En este contexto, la imposición de reglas rígidas o el autoritarismo suele aumentar la resistencia, mientras que la comunicación abierta y el respeto mutuo ayudan a canalizar la rebeldía hacia un crecimiento positivo.

Estrategias prácticas para tratar la rebeldía:

1. Establecer límites claros pero negociables: Una de las principales estrategias para tratar la rebeldía es establecer límites claros y coherentes, sin caer en el control excesivo. Los límites dan estructura, pero permitir cierta autonomía reduce el rechazo.

Las normas deben ser razonables y explicadas con argumentos, no impuestas arbitrariamente. Involucrar al adolescente en la creación de acuerdos familiares fortalece su sentido de responsabilidad y pertenencia. La firmeza con afecto —es decir, ser consistente sin dejar de ser comprensivo— es clave para generar respeto sin perder la cercanía.

“El establecimiento de límites y normas es fundamental para su vida personal y social. Cuando no se tiene claro cuáles son los límites y normas, o cuando estos son confusos, el hijo actúa libremente, sin considerar las posibles consecuencias de sus actos. Esto, en ocasiones, puede derivar en problemas de convivencia, confundiendo libertad con libertinaje y prevaleciendo simplemente su punto de vista, sin considerar a los demás”, explica Vargas.

2. Modelar el comportamiento esperado: Los adolescentes aprenden observando. Si los padres manejan el estrés con calma, es más probable que el adolescente adopte estrategias similares.

El ejemplo también educa, y los adolescentes observan constantemente las actitudes de los adultos. Si los padres o cuidadores son autoritarios, agresivos o incoherentes, es más probable que los adolescentes repliquen estas conductas. En cambio, un ambiente familiar basado en el respeto, la empatía y el diálogo favorece una convivencia más armónica.

3. Reforzar conductas positivas: Reconocer y elogiar comportamientos positivos, incluso pequeños, es fundamental. Estudios muestran que el refuerzo positivo es más efectivo que el castigo para cambiar comportamientos a largo plazo.

4. Ofrecer espacios para la autonomía: Permitir que los adolescentes tomen decisiones en áreas seguras —como elegir su ropa, actividades extracurriculares o amistades— les ayuda a desarrollar independencia. Por ejemplo, si el adolescente quiere teñirse el cabello de un color inusual, es importante negociar para asegurarse de que use un producto adecuado que no dañe su cabello.

5. Enseñar habilidades de resolución de conflictos: Ayuda al adolescente a identificar sus emociones y expresarlas constructivamente. En algunos casos, la rebeldía puede ser síntoma de problemas más profundos, como ansiedad, depresión o trastornos de conducta. Si los comportamientos se tornan extremos o afectan gravemente su entorno, es recomendable buscar apoyo profesional.

6. Buscar ayuda profesional si es necesario: Si la rebeldía incluye comportamientos de riesgo (como consumo de sustancias o agresividad extrema), consulta a un psicólogo especializado en adolescentes. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser efectiva para abordar problemas de conducta en esta etapa.

7. Fomentar la comunicación abierta: La escucha activa es otro recurso esencial. Escuchar sin interrumpir y validar las emociones del adolescente —incluso sin estar de acuerdo con su comportamiento— fomenta el diálogo sin confrontación.

Los adolescentes necesitan sentirse comprendidos, no juzgados. Escuchar con atención sus opiniones, preocupaciones y emociones permite construir una relación de confianza.

“Encontrar el equilibrio entre el apoyo emocional y la instauración de disciplina es fundamental, donde la principal herramienta debe ser la comunicación. Esta debe estar acorde a la etapa de desarrollo del hijo, respetando su tipo de pensamiento y comprensión de la realidad”, añade la docente de Unifranz.

En suma, tratar la rebeldía adolescente no se trata de “domar” o controlar, sino de acompañar, orientar y contener. Guiar con firmeza y amor, más que imponer, es la mejor manera de ayudarles a convertirse en adultos seguros y responsables.

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