Universitarios crean un tarjetero inteligente que lleva la banca al campo sin necesidad de internet

Por Leny Chuquimia

En el área rural de Bolivia, la señal de internet suele perderse con facilidad y allí, donde la conectividad es intermitente, la banca formal también lo es. Por ello un grupo de jóvenes decidió cambiar las reglas y llevar el sistema financiero a donde le cuesta llegar.

“Se trata de un tarjetero inteligente que no depende totalmente del internet, está pensado para funcionar en el área rural. Puede ser usado en zonas donde no hay conectividad para hacer pagos, tal como lo hacemos en las tiendas de la ciudad”, explica Nicol Andrea Quenama Vásquez, estudiante de sexto semestre de la carrera de Ingeniería de Sistemas en Unifranz. 

La propuesta tecnológica fue la ganadora del Hackathon Fintech Bicentenario 2025, impulsado por la Cámara Junior Internacional (JCI) Tunari. El evento reunió a jóvenes de distintas universidades del país para resolver retos vinculados con las finanzas personales, el apoyo a pymes y la bancarización de sectores vulnerables.

El equipo estuvo conformado por cuatro estudiantes de las carreras de Ingeniería Comercial e Ingeniería de Sistemas de Unifranz. Su propuesta no solo está hecha de ideas y conocimiento, sino de propósito, pues busca acercar el sistema financiero a las personas que viven en comunidades alejadas.

La chispa de una idea

La propuesta nació cuando los participantes debían elegir entre tres problemáticas: finanzas personales, pymes o inclusión financiera rural. El equipo apostó por la tercera opción, convencido de que el acceso a los servicios financieros sigue siendo una deuda en el país.

A pesar de los avances, Bolivia enfrenta desafíos significativos en su camino hacia una inclusión financiera más amplia y efectiva. Según el Índice de Inclusión Financiera (IIF) 2024, el 39% de la población boliviana se encuentra en un nivel bajo de inclusión, es decir que cuatro de cada 10 ciudadanos aún no participan plenamente en el sistema financiero formal. El acceso baja aún más cuando se trata del área rural.

Uno de los factores es la falta de internet. Los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda 2024 muestran que sólo el 53% de los hogares del área rural tiene acceso a internet móvil. En muchos pueblos, las personas deben recorrer kilómetros para retirar dinero o hacer un pago digital.

“Pensamos en una solución que funcione offline, para que incluso si se corta la luz o no hay señal, la gente pueda seguir usando el sistema”, explica Maritza Gabriela Terceros Hinojosa, estudiante de Ingeniería Comercial.

Así empezó a tomar forma la idea del tarjetero autónomo, un dispositivo solar y seguro.

Cuando la tecnología entiende la realidad

El tarjetero inteligente se diferencia de los sistemas tradicionales por su doble verificación biométrica -huella dactilar y reconocimiento facial- y su sistema no dependiente de internet. Según  explica el equipo, cada usuario puede validar sus transacciones sin conexión a internet, mediante un módulo que envía mensajes de confirmación, similares a los sms que usan las operadoras móviles para reportar consumo o hacer la compra de datos.

“En las áreas rurales hay poca conectividad. Entonces decidimos utilizar lo que sí funciona: los mensajes de texto”, explica Quenama. “Es una máquina de pago como las que conocemos en las tiendas de la ciudad, pero adaptada a nuestra realidad. Puede validar operaciones sin depender de la red y, cuando haya conexión, sincroniza los datos automáticamente”.

El dispositivo está diseñado para integrarse con las aplicaciones de las entidades financieras, de modo que las personas puedan consultar saldos o hacer transferencias sin moverse de su comunidad. Además, el sistema puede recargarse con energía solar, lo que asegura su funcionamiento en lugares donde los cortes eléctricos son frecuentes.

Una alianza entre carreras, una lección de equipo

Al principio, las diferencias entre disciplinas parecían un obstáculo. “Teníamos miedo de no entendernos”, recuerda Quenama. “Veníamos de áreas distintas: sistemas y comercial. Pero cuando empezamos a hablar, nos dimos cuenta de que nos complementábamos”.

Mientras ella y su equipo se encargaban del software y el hardware, Maritza trabajó en la estrategia de mercado y la experiencia del usuario. “Desde ingeniería comercial aporté con el análisis del entorno y la idea de que las personas del área rural se sientan cómodas usando el producto. No basta con la tecnología: hay que generar confianza”, explica.

Esa confianza es clave. De acuerdo con la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), gran parte de la población rural desconfía de las instituciones bancarias, debido a la falta de educación financiera y la distancia física. El equipo quiere revertir esa percepción a través de la educación digital, con una plataforma web complementaria que enseñe conceptos básicos de ahorro, crédito y planificación.

Tecnología con propósito

El proyecto no solo convenció al jurado de la Hackathon Fintech Bicentenario 2025, también dejó una lección sobre cómo la innovación puede tener rostro humano. En un país donde la brecha digital y financiera aún separa a miles de bolivianos, este pequeño dispositivo representa una promesa de que la tecnología puede acercar, en lugar de excluir.

“Queremos que las personas del campo puedan decir: yo también puedo pagar, yo también tengo mi cuenta”, dice Maritza, con una mezcla de orgullo y esperanza.

El siguiente paso será buscar alianzas con entidades financieras y empresas tecnológicas para probar el sistema en comunidades piloto. Si el proyecto prospera, podría replicarse en todo el país, beneficiando a miles de productores, comerciantes y familias que hoy operan en efectivo por falta de infraestructura bancaria.

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