Joven, altamente educado e informal: el rostro del emprendedor creativo en Bolivia
Por Leny Chuquimia

En Bolivia, una nueva generación de trabajadores creativos emerge con fuerza, aunque también con profundas contradicciones. Son jóvenes -en su mayoría menores de 43 años-, altamente educados y con niveles de formación superiores a los del promedio nacional.
Más del 40 % de ellos ha completado estudios universitarios, lo que los convierte en un capital humano valioso. Sin embargo, se encuentran atrapados en la informalidad que caracteriza al mercado laboral del país.
“El emprendedor y el empleado creativo es joven y está altamente educado. Más de la mitad tiene menos de 43 años y más del 40 % de ellos han completado estudios de nivel superior. El problema que enfrenta este creativo es que su permanencia en la formalidad es vulnerable”, señala Ahmed Eid, investigador de datos en el marco del III Foro Internacional de Economía Creativa.
Este perfil combina tanto el potencial como la fragilidad de un sector que, cuando logra insertarse en la formalidad, alcanza niveles de productividad e ingresos que superan ampliamente al promedio nacional.
El III Foro Internacional de Economía Creativa, impulsado por Unifranz en El Alto, se planteó como un espacio para visibilizar el potencial del sector creativo y debatir políticas que lo fortalezcan. A través de conferencias, paneles y encuentros entre emprendedores, artistas e instituciones, el foro buscó proyectar a la ciudad como un referente regional de innovación y desarrollo inclusivo.
La fuerza de la juventud y la educación
En la economía creativa, el capital humano es la mayor fortaleza. Una buena formación académica se traduce en mejores oportunidades de empleo y en ingresos superiores. No es una condición determinante, pero sí un factor decisivo que abre puertas en un mercado laboral competitivo.
“Cuando este creativo consigue un empleo formal —entendiendo por formalidad que cuenta con contrato, aportes a la AFP y seguro de salud—, tiene una prima salarial. Es decir, sus ingresos laborales por la actividad creativa superan a los del mercado en general entre el 20% y el 5%”, detalla Eid.
Este concepto de “prima salarial” no debe confundirse con la prima anual por utilidades que pagan las empresas en Bolivia. En este caso, se trata de una ventaja comparativa que muestra que los trabajadores creativos generan más ingresos debido a su alta productividad.
Antes de la pandemia, esa ventaja era aún más clara. “Entre el 2016 y el 2020, la prima estaba cercana al 20 % y, evidentemente, después de eso se ha establecido hasta el 5 %”, añade el investigador.
El peso de la informalidad
En un país donde más del 80% de los trabajadores se encuentra en la informalidad, los creativos no escapan a esa realidad. El gran desafío es lograr que estos emprendedores y empleados ingresen y permanezcan en el sector formal, algo que resulta cada vez más difícil.
Eid advierte que un empleado creativo “tiene un 25% de probabilidad de salir del sector hacia uno no creativo”. Esta cifra ayuda a entender por qué tantas startups desaparecen en pocos años. La volatilidad del sector refleja la fragilidad profesional y las barreras estructurales que impiden que un creativo persista en su carrera.
“Evidentemente existe una fragilidad profesional y existen barreras que impiden que un creativo pueda persistir en su carrera en el tiempo y eso, después, va a afectar a sus ingresos laborales y va a perder esa prima”, sostiene Eid.
La consecuencia es clara: el mercado laboral boliviano desaprovecha talento y productividad que podrían aportar a la innovación y al crecimiento económico si existieran condiciones más estables.
¿Un cambio posible?
La paradoja es evidente: cuando el creativo logra permanecer en el sector formal, su productividad se dispara. “Al productivo le cuesta mantenerse en el sector formal y en el sector creativo, pero cuando lo hace, su productividad explota más allá de los relatos”, afirma Eid.
Sin embargo, ese potencial se diluye en un mercado marcado por rigideces legales y la presión constante de la informalidad. Frente a este panorama, las propuestas que surgen del análisis apuntan a flexibilizar las condiciones de formalización.
Eid lo explica de manera concreta: “Si le sacamos el seguro de salud y que no sea una obligación del empleador dárselo al creativo, se mantienen las primas laborales”. Es decir, la productividad del sector no depende necesariamente de una formalidad rígida, sino de un esquema más flexible que permita a los creativos sostenerse en el tiempo sin perder sus beneficios económicos.
Una promesa latente
El perfil del emprendedor creativo en Bolivia es claro: joven, con menos de 43 años en su mayoría; altamente educado, con más del 40 % de estudios superiores concluidos; y productivo, capaz de generar entre un 5 % y un 20 % más de ingresos que otros trabajadores.
Pero, al mismo tiempo, es inestable, con una probabilidad de uno en cuatro de abandonar su sector, empujado por un entorno laboral que castiga la innovación con la precariedad.
En conclusión, el rostro del emprendedor creativo boliviano es una promesa que late con fuerza, pero que necesita condiciones para dejar de ser vulnerable y consolidarse como motor del desarrollo nacional. Si el país logra crear políticas públicas que fortalezcan la permanencia de los creativos en la formalidad, este sector no solo crecerá, sino que podría convertirse en un pilar clave de la economía del futuro.