Gastronomía creativa fortalece la economía de Bolivia

Por Aldo Juan Peralta Lemus

Un emprendimiento que rescata ingredientes autóctonos o recetas tradicionales no solo ofrece propuestas culinarias, sino también cultura.

La gastronomía es un motor estratégico dentro de la economía creativa. En la actualidad, negocios establecidos y emprendimientos culinarios no solo buscan satisfacer el paladar, sino también generar experiencias, identidad cultural y valor agregado que trasciende lo alimenticio. Cada plato puede narrar una historia, rescatar tradiciones y proyectar una marca país, convirtiéndose en un poderoso modelo de negocio capaz de atraer turismo, generar empleo y abrir mercados internacionales.

Patricio Oviedo, docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que la propuesta culinaria boliviana ha ido evolucionando y revalorizando los productos nacionales, demostrando una transformación económica y gastronómica sin perder la identidad. 

“Como país somos privilegiados porque tenemos diferentes propuestas culinarias a lo largo de nuestro territorio. En cada ciudad hay una oferta distinta, incluso cada pueblo tiene su propia comida. En este escenario, el turismo (gastronómico) se convierte en una respuesta a las necesidades económicas del país”, afirma Oviedo.

Desde la economía creativa, se reconoce a la gastronomía como un sector capaz de fusionar creatividad, patrimonio cultural e innovación. Los restaurantes temáticos, las cadenas de comida rápida con sello local, los festivales gastronómicos y hasta los food trucks son ejemplos de cómo las ideas culinarias se convierten en negocios sostenibles y escalables. En este sentido, la cocina no solo se mide por la venta de platos, sino por su capacidad de crear experiencias memorables y diferenciarse en un mercado altamente competitivo.

“Hay que dar un paso hacia adelante en la evolución gastronómica creativa, sin perder nuestra identidad. Hay grandes chefs que están logrando esto, por ejemplo: Juan Pablo Reyes, en Cocina Popular, está Sabor Clandestino, también que mezcla la experiencia en la cocina”, explica Oviedo.

Uno de los principales valores de la gastronomía, como modelo de negocio, es su vínculo con la identidad cultural. Un emprendimiento que rescata ingredientes autóctonos o recetas tradicionales no solo vende propuestas culinarias, sino también cultura.

Sumaya Prado, gerente general de Gustu, sostiene que: “un restaurante con enfoque cultural debe diferenciarse a través de identidad y coherencia”. De la misma manera considera que se debe aplicar algunas estrategias clave para diferenciar un negocio gastronómico, dentro del mercado competitivo.

  • Innovación con raíz local: Ideal para diseñar experiencias culinarias que integren productos, técnicas y narrativas propias de Bolivia, convirtiendo cada plato en un relato cultural único.

  • Alianzas con productores: Es indispensable fortalecer la relación con comunidades campesinas e indígenas para asegurar insumos que no se encuentran en otros mercados.

  • Experiencia integral: Es importante trascender lo gastronómico y ofrecer vivencias completas, desde degustaciones, relatos sobre el origen de los productos, maridajes con bebidas bolivianas.

  • Posicionamiento internacional: visibilizar el restaurante a nivel nacional e internacional, resaltando su identidad no como una copia de tendencias globales, sino como un modelo original que conecta cultura, biodiversidad y creatividad.

  • Sostenibilidad como valor diferencial: El comunicar prácticas responsables como tratamiento de: residuos, energía, trazabilidad del producto, como parte de la propuesta de valor.

El impacto económico es evidente. Los negocios gastronómicos generan empleo directo e indirecto: desde el personal de cocina, productores agrícolas, transportistas, diseñadores, fotógrafos y creadores de contenido  que participan en la cadena de valor. 

Además, el marketing digital ha potenciado la visibilidad de los emprendimientos, permitiendo que una propuesta local pueda volverse viral y alcanzar clientes en otras ciudades o países. Instagram, TikTok o YouTube se han convertido en vitrinas que transforman a los chefs en influenciadores y a los platillos en símbolos de tendencias culturales.

Por otro lado, la formación académica, la capacitación técnica y la gestión empresarial permiten que los emprendimientos culinarios trascienden el ámbito informal y se conviertan en proyectos sostenibles a largo plazo. 

“Los principales retos administrativos están vinculados a sostener un modelo que combina alta creatividad gastronómica con responsabilidad social y respeto cultural”, sostiene Prado.

Las universidades, institutos y centros de innovación gastronómica desempeñan un rol fundamental en este proceso, impulsando investigaciones, desarrollos de productos con identidad local y nuevos modelos de negocio que integran la sostenibilidad, la tecnología y la creatividad.

El impacto de la gastronomía va más allá de los ingresos económicos, porque contribuye a fortalecer lo cultural. La apuesta por una cocina con identidad, innovación y responsabilidad representa una oportunidad estratégica para diversificar la economía, generar orgullo nacional y abrir nuevos horizontes de desarrollo.

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