El beneficio y los riesgos para la salud del consumo de suplementos y vitaminas

Los suplementos y vitaminas se han convertido en protagonistas del estilo de vida moderno. Multivitamínicos, proteínas, colágeno, quemadores de grasa, aminoácidos, omega-3, entre muchos otros, son consumidos diariamente por las personas que buscan mejorar su salud, rendimiento deportivo o apariencia.
“Los suplementos se utilizan usualmente en dos extremos de la vida, principalmente en los niños y en los adultos mayores. En caso de no estar en ese rango, se utilizan en personas que tienen alto rendimiento físico, como ser deportistas, o personas que estén con bajas defensas y que podrían tener problemas de autoinmunidad u otras enfermedades asociadas a la baja de defensas, en las cuales se necesita reforzar a través de los suplementos”, explica Marie Paulette Étienne Morales, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Sin embargo, el consumo desmedido de suplementos, especialmente cuando se realiza sin la debida orientación o previa supervisión médica, puede implicar riesgos importantes y derivar en consecuencias graves para la salud. Estos efectos adversos pueden variar considerablemente según el tipo de suplemento ingerido, la dosis administrada y las condiciones particulares de cada persona, como su estado de salud, edad, historial médico o la presencia de enfermedades preexistentes.
Marisol Molina, docente de la carrera de Bioquímica y Farmacia en Unifranz, señala que uno de los suplementos vitamínicos más conocidos es el complejo B, cuya administración requiere realizar controles de presión previamente, especialmente en personas que padecen hipertensión, para evitar resultados adversos.
“El complejo B tiene una consecuencia en personas que tienen la presión alta. Lo que hace el complejo B es subir y elevar la presión inmediatamente. Entonces, si una persona es hipertensa, prácticamente puede llegar hasta el hospital. Por eso, sí o sí debemos tener cuidado al tomar el complejo B”, explica Molina.
En este contexto, uno de los principales riesgos del consumo excesivo es la hipervitaminosis, un exceso de vitaminas en el organismo, especialmente de las liposolubles (A, D, E y K), que se acumulan en el cuerpo y pueden provocar toxicidad. Por ejemplo, el exceso de vitamina A puede causar daños hepáticos, pérdida de cabello, dolores óseos y visión borrosa. La sobredosis de vitamina D, por su parte, puede generar niveles peligrosamente altos de calcio en sangre, afectando riñones y corazón.
Un estudio en The American Journal of Clinical Nutrition mostró que consumir dosis altas de suplementos y vitaminas puede aumentar el riesgo de toxicidad con daños específicos en:
- – Daño orgánico: Hígado y riñones son los órganos más afectados por el exceso de suplementos como hierro, vitamina A y té verde.
- – Desequilibrios nutricionales: El exceso de un nutriente —por ejemplo, el zinc— puede inhibir la absorción de otros.
- – Riesgos cardiovasculares: Suplementos como el calcio, en exceso, están vinculados a hipertensión y eventos cardíacos.
Asimismo, el abuso de suplementos proteicos puede sobrecargar los riñones, especialmente en personas con predisposición a enfermedades renales. Muchos consumidores ignoran que su alimentación ya aporta suficientes proteínas, por lo que el exceso, lejos de fortalecer el cuerpo, puede deteriorarlo. Lo mismo sucede con los quemadores de grasa o suplementos termogénicos, que pueden alterar el sistema nervioso, aumentar la presión arterial y provocar insomnio, ansiedad o taquicardias.
En cuanto a los suplementos deportivos —que engloban diversos productos diseñados para mejorar el rendimiento, la recuperación o la composición corporal—, el consumo de dosis mayores a las recomendadas, producto de la falta de información precisa sobre la dosificación adecuada, la influencia de entrenadores o amigos, y la creencia de que más consumo es mejor para obtener resultados más rápidos, puede producir efectos secundarios negativos, incluyendo problemas de salud como:
- – Proteínas: El consumo excesivo puede sobrecargar los riñones, especialmente en personas con función renal comprometida.
- – Creatina: Dosis altas, como 20 gramos por día, pueden causar deshidratación y daño renal.
- – Pre-entrenos: Pueden provocar ansiedad, insomnio, arritmias y, en casos extremos, paro cardíaco.
El mercado de suplementos también enfrenta desafíos en cuanto a su regulación. No todos los productos cuentan con aprobación sanitaria o certificaciones confiables. Algunos contienen sustancias no declaradas en sus etiquetas, lo que representa un riesgo para la salud del consumidor, sobre todo si su uso es prolongado.
En lugar de buscar soluciones rápidas en polvos o cápsulas, es fundamental priorizar una alimentación balanceada, realizar actividad física regular y consultar siempre con un médico o nutricionista antes de iniciar cualquier suplementación. Lo “saludable” también puede ser dañino si se utiliza sin criterio ni orientación profesional.