Cómo las relaciones laborales positivas fortalecen las organizaciones

Por Lily Zurita Zelada

#image_title

En un entorno laboral cambiante, donde las tecnologías avanzan más rápido que los títulos universitarios y las oficinas se llenan de profesionales de diversas generaciones, hay un valor que permanece como columna vertebral del éxito: las relaciones humanas.

Así lo afirma Paola Peña Gallardo, gerente regional del BancoSol en El Alto y speaker en la cuarta versión de la Feria de Empleabilidad organizada por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en la ciudad más joven del país.

“Nosotros valoramos mucho que nuestros colaboradores se sientan realmente felices trabajando. Antes pedíamos que sepan trabajar bajo presión, hoy pedimos que trabajen con pasión”, asegura Peña.

Una nueva visión de trabajo: del deber al propósito

Atrás quedó la época en la que el trabajo se concebía como una obligación casi inquebrantable. Hoy, la felicidad laboral, el equilibrio vida-trabajo, el respeto intergeneracional y el desarrollo humano son conceptos esenciales que definen la cultura organizacional de empresas como BancoSol.

“La rotación laboral es alta porque las personas están más capacitadas y saben que pueden encontrar otras oportunidades. Lo que nosotros ofrecemos es que la gente sea feliz”, dice con seguridad la ejecutiva.

Esta transformación responde, en gran parte, a la convivencia de múltiples generaciones dentro de un mismo entorno laboral. Mientras los baby boomers valoran la estabilidad y el compromiso, los millennials y la generación Z priorizan el propósito, la flexibilidad y la posibilidad de seguir creciendo.

“Las nuevas generaciones han nacido con internet, manejan inteligencia artificial no solo para redactar un correo. Son generaciones muy capacitadas”, señala Peña, reconociendo el potencial y la frescura que aportan los más jóvenes.

Intergeneracionalidad: el verdadero reto de las relaciones laborales

Una de las mayores fortalezas, y a la vez uno de los desafíos más grandes en el mundo corporativo, es aprender a convivir y colaborar entre generaciones. Este enfoque no es una idea romántica, es una estrategia bien implementada por muchas empresas e instituciones, que incluye programas de formación continua y liderazgo emocional.

“Nos toca a nosotros adaptarnos. Yo empecé como cajera, he trabajado muy duro, pero sigo capacitándome en liderazgo, manejo de conflictos y nuevas formas de trabajar. Ese es el secreto: nunca dejar de aprender”, afirma la gerente.

La experiencia de los más antiguos se conjuga con el conocimiento técnico y las nuevas habilidades digitales de los más jóvenes. Esa combinación —cuando está bien gestionada— se convierte en un motor de innovación, motivación y productividad.

Conflictos generacionales

Los conflictos en el entorno laboral ya no se centran exclusivamente en temas técnicos o jerárquicos. Hoy, los valores, estilos de vida y prioridades personales también marcan la pauta.

Esta generación quiere bienestar. No vive para trabajar, trabaja para vivir. Valoran mucho su tiempo libre, su salud física y emocional. Te pueden decir que, si hay una reunión a las ocho de la noche, entonces ese no es el lugar para ellos”, explica Peña.

El equilibrio entre la vida personal y profesional no es una tendencia pasajera, sino una necesidad humana cada vez más reconocida. Y las empresas que lo comprenden se convierten en espacios donde el talento quiere quedarse.

“Antes ahorrabas para comprarte una casa. Ahora quieren viajar, vivir experiencias. Por eso debemos organizar vacaciones estructuradas, tiempos de descanso y flexibilidad”, añade.

Transformación digital con rostro humano

No se trata solo de adquirir nuevas herramientas digitales. Se trata de entender cómo las relaciones humanas evolucionan cuando el lenguaje, los canales de comunicación y la cultura cambian.

“Ahora nos dicen que no por trabajar más horas eres más eficiente. Tienes que organizarte, priorizar y usar bien la tecnología. Esas son habilidades que ellos (las nuevas generaciones) ya traen, y nosotros debemos aprender”, comenta la gerente.

Incluso el lenguaje cotidiano ha cambiado: términos como “review”, “feedback”, “sprint” o “check-in” han pasado a formar parte del vocabulario habitual de las oficinas, y adaptarse a ellos también es parte del proceso de integración generacional.

Un trabajo con propósito: la clave para liderar con humanidad

Si algo queda claro tras conversar con Paola Peña es que el liderazgo hoy no puede ejercerse desde el mando rígido o el control vertical. El nuevo liderazgo es emocional, empático, adaptativo y humano.

“Tenemos que gestionar nuestras emociones, saber cómo tratar a los equipos para que se sientan bien recibidos, para que entiendan y se comprometan. Esa es nuestra responsabilidad como líderes”, sostiene.

El trabajo duro sigue siendo importante, pero ya no es el único factor para crecer. La empatía, la escucha activa, la inteligencia emocional y el respeto por la diversidad generacional son ahora los pilares de una cultura organizacional sólida y sostenible.

“El secreto es convivir, interactuar y aprender del chip con el que vienen las nuevas generaciones. Ellos tienen mucho que enseñarnos, y nosotros también”, concluye Peña.

Construyendo vínculos más allá de los cargos

Las relaciones humanas en el trabajo no se limitan a jefes y subordinados. Se construyen entre pares, entre áreas, entre proyectos. Son esos vínculos los que permiten enfrentar juntos los cambios, resolver conflictos con madurez y generar entornos donde las personas realmente quieren quedarse.

En tiempos de automatización, la calidez humana se vuelve un valor diferencial. No se trata solo de cumplir metas, sino de crear ambientes en los que el respeto, la inclusión y la colaboración sean el pan de cada día.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *