Cuidarse es quererse: prevenir el cáncer de próstata puede salvar tu vida

Por Lily Zurita Zelada

Imagen Unifranz

Cada mañana, don Ernesto despierta antes del amanecer, se prepara un café cargado y repasa el jardín con la misma rutina de siempre. A sus 67 años, ha aprendido que la salud no se da por sentada. “Nunca pensé que un control de rutina pudiera cambiar mi vida”, confiesa. Fue durante uno de esos chequeos anuales que le detectaron un tumor en etapa temprana. Gracias a un diagnóstico precoz, hoy está completamente recuperado.

Historias como la de Ernesto no deberían ser la excepción. El cáncer de próstata, considerado la segunda causa de muerte por cáncer en hombres después del de pulmón, puede ser silencioso y letal. Sin embargo, como advierte Juan Carlos Ayala Lima, médico especialista en urología y docente de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, “es una enfermedad altamente curable si el diagnóstico es precoz”.

El cáncer de próstata comienza de forma casi imperceptible. En sus primeras etapas, no presenta síntomas evidentes, y cuando lo hace, suele manifestarse con molestias urinarias similares a las de una hiperplasia prostática benigna. 

“La mayoría de los pacientes presentan dificultad para orinar, pero no se alarman porque creen que es parte del envejecimiento”, explica Ayala.

Este tipo de cáncer se desarrolla en la glándula prostática y puede extenderse si no se detecta a tiempo. Entre los principales factores de riesgo están:

  • La edad (a mayor edad, mayor riesgo)
  • La herencia genética
  • La raza afroamericana o blanca con antecedentes
  • Las comorbilidades como la diabetes, la obesidad y la hipertensión

“Si mi padre tuvo cáncer de próstata, tengo entre dos a tres veces más probabilidades de padecerlo”, alerta el especialista. Y añade un dato importante: “Si mi madre tuvo cáncer de mama, también hay una probabilidad más alta de desarrollar cáncer de próstata. Los antecedentes familiares deben tomarse muy en serio”.

Prevención, promoción e identificación: los tres pilares clave

Hablar de cáncer de próstata es hablar de prevención y diagnóstico temprano. Ayala insiste en que las estrategias más efectivas no son las que se aplican cuando la enfermedad ya está avanzada, sino aquellas que permiten identificarla antes de que se instale.

“Lo más importante es la parte de la prevención, la promoción y la identificación de la enfermedad para que se detecte en sus etapas iniciales. Porque cuando ya está establecida, el tratamiento es más complejo y de alto costo”, enfatiza la docente de Unifranz.

Los controles anuales desde los 50 años —o desde los 45 en personas con antecedentes familiares— son fundamentales. Incluyen el examen de antígeno prostático específico (PSA) y el tacto rectal, dos procedimientos sencillos que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

“Pregonamos el diagnóstico precoz porque sabemos que cuando la enfermedad se identifica en su fase inicial, es altamente curable”, sostiene el especialista.

La tecnología como aliada

La ciencia médica ha avanzado enormemente, ofreciendo nuevas herramientas tanto para el diagnóstico como para el tratamiento del cáncer de próstata. 

“Hoy contamos con tecnologías de imagen como la resonancia magnética multiparamétrica, que permite detectar tumores localizados sin necesidad de métodos invasivos”, explica Ayala.

En cuanto al tratamiento, las opciones también han evolucionado. A las cirugías tradicionales se suman procedimientos menos invasivos como la cirugía laparoscópica, la cirugía robótica, el HIFU (ultrasonido focalizado de alta intensidad) y terapias ablativas. Estas alternativas ofrecen mejores resultados y una recuperación más rápida, especialmente si el cáncer está localizado.

Además, en casos avanzados, se puede recurrir a combinaciones de tratamientos quirúrgicos, radioterapia y bloqueo hormonal, lo que permite extender la calidad y expectativa de vida del paciente.

Un estilo de vida saludable también previene

Aunque algunos factores de riesgo como la genética no pueden modificarse, adoptar un estilo de vida saludable sí marca una diferencia. El síndrome metabólico, que incluye enfermedades como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, se asocia directamente con una mayor probabilidad de desarrollar cáncer de próstata.

“La prevención parte de lo básico: una alimentación saludable, controlar el peso, practicar actividad física y realizarse controles médicos regulares”, recomienda el especialista.

Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, legumbres y baja en grasas saturadas, combinada con una rutina de ejercicio moderado, no solo fortalece el sistema inmunológico, sino que también reduce el riesgo de muchas enfermedades crónicas, incluido este tipo de cáncer.

Romper tabúes y hablar del tema

Uno de los principales obstáculos para la prevención del cáncer de próstata es el tabú social. Muchos hombres evitan los controles médicos por vergüenza o desconocimiento. “Debemos entender que un tacto rectal o un análisis de sangre pueden salvarnos la vida”, recalca Ayala.

Cambiar esta mentalidad pasa por educar, promover la salud y normalizar los controles médicos. Las campañas de sensibilización y el trabajo en los centros de salud de primer nivel son fundamentales para llegar a más población masculina, especialmente en sectores vulnerables donde el acceso a información y atención médica es limitado.

“El diagnóstico temprano debe ser una prioridad. Si no actuamos a tiempo, el cáncer se vuelve más agresivo y costoso de tratar. La clave está en la prevención”, afirma el especialista con convicción.

Un llamado a la acción

El cáncer de próstata no avisa. Puede estar desarrollándose en silencio durante años hasta que es demasiado tarde. Por eso, cada hombre a partir de los 50 años —o antes si tiene antecedentes— debe acudir a su chequeo anual sin excusas.

La medicina actual ofrece las herramientas para detectarlo, tratarlo y curarlo. Pero sin conciencia ni prevención, todos esos avances pierden efectividad. 

“El cáncer de próstata es altamente prevenible si se toman en cuenta los factores de riesgo, se actúa con responsabilidad y se valora la salud como lo más importante. Cuidarse es también una forma de amar”, concluye el docente de Medicina en Unifranz.

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