Cómo la lectura puede enriquecer nuestra vida psicológicamente

Sumergirse en un buen libro es mucho más que un pasatiempo. Es un acto íntimo y transformador que puede ampliar horizontes, alimentar la imaginación, despertar emociones profundas y, como proponen varios investigadores, enriquecer nuestra vida desde una perspectiva psicológica. Leer nos conecta con otras realidades, culturas y formas de pensar. Nos permite experimentar mundos distintos al propio sin movernos de nuestro sitio, y al hacerlo, nos ayuda a crecer, comprender y evolucionar.
“Es importante fomentar la lectura porque tiene múltiples beneficios para el ser humano y la sociedad en general. Ayuda en el nivel cognitivo, crea crecimiento personal en cuanto a conocimiento y despierta la imaginación”, afirma Roly Lázaro, administrador y gestor de bibliotecas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Además, explica Lazaro, este hábito impacta al menos en cuatro áreas clave: expansión del conocimiento, fortalecimiento de la expresión oral, desarrollo de la empatía y aplicación del aprendizaje en entornos laborales o académicos.
“La lectura es un viaje y una exploración hacia otras realidades. Permite crear un sentimiento de empatía del escritor con el lector”, agrega.
Así, cada libro leído no solo amplía nuestra mente, sino que también fortalece nuestro vínculo emocional con el mundo y con quienes lo habitan.
Este poder transformador de la lectura también ha sido abordado por la psicología contemporánea. El investigador Shigehiro Oishi propone que una vida plena no solo debe aspirar a la felicidad o al sentido existencial, sino también a la variedad, el cambio, la complejidad emocional y la expansión de perspectivas. En otras palabras, vivir experiencias diversas que alteren la forma en que vemos el mundo, lo cual puede ser conseguido a través de la lectura.
Oishi plantea que esta riqueza no necesita provenir únicamente de vivencias reales. De hecho, una manera accesible de alcanzarla es a través de la lectura. Leer historias complejas, personajes profundos o culturas ajenas puede generar en nosotros el mismo efecto que una vivencia intensa: ampliar nuestra mirada.
“Las buenas historias nos hacen sentir, pensar y ver el mundo desde otros puntos de vista. Esto nos ayuda a ser más empáticos y menos cerrados”, señala.
Por ello, recomienda salir de la rutina lectora y explorar géneros distintos, autores desconocidos o libros recomendados por otros, incluso si no se alinean con nuestras preferencias habituales. En muchos casos, son esos libros inesperados los que más nos transforman. Asimismo, sugiere releer obras que nos marcaron en el pasado, ya que al cambiar nosotros, también cambia la manera en que las interpretamos.
Un estudio citado por Oishi comparó a personas que crecieron leyendo ficción literaria con otras que preferían exclusivamente novelas románticas. Los resultados mostraron que los lectores de literatura compleja desarrollaban una visión del mundo más profunda y rica, mientras que quienes leían únicamente novelas románticas tendían a tener una comprensión más simplificada de la realidad. Esto no desvaloriza ningún género, aclara, pero sí destaca el poder de las narrativas densas y desafiantes para fomentar el crecimiento personal.
Más allá del plano psicológico, la lectura también tiene un efecto directo en el funcionamiento de nuestro cerebro.
Mauricio Díaz Muñoz, investigador del Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) indica que, al leer, múltiples regiones cerebrales se activan de forma simultánea, procesando información visual, lingüística y emocional.
“La lectura es una actividad en la que el cerebro desempeña múltiples acciones simultáneamente. Se deben reconocer signos gráficos, interpretarlos y otorgarles contexto y significado”, detalla el especialista.
Este proceso neurológico no solo permite la comprensión del texto, sino que también despierta emociones. Leer una noticia trágica o una escena literaria conmovedora genera respuestas emocionales reales.
“Dependiendo de lo que leamos, despertamos distintas emociones en nuestro cuerpo, lo que implica la activación de otros componentes cerebrales”, concluye Díaz Muñoz.
Emily Dickinson alguna vez escribió: “Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”. Y tenía razón. La lectura, además de ser un refugio y un placer, es también una herramienta de transformación. Nos permite experimentar una diversidad de emociones y perspectivas que, en palabras de Oishi, enriquecen psicológicamente nuestra vida.
Porque leer no es solo conocer historias: es vivirlas. Es permitir que cada palabra deje una huella y, con ella, ampliar el mapa de nuestra mente y de nuestro corazón.