La deuda de una persona o empresa suele ser considerada un dolor de cabeza, una obligación económica que genera estrés y ansiedad sobre el futuro; pero que, bien manejada, puede convertirse en una herramienta de crecimiento. Desde la compra de una vivienda hasta la inversión en un negocio, la deuda puede ayudarnos a crecer financieramente. Entender cómo manejar la deuda a nuestro favor es clave para una buena salud financiera y para alcanzar objetivos económicos sin caer en el sobreendeudamiento.
El economista Juan Carlos Ríos, docente de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que la deuda no es intrínsecamente negativa; al contrario, bien utilizada puede ser una aliada estratégica.
“Los economistas y financieros recomiendan: ‘Nunca trabaje con su propio dinero. Trabaje con dinero prestado.’ Porque si pierdes, perderás ese dinero prestado. Trabajar con deuda en este contexto es bueno”, señala Ríos.
Esto se debe a que la deuda permite diversificar el riesgo. Por ejemplo, si una persona quiere emprender un negocio con un capital de 10.000 bolivianos y lo invierte todo de su propio bolsillo, en caso de quiebra, perdería la totalidad de su dinero. Sin embargo, si se busca socios para compartir la inversión o financiamiento bancario, el impacto de una posible pérdida se reduce.
“Si la empresa quiebra, cada uno perderá 1.000 bolivianos en lugar de 10.000”, ejemplifica el experto.
No obstante, no toda deuda es positiva. Endeudarse sin un plan de pago claro, sin capacidad de generar ingresos suficientes para cubrir la deuda o para gastos innecesarios puede poner en riesgo la estabilidad financiera.
“No se puede prestar dinero del banco para una empresa en déficit y gastar ese dinero en sueldos y salarios. Esa deuda es definitivamente mala”, enfatiza Ríos.
Endeudarse de manera inteligente
Para que el endeudamiento sea beneficioso, es fundamental planificar adecuadamente. Muchos expertos recomiendan que el límite de endeudamiento no supere el 35% de los ingresos netos mensuales, incluyendo todas las obligaciones como créditos bancarios, préstamos personales y tarjetas de crédito.
Una buena estrategia de manejo de deuda comienza con la creación de un presupuesto que contemple tanto ingresos como gastos fijos y variables. Para esto, es vital medir los gastos y los ingresos, por lo que es necesario un buen análisis financiero. Identificar los gastos esenciales y aquellos prescindibles permite hacer ajustes y evitar el sobreendeudamiento.
Otra clave es la implementación de la regla del 50/30/20. Según este método, el 50% de los ingresos se destina a gastos esenciales como alquiler, mercado y servicios básicos; el 30% a ocio y gastos personales y el 20% a ahorro y amortización de deudas.
Además, es importante contar con un fondo de emergencia equivalente a seis meses de gastos. Esto brinda estabilidad en caso de imprevistos y evita la necesidad de recurrir a créditos costosos para solventar dificultades económicas.
Cómo evitar que la deuda se convierta en un problema
El sobreendeudamiento puede generar estrés financiero y afectar la calidad de vida. Para evitar que las deudas se vuelvan inmanejables, el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) sugiere seguir algunas recomendaciones básicas:
Evitar pedir nuevos préstamos para cancelar deudas previas. Refinanciar una deuda con otra puede generar un círculo vicioso difícil de romper.
Usar la tarjeta de débito en lugar de la de crédito. Pagar con débito evita intereses y ayuda a mantener el control de los gastos.
Evitar soluciones rápidas con prestamistas poco confiables. Algunas entidades ofrecen créditos con tasas abusivas que terminan agravando la situación.
Modificar hábitos de consumo. Identificar y eliminar gastos innecesarios permite destinar más recursos al pago de deudas.
Consultar con un profesional financiero. La educación financiera es fundamental para tomar decisiones informadas sobre endeudamiento e inversión.
Manejar la deuda de manera inteligente es posible si se sigue una planificación adecuada y se toman decisiones con criterio.
“El endeudamiento bien administrado puede convertirse en una herramienta poderosa para el crecimiento personal y empresarial, siempre que se mantenga un equilibrio entre el riesgo y la capacidad de pago”, concluye Ríos.