Por Manuel Filomeno
La innovación, el trabajo en equipo, la resistencia a la frustración y, sobre todo, una visión global de las demandas y necesidades de la sociedad son algunas de las competencias que el mundo requiere de los nuevos profesionales.
Pero, cómo responde la academia, las escuelas y universidades a estas demandas. De acuerdo con Enrique Montaño, presidente de la Asociación de Universidades Privadas de Bolivia (ANUP), en este tiempo de cambios, las universidades deben interpretar las aspiraciones de los estudiantes y la sociedad y potenciarlas con conocimiento y las habilidades que el mundo requiere.
“La educación superior tiene la misión de interpretar las aspiraciones personales de cada uno de los estudiantes, que en su conjunto se convierte en una aspiración social, una aspiración de mejoramiento a través del conocimiento, el conocimiento hace a uno más libre, porque uno está más cerca de la verdad”, expresa el presidente de la ANUP.
Montaño agrega que el papel de las universidades siempre ha sido la formación de nuevos profesionales, pero que, en estos tiempos cambiantes, ha debido transformarse y ampliar sus horizontes. La universidad ya no sólo forma a los estudiantes cuando salen de la escuela, los forma para toda la vida, dando a los estudiantes un rol como protagonista de su propio aprendizaje.
“Las universidades tenemos un rol fundamental, la formación. Ahora, ésta se ha convertido en una formación para toda la vida, realmente las universidades formamos a través de conocimientos y valores, pero hoy en realidad lo que buscamos es que el estudiante sea el que forje, el que sea el protagonista principal de su formación”, apunta.
El aspecto transformador de la educación debe ser considerado también, ya que este aspecto determinará el progreso o la debacle de una sociedad.
“No debemos olvidar que el proceso educativo es transformador, es cambiante, mueve las raíces mismas de la estructura socioeconómica de un país y nos puede condicionar, ir hacia un modelo de desarrollo mucho más acelerado o puede ser un modelo que no responda a las demandas socialmente jerarquizadas y que estemos formando profesionales que no podrían, no pueden o no podrán llevar a cabo ese proceso transformador de la sociedad”, acota el experto.
Proyectar el futuro de la educación desde Bolivia
Montaño agrega que es importante tener certidumbre si es que los procesos educativos que se llevan a cabo, a través de los modelos vigentes, responde a las necesidades que tiene un país.
Para esto, es necesario el análisis de los mismos bajo el lente de lo que demanda la sociedad, siempre cambiante, sobre todo en estos tiempos de la inclusión, la innovación tecnológica, cambios sociales, problemas ambientales y guerras.
“Cada país tiene un contexto socioeconómico complejo, muy diferente, somos sociedades multiculturales donde es necesaria una educación inclusiva, donde prevalezca la igualdad de oportunidades, pero para eso tenemos que saber escuchar a los actores que participan o han participado y participarán en el quehacer del país en los próximos años”, manifiesta.
Para Montaño, los diálogos que existen entre los diferentes grupos etarios, económicos o regionales, entre otros, que ocurren naturalmente dentro de la sociedad, deben ser atendidos por la academia para reconocer las necesidades y ofrecer las soluciones que la población demanda.
“Bolivia es un laboratorio en el que vemos que esa conciencia colectiva hay que materializarla a partir de los diálogos que se construyen y la universidad. La academia tiene que ser el observatorio de una realidad y un país cambiante y de necesidades cambiantes. Si la Academia no da soluciones, a través de una lectura adecuada en convivencia con la sociedad, yo creo que sería un rol muy mezquino el de las universidades y el de la academia, en general, en la sociedad”, explica.
Esta interacción es especialmente importante en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), especialmente en lo referido al objetivo 4 (ODS4), referido a la educación mundial. Este objetivo consiste en garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y tiene siete metas y tres medios de ejecución.
Por eso es necesario estar permanentemente actualizados y buscar una mejor calidad en la educación a través de la reflexión.
“Para eso tenemos que reflexionar, tenemos que escuchar otras experiencias en las cuales los resultados han sido sumamente importantes y que han marcado pautas o paradigmas de la educación a nivel internacional”, añade.
En este sentido, la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, organizó en la ciudad de Santa Cruz, el “V Foro Internacional de Innovación Educativa: El Futuro de la Educación, reflexiones desde Bolivia para Latinoamérica” (FIIE 2024), un espacio de intercambio de ideas y colaboración para delinear una educación superior relevante, inclusiva y preparada para el mundo del mañana.
El encuentro contó con el apoyo de la Red de Innovación Educativa Latam, la Organización Universitaria Interamericana (OUI), las Redes de Administradores Universitarios América (RAUI), la ANUP y la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), en el que participaron en dos días de foro, 33 expertos nacionales e internacionales, autoridades y casi un millar de actores involucrados en el proceso educativo latinoamericano.