Tres claves en educación financiera que toda persona debe dominar

Por Aldo Juan Peralta Lemus

IMAGEN UNIFRANZ

La educación financiera es una necesidad urgente para todos. Y más para que los jóvenes tomen decisiones inteligentes sobre su dinero desde temprano. Aprender a manejar ingresos, gastos, ahorro y crédito no solo les permite evitar errores comunes como el sobreendeudamiento o el gasto impulsivo, sino también prepararse para objetivos importantes como estudiar, emprender o independizarse económicamente.

Jenny Andia, directora de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que la educación financiera enseña a las personas en general los conocimientos financieros, incluyendo la gestión financiera, la elaboración de presupuestos y la inversión.

“La educación financiera ayuda a las personas a ser autosuficientes para que puedan lograr la estabilidad financiera, por tanto, se enfoca en gran medida en el correcto manejo de las finanzas personales”, explica Andia.

Administrar el dinero con inteligencia no solo determina el éxito económico personal, sino también la capacidad de emprender, ahorrar y tomar decisiones sostenibles a lo largo de la vida. Y más cuando la tecnología facilita el acceso al dinero de manera inmediata, y las tentaciones de consumo están a un clic de distancia, saber administrar los recursos es más importante que nunca. 

Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) encontró que los programas de educación financiera en jóvenes mejoran la comprensión de conceptos como el ahorro, el presupuesto y la inversión. En países con educación financiera integrada en el currículo (como Australia y Países Bajos), los estudiantes mostraron un 20% más de probabilidad de ahorrar regularmente que aquellos sin acceso a estos programas.

En adultos, la educación financiera está asociada con una reducción del endeudamiento excesivo y un aumento en la planificación para la jubilación. Por otro lado, expertos en finanzas personales y educación destacan tres áreas fundamentales como: la gestión del presupuesto, el ahorro con propósito y el uso inteligente del crédito que, al ser dominadas desde jóvenes, promete un próspero futuro financiero. 

1. Presupuesto, es saber a dónde va tu dinero

Presupuestar es el primer paso hacia la salud financiera, porque se conoce anticipadamente en qué se gasta. Todas las personas reciben un ingreso mensual u ocasional, pero pocos llevan un control claro de esos movimientos financieros que llevan. 

Aprender a presupuestar permite priorizar las necesidades sobre los deseos, a diferenciar lo urgente de lo importante y evitar el: “me quedé sin plata a mitad de mes”. Incluso con ingresos limitados, saber administrarlos marca la diferencia entre el endeudamiento y el equilibrio.

Aplicaciones como Wallet o incluso Excel pueden ayudar a dividir los gastos en categorías, identificar gastos innecesarios y evitar las fugas de dinero y planificar de manera consciente.

2. Ahorro con propósito, no se trata de guardar, sino de construir

Muchos jóvenes asocian el ahorro con la restricción, pero en realidad es una herramienta de libertad. Ahorrar con propósito significa tener metas claras como: viajar, pagar estudios, invertir o incluso iniciar un emprendimiento.

Algunos métodos como el 50/30/20 (50% para necesidades, 30% para deseos y 20% para ahorro o inversión) permiten equilibrar la vida presente sin perjudicar el futuro. 

3. Crédito inteligente, usar el dinero del banco y no que el banco te use a ti

El crédito mal utilizado puede convertirse en una trampa. Desde tarjetas hasta préstamos estudiantiles, muchas personas, hasta los jóvenes, acceden a productos financieros sin comprender los intereses, plazos ni consecuencias del endeudamiento excesivo.

La educación financiera enseña a comparar tasas, leer contratos, evitar el mínimo mensual y mantener un buen historial crediticio desde temprano. Un crédito usado con inteligencia puede ser un aliado poderoso para estudios, negocios o emergencias.

“Al entender conceptos propios de la economía, las personas pueden planificar mejor el uso de sus recursos, proteger su poder adquisitivo y evitar errores que podrían afectar su bienestar económico”, asegura Andia.

La educación financiera brinda a las personas la capacidad de planificar, priorizar y proyectar su futuro, fomentando hábitos saludables en cuanto al dinero. Además, al comprender cómo funciona el sistema financiero, los jóvenes desarrollan una mentalidad crítica que les permite protegerse de fraudes, comparar opciones bancarias y participar activamente en la economía. 

“Es crucial que las personas se eduquen financieramente, busquen asesoramiento de expertos, y eviten caer en la tentación de ganancias rápidas. Las universidades, gremios financieros y profesionales tienen la tarea de promover la cultura financiera”, sostiene Orlando López,  docente de la carrera de Ingeniería Económica en Unifranz.

Estas tres áreas —presupuesto, ahorro y crédito— no son conocimientos estáticos, sino habilidades que se desarrollan y adaptan. Cuanto antes se aprende, mejores decisiones se toman. Al dominar las mismas, las personas ganan estabilidad económica, se preparan para liderar negocios, proyectos o prácticamente tienen el control de su destino financiero.

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