Enfermería con corazón: la vocación que transforma vidas
Por Ricardo Espinoza

En el mes de mayo se conmemora el Día Internacional de la Enfermería, una fecha que honra la labor incansable de quienes, con bata o uniforme, dedican su vida al cuidado de los demás. Más allá de la técnica, los turnos rotativos o los procedimientos médicos, ser enfermera o enfermero implica algo mucho más profundo: una vocación de servicio que pone al paciente en el centro de su labor, incluso antes que a uno mismo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce a esta profesión como la columna vertebral de los sistemas de salud. De hecho, según el informe “State of the World’s Nursing” (Estado global de la Enfermería), existen más de 27 millones de profesionales de enfermería en el mundo, que representan más del 59% del personal sanitario global.
Pero, ¿qué impulsa a estos hombres y mujeres a anteponer, día tras día, el bienestar del otro por encima del propio? Para Milena Arroyo, enfermera de profesión y actual decana de la Facultad de Salud en Unifranz El Alto, la respuesta radica en lo profundo de su vocación.
“La vocación de servicio en el profesional de Enfermería representa un compromiso profundo y auténtico con el bienestar del ser humano, especialmente en sus momentos de mayor vulnerabilidad (…) estar presente tanto en el inicio de una vida como en su último aliento implica un grado significativo de sensibilidad y humanidad, que se manifiesta en el cuidado, el acompañamiento y el apoyo brindado al paciente”, afirma Arroyo.
Ese compromiso va más allá del conocimiento clínico. Es la capacidad de mirar al otro con respeto, con comprensión del sufrimiento humano, de ejercer con dignidad una labor que a menudo exige jornadas extensas, decisiones complejas y una importante carga emocional.
Sin embargo, Arroyo enfatiza que también se debe tener conciencia de que, para poder cuidar bien a los demás, primero deben cuidarse a sí mismos. Esto implica reconocer sus propios límites, generar momentos de descanso, alimentarse saludablemente, solicitar ayuda cuando lo necesitan y compartir sus sentimientos.
“Cuidarse no significa dejar de ser dedicados, al contrario, significa tener la fortaleza emocional y física para seguir dando lo mejor a nuestros pacientes, sin perder nuestra salud ni nuestro equilibrio personal”, dice la profesional.
Enfermería con empatía y resiliencia
Esa entrega cotidiana, marcada por la empatía y la responsabilidad, deja huellas imborrables no solo en los pacientes, sino también en quienes los cuidan. Cada historia acompañada, cada momento compartido, construye una experiencia profesional y humana profunda.
Entre sus experiencias más memorables, Arroyo destaca su trabajo con pacientes con cáncer, tanto en hospitales como en sus propios hogares: “Mi labor no se limitó a acompañarlos durante su hospitalización; también brindé cuidados paliativos en sus domicilios, formando parte de un equipo humano excepcional, con un espíritu genuino de servicio y entrega. Poder ofrecer alivio, y en muchos casos, contribuir a que la persona tenga una muerte digna —sin dolor y rodeada de sus seres queridos— ha sido una de las experiencias más profundas y humanas que he vivido”.
Nuevos profesionales, más humanos
En la actualidad, los profesionales de Enfermería enfrentan el desafío de integrar la tecnología en sus actividades, utilizándola como una herramienta que optimice los procesos de monitoreo y cuidados del bienestar de las personas. Al hacer estos procesos más eficientes, se genera una mayor disponibilidad de tiempo para estar cerca del paciente y aplicar cuidados con un enfoque técnico y científico.
Desde su rol académico como decana de la Facultad de Salud, Arroyo recalca que la formación en Enfermería debe preparar a los estudiantes no solo en competencias clínicas, sino también en inteligencia emocional, autocuidado y ética profesional. Porque cuidar a otros de forma sostenible no es posible si se olvida la importancia de cuidar de uno mismo.
“En Unifranz, estamos comprometidos con la formación de profesionales de Enfermería que no solo cuenten con conocimientos técnicos y científicos, sino que también estén preparados para afrontar los desafíos éticos, emocionales y sociales propios de la profesión”, explica.
La labor de estos profesionales, muchas veces invisible, sostiene la atención sanitaria en todos los niveles, desde la prevención hasta los cuidados paliativos. Revalorizar esta profesión implica no solo reconocer su aporte, sino también fortalecer su formación, garantizar condiciones laborales adecuadas y fomentar una cultura de respeto hacia su rol, fundamental para el bienestar colectivo.

«A veces, una sonrisa, una palabra o simplemente tomar la mano del paciente puede brindar consuelo. Aunque parezcan gestos pequeños, tienen un profundo significado para quienes atraviesan momentos difíciles. Son esas acciones sencillas las que dan verdadero sentido a nuestra labor como profesionales de Enfermería».
(Milena Arroyo)