Prevenir hoy para proteger siempre a las mujeres

Por Manuel Joao Filomeno Nuñez

La prevención de la violencia contra la mujer empieza antes de que la agresión sea visible. Por ello, reconocer señales tempranas, fomentar relaciones saludables y conocer las herramientas legales disponibles se vuelve crucial. Anticiparse no solo salva vidas, también evita daños irreversibles que, una vez ocurren, ya no pueden deshacerse.

“Comienza en el aula (la prevención), pero no solo desde los contenidos, sino desde la forma en que enseñamos a convivir. Cuando las niñas y los niños aprenden a nombrar sus emociones, a reconocer límites y a identificar comportamientos que vulneran su bienestar, están desarrollando una brújula interna que les permite reconocer situaciones de riesgo”, explica Mario Ariel Quispe Orellana, responsable de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

Cada 25 de noviembre, el mundo recuerda que la violencia contra la mujer no se elimina únicamente con castigos posteriores, sino con acciones preventivas que transforman comportamientos cotidianos. Esta fecha conmemora el brutal asesinato de las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) el 25 de noviembre de 1960, quienes fueron opositoras a la dictadura en República Dominicana.

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer permite denunciar la violencia que sufren las mujeres en todo el mundo y exigir políticas para erradicarla. Asimismo, impulsa a reflexionar sobre la necesidad de cuestionar prácticas normalizadas y de asumir un compromiso colectivo para detectar señales de riesgo en los entornos familiares, educativos y comunitarios.

Datos del Observatorio de Seguridad Ciudadana dan cuenta que durante el primer semestre de 2025 se incrementaron las denuncias por homicidio y violencia física en más del 3 % alcanzando un registro de 11.918 denuncias. 

“La violencia de género en Bolivia sigue siendo un problema extendido a pesar de la vigencia de leyes como la 348, que busca erradicarla. El acceso a la justicia enfrenta barreras como la burocracia, la corrupción y la falta de sensibilización en las instituciones”, explica Magaly Mariaca Garrón, docente de la carrera de Derecho en Unifranz.

Educar para frenar la violencia de género

La educación es un eje fundamental para frenar la violencia desde sus raíces. Enseñar respeto, igualdad, autonomía y manejo emocional permite reconocer dinámicas peligrosas antes de que evolucionen. 

Cuando niñas, adolescentes y mujeres aprenden a identificar conductas de control, aislamiento o presión emocional, pueden actuar con mayor seguridad. Y cuando niños y jóvenes comprenden límites claros, se reduce la reproducción de conductas violentas.

Una de las mayores dificultades es que la violencia emocional se normaliza desde edades muy tempranas. “Por eso insistimos en formar docentes capaces de observar cambios conductuales, variaciones en el ánimo o señales de retraimiento”, agrega Mariaca. 

La escuela es un espacio privilegiado para detectar estos indicadores. Un docente que sabe escuchar y observar detenidamente puede marcar la diferencia entre un caso que escala y uno que se detiene a tiempo”, destaca Quispe.

La violencia rara vez inicia con un hecho extremo; suele comenzar con gestos sutiles como críticas constantes, restricciones bajo la apariencia de protección o decisiones impuestas. La prevención depende de la capacidad de identificar estas señales y abordarlas antes de que escalen. Por ello, fortalecer habilidades socioemocionales, promover la comunicación abierta y cuestionar el control disfrazado de afecto se vuelve una tarea urgente.

“El trabajo educativo no se limita a transmitir información: busca transformar actitudes. Cuando promovemos la empatía, el pensamiento crítico y la capacidad de cuestionar patrones culturales, reducimos significativamente la posibilidad de que la violencia se naturalice. La formación integral enseña a reconocer cuándo un vínculo se vuelve dañino y a tener la valentía emocional de tomar distancia a tiempo”, afirma Quispe.

Las mujeres tienen que conocer sus derechos

El conocimiento jurídico también es una herramienta de prevención. Muchas mujeres desconocen que no es necesario llegar a una agresión física para buscar orientación o denunciar. La violencia emocional, digital, económica o simbólica también está reconocida por la ley. Comprender los derechos, las rutas de atención y los mecanismos de protección permite actuar desde las primeras señales y no cuando el daño ya es irreversible.

“Una prevención efectiva se logra cuando la escuela, la familia y las instituciones trabajan juntas. Si estos tres espacios están alineados, las mujeres pueden recibir acompañamiento oportuno antes de que el daño se profundice. La articulación interinstitucional es clave porque permite actuar sin dilaciones y evita que las señales tempranas pasen inadvertidas”, concluye Quispe.

La prevención legal implica reconocer que la documentación temprana, el acompañamiento institucional y la búsqueda de apoyo pueden detener ciclos peligrosos. La información adecuada evita que las mujeres enfrenten solas situaciones que parecen pequeñas pero que representan riesgos crecientes. Acceder a orientación temprana no solo brinda protección, sino que ayuda a anticipar escenarios donde la violencia podría agudizarse.

“A pesar de denunciar, muchas mujeres en Bolivia ven cómo sus casos quedan atrapados en una burocracia que, en lugar de protegerlas, prolonga su sufrimiento y deja impunes a los agresores”, añade Garrón.

Prevenir también significa escuchar sin juzgar, creer en quienes expresan incomodidad o miedo y generar redes que permitan actuar a tiempo. La violencia se debilita cuando las mujeres cuentan con entornos que no minimizan sus preocupaciones. 

Finalmente, la sociedad tiene un rol decisivo en desmontar ideas que normalizan el control o justifican conductas agresivas, reconociendo que los primeros síntomas merecen atención inmediata.

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