Positividad tóxica: ¿por qué no es bueno negar las emociones negativas?

By Paula Beatriz Cahuasa

Día a día somos bombardeados por mensajes de optimismo extremo, que inundan redes sociales y conversaciones cotidianas, suprimiendo las emociones negativas. Esta positividad tóxica es un problema creciente, ya que, aunque una actitud positiva puede ser beneficiosa, negar las emociones negativas en pro de un optimismo absoluto puede tener consecuencias perjudiciales tanto para la salud mental como para las relaciones interpersonales.

“Las emociones son respuestas naturales a nuestro entorno, diseñadas para ayudarnos a adaptarnos y sobrevivir. Por esta razón, suprimir aquellas que nos resultan incómodas o ‘negativas’ puede generar desequilibrios y hacer que estas se acumulen y nos dañen”, explica José Vásquez, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. 

La positividad tóxica, según las psicólogas y autoras estadounidenses Samara Quintero y Jamie Long, consiste en la sobregeneralización excesiva e ineficaz de un estado feliz y optimista en todas las situaciones. Este fenómeno niega, minimiza e invalida las experiencias emocionales humanas auténticas, lo que lleva a las personas a reprimir sentimientos importantes como el enojo, la tristeza o el miedo. En lugar de procesarlas, estas emociones tienden a acumularse, creando un ciclo insostenible que, tarde o temprano, repercute en el bienestar de las personas.

“Las emociones son fundamentales para nuestra supervivencia, ya que nos permiten reaccionar rápidamente a las amenazas y aprovechar las oportunidades en nuestro entorno. A pesar de esto, en nuestra sociedad a menudo se subestima la importancia de las emociones negativas, viéndolas erróneamente como un signo de debilidad”, agrega Vásquez.

El experto indica que suprimir los sentimientos negativos puede resultar en una desconexión emocional que impide el desarrollo de herramientas saludables para enfrentar los desafíos de la vida. Además, las personas pueden caer en la creación de una personalidad falsa para cumplir con las expectativas sociales de «siempre estar bien», lo que a largo plazo genera aislamiento y pérdida de conexión con uno mismo y con los demás.

Señales de la positividad tóxica

Quintero y Long identifican varios indicadores comunes de la positividad tóxica:

  1. Fingir que todo está bien, incluso cuando no lo está.
  2. Sentirse culpable por experimentar emociones negativas.
  3. Minimizar las experiencias ajenas con frases como “todo estará bien” o “hay que ser positivos”.
  4. Consolar ofreciendo perspectivas que invalidan el dolor, como “podría ser peor”.
  5. Reprimir las emociones negativas para encajar en un ideal de optimismo constante.

Estas prácticas no solo afectan al individuo, sino también a quienes lo rodean, al fomentar una cultura de silencio y vergüenza en torno a las emociones genuinas.

¿Por qué debemos validar las emociones negativas?

La validación emocional es un componente esencial para la salud mental. Según Hilary Jacobs Hendel, autora del libro It’s Not Always Depression, las emociones no son un signo de debilidad, sino un reflejo de un cerebro que funciona correctamente. Sentir y expresar emociones, incluso las negativas, cumple un propósito evolutivo que nos ayuda a reaccionar ante amenazas, buscar consuelo en los demás y procesar experiencias difíciles.

Aceptar las emociones negativas nos permite entendernos mejor y conectarnos más profundamente con quienes nos rodean. Hendel subraya que reconocer y procesar estas emociones no solo evita problemas de salud mental, sino que también mejora nuestra calidad de vida.

¿Cómo evitar caer en la positividad tóxica?

Para contrarrestar los efectos nocivos de la positividad tóxica, es fundamental cambiar nuestra relación con las emociones. En lugar de etiquetar las emociones negativas como indeseables, debemos aceptarlas como fuentes valiosas de información. Esto incluye:

  1. Aceptar las emociones tal como son: todas las emociones, positivas o negativas, tienen un propósito y son una guía para nuestra experiencia humana.
  2. Hablar sobre cómo nos sentimos: expresar emociones negativas con alguien de confianza puede aliviar su intensidad y ayudarnos a encontrar apoyo.
  3. Validar las experiencias ajenas: en lugar de minimizar el dolor de los demás, es importante escucharlos y reconocer sus sentimientos sin juicios.
  4. Evitar respuestas automáticas de consuelo: frases como “todo estará bien” pueden parecer útiles, pero a menudo invalidan las emociones de la otra persona. Es mejor simplemente escuchar y acompañar.

La positividad tóxica, aunque bien intencionada, es una forma de invalidación emocional que puede tener consecuencias profundas para nuestra salud mental y nuestras relaciones. Reconocer y validar las emociones negativas no solo es esencial para nuestro bienestar, sino que también nos permite vivir de manera más auténtica y conectada. Como seres humanos, necesitamos aceptar que la vida incluye momentos difíciles, y abrazar esas experiencias nos hace más resilientes y completos”, concluye Vásquez.

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