Por qué elegir carrera no debería generar miedo

Por Ricardo Espinoza

Elegir una carrera profesional no es una prueba para aprobar o desaprobar la vida: es un proceso de descubrimiento

En El Alto, muchas familias viven la experiencia de ser las primeras generaciones en acceder a la educación superior. Esa oportunidad representa un logro enorme para una ciudad joven y en constante crecimiento, donde hace apenas unas décadas gran parte de la población migraba del campo en busca de mejores oportunidades. Pero ese avance también trae nuevos desafíos: los padres y madres sienten la responsabilidad de que sus hijos “elijan bien”, y los jóvenes, el peso de esas expectativas.

Muchos estudiantes llegan al fin de su etapa escolar sin tener bien claro qué carrera seguir. La falta de información, la presión familiar o social y el desconocimiento de sus habilidades son causas frecuentes de decisiones apresuradas. 

En el contexto alteño, donde, en muchos casos, los padres asumen un papel central en la decisión, este escenario se vuelve aún más relevante.

La oportunidad de formarse profesionalmente representa un logro enorme para una ciudad joven y en pleno crecimiento, donde en 2001 sólo el 13,7 % de las personas alcanzaban estudios superiores, un nivel que se elevó a 23,8 % en 2012 y continúa en aumento. 

“El miedo al futuro es completamente normal; lo sienten jóvenes, padres y maestros. Pero también puede ser un impulso positivo: ayuda a ponerse metas altas, tomar mejores decisiones y avanzar con más seguridad”, afirma Eliana Exalto, directora de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz El Alto

Para la profesional, lo importante es no dejarse paralizar por el temor a equivocarse, sino convertirlo en una oportunidad para conversar, entender y crecer en familia.

Dejar de ver la elección como prueba de vida

Elegir una carrera profesional no es una prueba para aprobar o desaprobar la vida: es un proceso de descubrimiento. Como señala el pedagogo y jefe de Enseñanza Aprendizaje de Unifranz El Alto, Ariel Quispe, “la vocación se descubre, no se impone”. 

En la práctica, esto significa que lo más valioso para el joven no es solo elegir rápido, o elegir lo que “es mejor visto”, sino tomar un tiempo para conocerse, explorar intereses y habilidades, y alinear esas fortalezas con una carrera que tenga demanda.

Tres claves para que no haya miedo

  1. Escucha activa sin prejuicios: Los padres pueden liderar la conversación preguntando, escuchando qué les interesa a sus hijos, qué sueñan, sin juzgar. 
  1. Informarse juntos: Si los padres no conocen una carrera “moderna”, o poco tradicional, pueden investigar con los hijos: duración, contenido, salidas laborales. En El Alto, la carrera de Psicología de Unifranz cuenta con programas de orientación vocacional para despejar dudas. 
  1. Entender que equivocarse también enseña: Estudiar algo y luego cambiar de rumbo no es un fracaso: es aprendizaje. Como aconseja Exalto: “algunos jóvenes lo saben desde mucho antes, otros necesitan más tiempo. Lo importante es recordar que equivocarse también es parte del aprendizaje”. 

Los padres y su rol de acompañamiento

En la elección de carrera, los padres no deben tomar el control, sino acompañar. El apoyo más valioso no es decidir por el joven, sino brindarle herramientas, seguridad emocional y acompañamiento. 

“Es difícil apoyar algo que no se conoce, y eso les pasa a muchos padres. Pero en lugar de juzgar una carrera por experiencias propias o de terceras personas, es mejor hacer preguntas e investigar para poder entender el interés del hijo. Así podrán acompañarlo con herramientas que le servirán toda la vida”, añade Exalto.

Cuando un joven decide con información y apoyo, no solo está eligiendo una carrera, está abriendo una puerta hacia un futuro profesional que puede transformar su vida y la de su familia. Y en un contexto donde muchas familias no habían tenido acceso a la universidad, ese paso es doblemente significativo.

Por eso, elegir no debería estar marcado por el miedo, sino por el descubrimiento. Con padres presentes, jóvenes curiosos y una orientación adecuada, esa decisión puede convertirse en un inicio de propósito más que en una carga.

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