Por Manuel Filomeno
El oro, los bonos, los objetos de valor y los bienes inmuebles se convierten en recursos muy buscados por los inversionistas y la población en general para proteger el poder adquisitivo de su dinero. Estos activos de refugio cuentan con numerosas ventajas sobre el efectivo y permiten, incluso, generar ganancias a corto, mediano y largo plazo.
“Los activos de refugio son todos aquellos activos que nos pueden hacer una cobertura de riesgo en casos de crisis e inestabilidad financiera, incluso permitiendo generar ganancias de manera pasiva o activa”, expresa Osvaldo Nina, magíster en economía, ex director del Banco Central de Bolivia (BCB) y docente de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Estos activos brindan protección contra la volatilidad y el riesgo en los mercados financieros y se caracterizan por poseer una alta liquidez, por lo que fácilmente pueden ser convertidos en efectivo sin que afecte significativamente su precio. Ello permite a los inversores en momentos de crisis vender de forma rápida sus posiciones y obtener liquidez de ser necesario.
Además, presentan un riesgo menor en comparación con otros activos de inversión, son funcionales, seguros y su evolución en el tiempo no sigue la misma tendencia que la de las acciones, bonos de alto riesgo o divisas, lo que les permite ofrecer una estabilidad relativa en periodos de inestabilidad económica.
Nina indica que, por ejemplo, el oro es un activo de reserva o de cobertura que cubre cualquier tipo de riesgos, como la inflación, la variación del tipo de cambio y, en muchos casos, puede incluso subir su valor, pero eso dependerá de la situación del mercado.
“Hay situaciones en las que nos puede ayudar a refugiarnos por posibles pérdidas, pero esto depende mucho del mercado. Por ejemplo, en el caso del descubrimiento de un nuevo yacimiento en un país, el precio puede bajar y también por la fortaleza del dólar, eso hace que sea un refugio, pero en determinados períodos”, explica.
Otro valor de refugio muy utilizado son los Bonos del Estado de países con economías sólidas y con una alta credibilidad: se consideran en este caso los bonos del Tesoro de Estados Unidos, los bunds alemanes y también los bonos del gobierno japonés, los que son percibidos como valores seguros por la solidez financiera y la estabilidad política de los países emisores. Debido a ello ofrecen un rendimiento fijo y predecible y aunque suelen tener una menor rentabilidad en comparación con otros instrumentos financieros, ofrecen un riesgo muy reducido.
Sin embargo, Nina indica que el activo de refugio más importante son los bienes raíces.
“Gran parte de nuestros agentes económicos invierten en bienes raíces porque, además de protegernos contra la inflación y variaciones en el tipo de cambio, también nos genera un incremento en el valor, sobre todo si estos activos están en áreas de alto desarrollo inmobiliario, esto nos permite incluso que el precio se duplique en el mediano y largo plazo. Éstos, son refugios de mediano y largo plazo”.
Además, estos activos nos pueden generar ingresos pasivos a través del alquiler y, además, se revalorizan en el tiempo.
Sin embargo, hay que considerar otros factores, en el caso del oro, que si bien no es tan estable como los bienes raíces, puede llegar a tener mejores márgenes financieros a corto y mediano plazo, mientras que los bienes inmuebles y los terrenos tienen márgenes que se pueden observar a largo plazo y toman más tiempo en consolidarse.
“El oro puede subir mucho, como puede valer mucho y es importante observar los cambios en el mercado para poder recuperar o ganar con el margen”, señala.
Otros bienes de refugio menos importantes son los bienes muebles que pueden servir como un refugio a cortísimo plazo, ya que estos sufren de depreciación y pueden perder todo su valor en pocos años.
“Línea negra, línea blanca, electrónicos de consumo, maquinarias, automotores pueden ser opciones si es que se los piensa vender en muy corto plazo, ya que estos se deprecian. En el caso de los electrónicos de consumo, como computadoras, la depreciación es de casi 25% al año, esto quiere decir que en cuatro años su valor es cero, mientras que en el caso de lavadoras y otros electrodomésticos la depreciación está cerca del 10%. Esto significa que cada año que pasa, estos bienes pierden un porcentaje de su valor de reventa, por lo que es necesario evaluar bien la situación antes de invertir en ellos”, concluye el experto.