La memoria es una de las capacidades mentales básicas y nos permite almacenar y codificar información, como una gran biblioteca de vivencias, sucesos, imágenes, sentimientos e ideas. Desde un recuerdo dulce como el primer paseo en un parque, hasta memorias dolorosas como la muerte de un ser querido, esta información se guarda y a veces también se olvida, pero ¿cuándo debemos preocuparnos por olvidar?
“La memoria es uno de los procesos psicológicos básicos, nos permite ser funcionales y adaptarnos al entorno. Existen dos tipos de memoria, de corto y de largo plazo, en el caso de la primera, una vez que la información que se mantiene en dicha memoria deja de ser útil o se ha concluido con la tarea que se estaba llevando a cabo, ya no es útil almacenarla y de ese modo se elimina de nuestro almacén temporal para dar paso a nueva información que se usará durante un tiempo determinado mientras sea útil y así seguir el ciclo, a menos que se necesite mantenerla, en ese caso pasa a la memoria de largo plazo”, explica Pedro Wáskar Aramayo, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Aramayo indica que olvidar es un proceso natural, sobre todo en caso de la memoria de corto plazo, sin embargo, el olvido debe llamar la atención cuando se hace presente ante actividades, personas o información que la persona antes manejaba con facilidad.
“Por ejemplo, si el paciente siempre fue bueno reteniendo nombres al conocer a alguien nuevo y ahora se olvida, le cuesta retener el nombre de nuevas personas, o, antes dejaba las llaves en el mismo lugar o al menos no las perdía y ahora comienza a perderlas, es motivo de preocupación”, expresa.
El experto agrega que debe haber diferencia con el antes, pues si nunca le fue fácil aprender nombres y ahora no lo hace no hay que preocuparse, si siempre perdió las llaves y ahora lo hace no hay cambio.
En segundo lugar, es más preocupante cuando empieza a interferir en su vida diaria. Empieza a olvidar cosas del trabajo, reuniones importantes, familiares cercanos, entre otros eventos y personas.
A medida que la gente envejece, se preocupa más por su memoria. Si bien es cierto que nuestro olvido se acentúa, no siempre significa que haya un problema.
Cuanto más vivimos, tenemos más experiencias y más que recordar. No sólo eso, sino que las vivencias tienen mucho en común, lo que significa que puede llegar a ser difícil separar estos acontecimientos en nuestra memoria.
Los hábitos y la estructura, como poner siempre las llaves en el mismo sitio para no tener que codificar su ubicación, pueden ayudarnos a evitar este problema.
El ensayo también es importante para la memoria. Los recuerdos que más duran son los que hemos ensayado y repetido muchas veces.
“El ensayo es fundamental para la retención de recuerdos, pues las actividades rutinas lecturas, información que se repitan permiten generar circuitos neuronales que faciliten el acceso a la información por múltiples caminos. Por eso las memorias procedimentales son más resistentes al olvido”, puntualiza el experto
Sin embargo, el ensayar también puede ser una causa de olvidos cotidianos. Por ejemplo, cuando ensayamos una lista de compras y olvidamos donde pusimos las llaves por estar concentrados en la primera actividad.
Esa es otra característica del olvido. Podemos olvidar información concreta, pero recordar lo esencial.
Causas del olvido
“Las causas del olvido pueden ser funcionales como no requerir más el uso de la información, por ejemplo aprender cálculo, derivadas e integrales en el colegio, se mantiene en la memoria mientras sea útil, sin embargo si dejo de estudiarla y me dedico a otra actividad que no requiera esa información pasará al olvido pues no la requiero”, indica Aramayo.
Actividades como conocer los números de líneas de movilidad que nos lleven a una dirección a la que solemos frecuentar por un periodo breve de tiempo, o los colores de una casa por la que pasábamos, la cantidad de cuadras entre un lugar u otro o el rostro de un conocido, todas éstas pueden olvidarse si cambiamos de ciudad o de barrio, lo mismo sucede con los nombres de personas a las que sólo conocimos circunstancialmente y con las que perdimos el contacto.
“Todas estas cosas permanecerán en nuestra memoria mientras sean útiles y no hayamos establecido un vínculo emocional fuerte que les permita pasar a la memoria de largo plazo. Pero si cambio de ciudad o país con el tiempo los olvidaré”, acota.
Por otra parte, también están las causas patológicas, dentro de las cuales podemos poner como ejemplo la enfermedad de Alzheimer u otros tipos de deterioro cognitivo que se acompañan de otras alteraciones afectivas psicológicas. Asimismo, se pueden encontrar factores emocionales como situaciones de alto estrés o alto impacto emocional que pueden causar amnesias lacunares, o bien lesiones por accidentes que produzcan daño cerebral.