Por Diego And´res Sabat
Samanta recuerda exactamente cuando encendió su primer cigarro, fue en junio de 2007 después de rendir la prueba final de Cálculo I. Dieciséis años después y casi una cajetilla al día, desarrolló bronquitis y gastritis crónica, reduciendo notoriamente su calidad de vida. Aunque dejó de fumar hace 4 años, el daño producido es irreversible.
Según el Ministerio de Salud y Deportes del Estado Plurinacional de Bolivia, 4.600 personas mueren al año por enfermedades relacionadas al tabaco. Durante el 2022, 10.349 bolivianos han desarrollado la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, 9.894 neumonía, 2.818 problemas cardíacos, 1.316 algún tipo de cáncer y 3.728 han sufrido accidentes cerebrovasculares. El Estado boliviano gastó 1.724 millones de dólares por año tratando problemas de salud relacionados al consumo del tabaco. En el Día Mundial Sin Tabaco estás cifras llaman la atención e invitan a reflexionar.
¿Por qué fumamos?
José Vázquez, psicólogo cognitivo conductual y Asesor de Bienestar Estudiantil de Unifranz explica que la nicotina altera los receptores de placer, estimulaciones que inciden en los neurotransmisores. Este tipo de actividad cerebral genera sensación de tranquilidad produciendo bienestar corporal y mental en el organismo.
“El riesgo de consumir tabaco de manera continua, origina que las hendiduras sinápticas incrementen en el cerebro, este mismo “solicita o exige” la misma estimulación de la nicotina, originando la conducta ansiosa de la sustancia provocando una adicción, ya que requerirá una mayor dosis” aclara el especialista en conducta humana, al identificar uno de los procesos químicos en el desarrollo de la adicción a la nicotina, sustancia responsable de todos los problemas vinculados al consumo del tabaco.
La nicotina incide directamente en la química del cerebro y el sistema nervioso, produciendo la liberación de dopamina, incrementando el estado de alerta y concentración, al igual que la estimulación de la memoria a corto plazo. Estos PROS van en directa confrontación a la gran cantidad de CONTRAS a la salud.
“El cigarrillo es uno de los principales factores desencadenantes y predisponentes para enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial o infarto agudo de miocardio, induce a desarrollar o promover la mutación de las células y convertirlas en cancerígenas especialmente a nivel de vías aéreas como cáncer de pulmón” afirma contundente Karla Fernández, médico de UNIFRANZ La Paz y Docente.
El consumo de nicotina genera malformaciones congénitas o bajo peso al nacer durante el período de gestación, pérdida del esmalte dental, un grado más elevado de osteoporosis en mujeres y esterilidad en los varones.
Hay noticias positivas
La cantidad de evidencia mostrada sobre los efectos negativos del tabaco, la implementación de leyes impositivas dirigidas a los fumadores, las normas que limitan el consumo en espacios físicos y una reglamentación clara en cuanto a la publicidad de los cigarros, se tradujo en la reducción del consumo de tabaco en los jóvenes bolivianos.
Según el estudio realizado por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria de Argentina en Colaboración con la Universidad Mayor de San Andrés, denominado “El tabaquismo en Bolivia”, la cantidad de fumadores decrece: mientras en el 2020, el 28% de la población fumaba tabaco, el 2022 la cifra reduce en un 12.3% llegando al 16.3%.
Cada vez más jóvenes deciden dejar de fumar, aunque algunos lo han sustituido por vaporizadores. “Es común que se escuche decir que son inofensivos o que no provocan tantos problemas como el cigarrillo lo cual es completamente falso. Esto se debe a dos factores, el primero que, al ser considerado una moda, el uso y consumo de estos es mayor que el cigarrillo, y segundo se da por el mecanismo que estos tienen, ya que disponen de un motor que genera temperaturas elevadas para activar las sustancias aromatizantes y saborizantes de estos vapes, al producirse este aumento de temperatura altas, provocan cambios químicos que las convierten en sustancias cancerígenas e irritantes de la vía aérea, además de ser tóxicos. Llevando a que los jóvenes desarrollen enfermedades pulmonares como Fibrosis, problemas de hipertensión o presencia de células cancerígenas”, explica Fernández.
El daño que produjo Samanta a sus pulmones no tiene vuelta atrás, no empeorará si mantiene los tratamientos indicados por sus médicos. Ante la interrogante si extraña fumar, responde; “Ni un poco, recuerdo muy bien el primer cigarro que encendí y aún recuerdo el último, fue antes de entrar al consultorio del neumólogo el 2019, si es que no hubiera tenido ese alto forzoso, no hubiera sobrevivido al COVID 19”.