Miércoles de ceniza en Bolivia: rituales que unen lo católico y lo ancestral

Reflexión y arrepentimiento, luego del desenfreno del Carnaval, los católicos dan inicio a un período de 40 días que lleva hacia la Pascua. Si bien la Constitución Política declara que Bolivia es un Estado independiente de la religión, el Miércoles de Ceniza es una celebración que, más allá de su significado estrictamente católico, en el país fusiona elementos de la cosmovisión indígena, reflejando la diversidad cultural y religiosa del país. 

Esta fecha, que marca el inicio de la Cuaresma, no solo es un momento de introspección y penitencia para los fieles católicos, sino también una oportunidad para que las tradiciones ancestrales se entrelacen con las prácticas cristianas. 

“La fecha del Miércoles de Ceniza está determinada por un fenómeno astronómico. Esencialmente, las cuatro principales celebraciones religiosas (Carnaval, Miércoles de Ceniza, Semana Santa y Corpus Christi) están definidas por el momento de la Semana Santa, que a su vez está definido por un fenómeno astronómico. La primera luna llena después del equinoccio de primavera en el hemisferio norte es la que define cuándo va a ser la Semana Santa, porque fue una convención establecida en un concilio católico hace varios siglos”, detalla Javier Zárate, historiador y docente de la carrera de Periodismo en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Desde la Semana Santa, se cuentan 40 días hacia atrás hasta el Miércoles de Ceniza. Estos 40 días simbolizan la Cuaresma, un periodo de prueba y penitencia vinculado a episodios bíblicos como los 40 años que el pueblo de Israel pasó en el desierto, los 40 días que Jesús ayunó antes de su pasión y los 40 días que el arca de Noé navegó antes de tocar tierra. 

De la fiesta al arrepentimiento 

El Miércoles de Ceniza llega inmediatamente después del Carnaval, una festividad que en Bolivia tiene una importancia cultural y religiosa profunda, con expresiones como el Carnaval de Oruro, declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO. Si bien el Carnaval es un tiempo de fiesta y desenfreno, la llegada de la Cuaresma supone un cambio de actitud para los creyentes, quienes se preparan espiritualmente para la Semana Santa. 

“En el pasado, en La Paz esta transición se vivía de manera intensa en la sociedad boliviana. Hace unos 60 o 70 años, era común que las familias acudan a misa en la mañana y luego hagan un día de campo en zonas como Obrajes, Calacoto o Aranjuez. En ese entonces, el río Choqueyapu y el río Orkojahuira eran menos contaminados, y la jornada servía para marcar el fin del Carnaval y el inicio de la Cuaresma”, explica Zárate.

Durante este periodo de 40 días, los fieles estaban llamados a practicar la oración, el ayuno y la limosna. “Pero una limosna que vaya más allá de la cuestión material; sino como un reflejo de solidaridad y preocupación por quienes nos rodean y necesitan ayuda”, dice el experto. 

Uno de los momentos centrales del Miércoles de Ceniza es la Eucaristía, en la que el sacerdote impone la ceniza en la frente de los fieles con la frase: “Polvo eres y en polvo te convertirás”. La ceniza proviene de la quema de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior y simboliza la humildad y el arrepentimiento. 

Esta práctica, aunque sigue vigente, ha perdido fuerza con el paso de los años. 

“Ahora, la fe católica ha sufrido una reducción de feligresía, y muchas iglesias evangélicas han crecido. La celebración del Miércoles de Ceniza ha disminuido su valor. La mayoría de los feligreses va a misa, pero muchos no conocen el significado del símbolo de la ceniza en la frente ni el valor de los 40 días de Cuaresma”, advierte el historiador. 

La fusión con lo ancestral 

El historiador indica que en las comunidades rurales y en algunas ciudades con fuerte presencia indígena, el Miércoles de Ceniza no solo es una fecha cristiana, sino que también se asocia con rituales agrícolas. En muchas regiones del altiplano y los valles, coincide con ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra), en las que se pide por buenas cosechas y se agradece por los frutos recibidos. 

Esto se debe a que febrero y marzo marcan la transición entre la época de lluvias y la cosecha en Bolivia, lo que refuerza la conexión entre la espiritualidad y la naturaleza. En algunas comunidades aymaras y quechuas, es común que las familias realicen ceremonias de purificación y renovación de la tierra, en un paralelismo con la idea cristiana del arrepentimiento y la conversión espiritual. 

En Oruro, donde el Carnaval tiene un fuerte componente devocional en honor a la Virgen del Socavón, el Miércoles de Ceniza es el momento en que bailarines y músicos dejan atrás la fiesta y se sumergen en un periodo de reflexión y penitencia. Este tránsito de lo festivo a lo espiritual es un reflejo del sincretismo que caracteriza la religiosidad boliviana. 

Un rito en transformación

Si bien la celebración del Miércoles de Ceniza sigue siendo parte del calendario litúrgico en Bolivia, su importancia ha cambiado con el tiempo. Antes, se observaban prácticas de penitencia más estrictas, como el uso de vestimentas moradas o negras en señal de duelo y arrepentimiento, en particular entre los devotos del Señor de los Milagros. Hoy en día, estas costumbres han disminuido y la asistencia a la misa ha decaído en algunas regiones. 

A pesar de ello, la fecha continúa siendo un punto de encuentro entre lo católico y lo ancestral, donde las tradiciones indígenas y las creencias cristianas conviven en una expresión única de fe. En un país donde la espiritualidad adopta múltiples formas, el Miércoles de Ceniza sigue recordando la fragilidad de la vida y la necesidad de renovación, tanto para los creyentes como para quienes encuentran en esta fecha una conexión con sus raíces y su entorno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *