Por Manuel Filomeno
La muerte es definitiva. No hay escape al descanso eterno y muchas veces no tenemos la posibilidad de despedirnos, lo que puede causar un gran dolor, que se suma al de la pérdida. Sin embargo, la inteligencia artificial (IA) nos brinda la oportunidad de decir adiós.
La IA nos brinda una multitud de herramientas para generar texto, imágenes, videos e, incluso, clonar voces y crear avatares personalizados. Estas dos últimas aplicaciones tienen una funcionalidad adicional, ser programados para reproducir la personalidad, la apariencia y hasta ciertos comportamientos de personas que ya no están con nosotros.
Crear avatares personalizados es una de las tendencias más populares dentro del mundo de la inteligencia artificial. Sin embargo, hay empresas en China que se dedican a hacer esto mismo, pero con la apariencia de personas fallecidas, haciendo que los familiares puedan, de una forma completamente distinta, ponerse en contacto con ellos.
En Taiwán, una startup lanzó recientemente una app para crear avatares de mascotas fallecidas. Otra startup en Estados Unidos, HereAfter, permite preservar ‘la memoria de las personas tras la muerte’, mediante el uso de grabaciones de sus memorias.
Mediante el aprendizaje profundo (deep learning), las redes neuronales y huellas cada vez más profundas en el mundo digital, es posible preservar la memoria de nuestros difuntos o “hablar” con ellos.
“Con el impulso que ha desarrollado la inteligencia artificial, se utiliza lo que es el deep learning, basado específicamente en el uso de redes neuronales. Mediante estas redes se puede entrenar a la IA a partir de una cierta cantidad de datos para modelar el habla y también la escritura de una persona difunta”, explica Sergio Valenzuela, docente de la carrera de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, con un máster en Ingeniería de Software.
Esto se ha vuelto particularmente popular en China, un país profundamente tecnológico, pero también decididamente tradicionalista.
Por ello mismo, muchas personas en China recurren a sitios web donde pueden adquirir chatbots personalizados con la apariencia y voz de los difuntos. Estos sitios suelen ofrecer el servicio por unos cientos de dólares.
Según un reporte del medio Rest of the World, una funeraria del país, Fushouyuan, comunicó en un evento que está trabajando en una opción para que los difuntos puedan aparecer como avatares de IA. Otros creadores independientes han difundido vídeos generados por IA de cantantes fallecidos y actores para promocionar estos servicios.
Este servicio atrajo, en un breve tiempo, a más de 2.000 personas, señala Rest of the World. De hecho, hay quienes incluso utilizan este servicio para fingir la muerte de seres queridos, según cuenta Wu al medio. Además, comenta que deben monitorizar los chats para asegurarse de que los chatbots no dicen nada que pueda causar daño emocional a los usuarios, ya que existe el riesgo de que se promuevan las ideas suicidas con frases como “Te esperaré en el cielo”.
En China, hay quienes incluso están preparando sus propios chatbots para cuando dejen de vivir, mediante el entrenamiento de chatbots con la subida de textos sobre sus rutinas diarias, pensamientos, conversaciones con otras personas y más.
“Hay que tener en cuenta que el insumo principal de la IA moderna son los datos. Si no tenemos datos, mal podemos pensar en obtener algún tipo de beneficio. Lo que se hace es que, a partir de este conjunto de datos, se entrenan modelos. Mientras más archivos de audio, video o texto se tengan se pueden delinear mejor las características de habla y escritura de la persona fallecida. Por ejemplo, si tenía alguna muletilla o si utilizaba un tono especial para referirse a algunos términos en particular, eso se podría capturar”, agrega el experto.
También hay herramientas que permiten usar la tecnología para hacer síntesis de la voz. Esto puede convertir el texto que genera la inteligencia artificial en habla y que puede sonar con un determinado tipo de voz.
“Otro tipo de técnicas que se utilizan son los análisis de sentimientos, que tienen que ver con el procesamiento del lenguaje natural y, a partir de esto, determinar el tono que una persona puede darle a una palabra, qué emoción usaban las personas cuando se expresaban, el énfasis que usaban en ciertas palabras, entre otras características”, agrega el experto.
Desafíos éticos
Sin embargo, explica el experto, estas técnicas tienen sus pros y contras, ya que por un lado pueden permitir a una persona despedirse de un familiar o ser querido, pero por otro lado, pueden prolongar innecesariamente el duelo.
“Existe una serie de desafíos éticos en el uso de la IA para recrear la manera de expresarse, la semejanza o la voz de una persona fallecida”, explica Valenzuela.
“Va a depender mucho de la persona que requiera el servicio. Por una parte, algunas personas pueden sentir bienestar, porque pueden encontrar consuelo y pensar que están ‘hablando’ con su ser querido a partir de la recreación de su voz. Tal vez esto pueda ayudar a procesar el duelo y de paso sentir que hay una conexión continua con la persona fallecida”, explica.
Sin embargo, en contrapartida en otro tipo de personas, el uso de esta tecnología podría generar una sensación de angustia y perturbación al interactuar con una recreación del ser querido, generando malestar.
“En algunas personas puede generar expectativas irreales, aquellas personas que no quieren reconocer que la persona falleció, al utilizar una recreación pueden validar esas expectativas irreales y eso, después, puede producir una mayor angustia porque esas ilusiones no se van a cumplir”, puntualiza el experto.
Por último, está la culpa, ya que algunas personas pueden sentir culpa al interactuar con algo que no es real, sentirían que están traicionando o deshonrando la memoria del difunto para simular la conversación.
“Hay que notar que todos estos impactos dependen de una serie de factores como la relación que se tenía con el ser querido, la manera en la que se está manejando el duelo y la relación que la persona tiene con el uso de la tecnología. Hay que tomar en cuenta la parte emocional y psicológica”, concluye.