Hígado graso, una enfermedad silenciosa que afecta al 25% de la población mundial

Hígado graso, una enfermedad silenciosa que afecta al 25% de la población mundial

Por Lily Zurita

El hígado es el órgano más grande dentro del cuerpo. Ayuda a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas. Sin embargo, al igual que cualquier otro órgano humano está expuesto a enfermedades y patologías, tales como el hígado graso.

La enfermedad de hígado graso es una alteración inflamatoria metabólica. Se trata de una afección en la que se acumula grasa en el hígado. Se lo conoce también como esteatosis cuando hay infiltración (depósito) de grasa intrahepática y esteatohepatitis cuando además hay inflamación.

Jeniceis Indira Caro Arzuaga, especialista en diagnóstico por imágenes y docente de la carrera de Medicina en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, indica que hay dos tipos de hígado graso.

El primero está vinculado al alcoholismo, llamado también esteatosis hepática alcohólica y el segundo es el no alcohólico que es la causa más común de enfermedades hepáticas crónica en el mundo.

La enfermedad por hígado graso no alcohólico afecta a cerca del 25% de la población mundial, debido a las altas tasas de obesidad, diabetes tipo 2 y colesterol alto que están presentes en edades pediátricas y en adultos de todas las edades.

“La frecuencia de esta enfermedad es mayor en comparación con la enfermedad del hígado graso por alcohol que sólo ocurre en personas que beben mucho, especialmente aquellas que han estado bebiendo durante un largo período de tiempo. El riesgo es mayor para bebedores empedernidos”, puntualiza Caro.

Hígado graso no alcohólico

El hígado graso no alcohólico es un desorden metabólico multifactorial que deriva del acúmulo de grasa (esteatosis macrovesicular) en el hígado sano sin relación con el consumo de alcohol.

Comprende un espectro de afectación hepática que va desde la simple esteatosis hasta la esteatosis con componente necroinflamatorio, que puede progresar a fibrosis, cirrosis o carcinoma hepatocelular (cáncer), tras pasar por una fase inflamatoria denominada esteatohepatitis no alcohólica.

Caro explica que es difícil determinar su verdadera incidencia y prevalencia, pero que está en aumento debido a la epidemia actual de diabetes tipo 2 y obesidad en niños y adultos.

Hígado graso por alcohol

En este caso, el hígado descompone la mayor parte del alcohol que se consume para que sea eliminado por el cuerpo, pero el proceso de descomposición puede generar sustancias que pueden dañar las células del hígado, provocar inflamación y debilitar las defensas naturales del cuerpo. Cuanto más alcohol se beba, más daña se provocará en el hígado.

“La enfermedad del hígado graso por alcohol es la etapa más temprana de la enfermedad del hígado por el alcohol (o hepatopatía alcohólica). Las siguientes etapas son la hepatitis alcohólica, la cirrosis hepática y, en ocasiones, el cáncer hepático”, especifica la académica.

Causas del hígado graso

Caro indica que hay varios factores que pueden derivar en esteatosis hepática, tales como:

  • Cuadros metabólicos como la obesidad, la diabetes mellitus o el aumento del colesterol y triglicéridos.
  • Procedimientos quirúrgicos, como los casos de obesos mórbidos que se someten a una intervención de reducción de estómago (cirugía bariátrica).
  • Fármacos que se prescriben por otras patologías y enfermedades raras como el síndrome de aceite tóxico.
  • Hay, también, un grupo de pacientes en los que no es posible identificar algún factor que condicione el hígado graso.

Factores de riesgo

Los principales factores de riesgo se derivan de un estilo de vida sedentario, con poco ejercicio y una dieta no equilibrada.

El aumento en el consumo de hidratos de carbono y las grasas con una reducida combustión de la energía (poco ejercicio), contribuye al almacenamiento de la grasa en el tejido adiposo llevando al desarrollo de la obesidad. En los casos de obesidad y diabetes mellitus tipo 2, puede ser que el hígado almacene una gran cantidad de lípidos (grasa).

Los pacientes con hígado graso tienen una mortalidad mayor que la población en general. El pronóstico depende del estadío de la enfermedad y del daño hepático establecido. La presencia de diabetes tipo 2 y el IMC elevado son factores que favorecen la progresión a fibrosis.

“Los pacientes con hígado graso tienen una alta prevalencia de factores de riesgo cardiovascular, ateroesclerosis y alta incidencia de morbimortalidad cardiovascular. Numerosos estudios han observado que la enfermedad cardiovascular es una causa de muerte mucho más frecuente que las complicaciones derivadas de la enfermedad hepática”, explica la académica.

Factores de riesgo

Los principales factores de riesgo se derivan de un estilo de vida sedentario, con poco ejercicio y una dieta no equilibrada.

El aumento en el consumo de hidratos de carbono y las grasas con una reducida combustión de la energía (poco ejercicio), contribuye al almacenamiento de la grasa en el tejido adiposo llevando al desarrollo de la obesidad. En los casos de obesidad y diabetes mellitus tipo 2, puede ser que el hígado almacene una gran cantidad de lípidos (grasa).

Los pacientes con hígado graso tienen una mortalidad mayor que la población en general. El pronóstico depende del estado de la enfermedad y del daño hepático establecido. La presencia de diabetes tipo 2 y el IMC elevado son factores que favorecen la progresión a fibrosis.

“Los pacientes con hígado graso tienen una alta prevalencia de factores de riesgo cardiovascular, ateroesclerosis y alta incidencia de morbimortalidad cardiovascular. Numerosos estudios han observado que la enfermedad cardiovascular es una causa de muerte mucho más frecuente que las complicaciones derivadas de la enfermedad hepática”, explica la académica.

Cómo controlar el hígado graso

El tratamiento para la enfermedad de hígado graso se basa en la prevención de la progresión de la enfermedad mediante la identificación y corrección precoz de los factores de riesgo.

Caro asegura que, en estos casos, los pacientes deben:

  • Perder peso, si tienen el IMC elevado
  • Realizar ejercicio físico aeróbico de intensidad moderada
  • Hacer dieta baja en grasas, azúcares, sal e hidratos de carbono, además de comer muchas frutas, verduras y granos integrales.
  • Realizar buen control metabólico de diabetes y dislipemia, si están presentes.

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