Finanzas sostenibles: una oportunidad clave para el desarrollo climático y económico de Bolivia

Las finanzas sostenibles representan una transformación profunda del sistema financiero global. A diferencia de los instrumentos tradicionales que solo consideran rentabilidad y riesgo, este nuevo enfoque integra criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en cada decisión de inversión y financiamiento. Su objetivo no es solo “cuánto gano”, sino también “qué impacto genero en el planeta y en la sociedad”.
Para países como Bolivia, altamente vulnerables al cambio climático pero ricos en biodiversidad y saberes territoriales, las finanzas sostenibles no son una opción, sino una oportunidad estratégica para movilizar recursos, impulsar la economía verde y cumplir con sus compromisos internacionales.
“Las finanzas verdes canalizan recursos hacia actividades económicas que generan beneficios ambientales y sociales sin comprometer la rentabilidad financiera”, explica Osvaldo Nina, economista y docente de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Estas ideas estarán en el centro del debate del primer Foro Nacional de Finanzas Sostenibles: “Bolivia, hacia un financiamiento climático con identidad territorial y justicia ambiental”, que se llevará a cabo los días 28 y 29 de julio en Santa Cruz.
El evento, organizado por el Gobierno Nacional a través del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), con el apoyo de la cooperación internacional, reunirá a representantes del gobierno, banca, cooperación, pueblos indígenas, sociedad civil y sector privado con el objetivo de visibilizar instrumentos financieros innovadores que impulsen una economía resiliente y respetuosa con la Madre Tierra, quienes abordarán los avances normativos del país en materia de financiamiento climático, así como las oportunidades que ofrecen los mercados de carbono, los bonos temáticos y los canjes de deuda por naturaleza.
Marcelo Arroyo, economista senior del PNUD en Bolivia, destaca que sectores como la energía, la agricultura sostenible, el agua, la industria y la gestión de residuos podrían ser los primeros beneficiarios si logran conectar sus necesidades de inversión con estos mecanismos.
“Las finanzas sostenibles permiten conectar la demanda de inversión de sectores estratégicos con instrumentos innovadores que generan valor económico, social y ambiental”, señala.
Según Arroyo, Bolivia tiene hoy la posibilidad concreta de acceder a un mercado global que moviliza anualmente más de 1,4 billones de dólares en instrumentos financieros sostenibles. Pero para capitalizar esta oportunidad, es necesario avanzar en varios frentes.
“El país debe reforzar sus capacidades institucionales y técnicas, implementar una taxonomía nacional de financiamiento sostenible y desarrollar sistemas de monitoreo, reporte y verificación (MRV) para garantizar transparencia en los flujos financieros”, advierte. Además, considera indispensable consolidar un marco regulatorio que integre la racionalidad climática y reduzca los riesgos financieros vinculados al cambio climático.
Uno de los desafíos clave, según el economista del PNUD, es construir un entorno normativo que permita atraer inversión sin comprometer la soberanía ni el desarrollo inclusivo.
“Para aprovechar el mercado de bonos verdes y sostenibles, Bolivia debe determinar con claridad sus necesidades de inversión, cuantificar su brecha de financiamiento y establecer reglas claras que brinden confianza a los inversionistas”, explica.
Añade que “se requiere fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas y promover emisiones transparentes, como lo hizo el BDP con el bono verde de USD 15 millones, acompañado por la CAF y el PNUD”.
Otro eje fundamental es el respeto y la valorización de los saberes ancestrales. “Las finanzas sostenibles deben promover una gobernanza participativa, respetando los derechos de los pueblos indígenas y reconociendo su enfoque territorial”, enfatiza Arroyo.
Para ello, propone el diseño de instrumentos financieros que otorguen plenos derechos de participación, cogestión y beneficios compartidos, como los canjes de deuda por naturaleza o los fondos climáticos comunitarios. Desde su perspectiva, este es un camino para asegurar que las comunidades indígenas sean protagonistas informadas y beneficiarias directas de los recursos climáticos.
La inclusión financiera verde también se presenta como una herramienta poderosa para democratizar el acceso al financiamiento. A través de productos como los préstamos verdes —orientados a proyectos como viviendas ecológicas, energía solar, vehículos eléctricos o tecnologías limpias— se puede fomentar un cambio de paradigma desde lo cotidiano, permitiendo que micro y pequeñas empresas, así como familias bolivianas, sean parte activa de la transición hacia una economía baja en carbono.
“Este tipo de soluciones deben estar al alcance de todos, especialmente de los más vulnerables. Es ahí donde el financiamiento sostenible puede cerrar brechas”, sostiene el experto del PNUD.
Además del impacto ambiental y social, las finanzas sostenibles ofrecen ventajas competitivas para el sistema financiero nacional. Al alinear sus operaciones con marcos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París, las instituciones financieras pueden acceder a líneas de financiamiento internacionales con mejores condiciones, reducir riesgos regulatorios y reputacionales, y ganar la preferencia de consumidores cada vez más conscientes del impacto de sus decisiones económicas.
El foro se plantea como un espacio de articulación intersectorial, donde se buscará consolidar conocimientos, fortalecer capacidades técnicas y construir una hoja de ruta compartida. La presencia de expertos nacionales e internacionales aportará casos de éxito, lecciones aprendidas y herramientas aplicables a la realidad boliviana. La meta es sentar las bases para una arquitectura financiera más sólida, inclusiva y alineada con las necesidades del país y del planeta.
“El financiamiento sostenible abre la puerta a una nueva arquitectura económica para Bolivia, en la que el desarrollo no se mida sólo por el crecimiento del PIB, sino también por la resiliencia de nuestros ecosistemas, la equidad social y la dignidad de los territorios”, concluye Osvaldo Nina, destacando la importancia de apostar por esta agenda de largo plazo.
Las finanzas sostenibles, entonces, no son una moda, sino un nuevo paradigma que combina rentabilidad, resiliencia y responsabilidad. Para Bolivia, significan una oportunidad histórica de conectar su riqueza natural y diversidad cultural con instrumentos financieros que permitan crecer cuidando, en armonía con la Madre Tierra.