Por Manuel Filomeno y Beatriz Cahuasa
Miniaturas, anhelos y tradición se mezclan en la Alasita –una festividad con gran arraigo en la parte occidental de Bolivia– que representa la esperanza de un futuro mejor.
La tradicional Alasita se celebra con una feria de artesanías, juegos, concursos y gastronomía en miniatura, con el propósito ritual de que estas representaciones se conviertan en realidad. La palabra “Alasita” proviene del verbo aymara “Alathaña”, que significa «cómprame». Esta feria se realiza en honor a la deidad aymara Ekeko, el dios de la abundancia.
“Cada 24 de enero en La Paz, nosotros, en grupo, con la familia salimos a las calles para adquirir pequeños bienes en miniatura, ya sea un auto, una casa, el título, más plata, todo lo compramos en miniatura, para que a las 12.00 de ese mismo día, podamos ir a la iglesia, ch’allarlos y que nuestros anhelos se puedan hacer realidad en un corto tiempo”, explica Ana Patricia Huanca Paco, docente de la carrera de Administración en Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La tradición de adoración al Ekeko se remonta a tiempos prehispánicos de las culturas Pucará y Tiahuanaco en el altiplano boliviano y peruano. Sin embargo, la organización formal de la feria se inició en la época colonial con la llegada de los españoles en 1781, cuando el gobernador intendente de La Paz, José Sebastián de Segurola, ordenó celebrar una fiesta anual en honor a la deidad Ekeko, en agradecimiento porque la ciudad se salvó del cerco indígena de Túpac Katari.
Para el historiador Fernando Cajias la Alasita “es la festividad de la fertilidad y de la abundancia, donde los creyentes compran las illas o los amuletos con la fe de que sus deseos se hagan realidad”.
Si bien la Alasita es más conocida en La Paz, esta festividad también se celebra en diferentes fechas y otras regiones de Bolivia, así como en países vecinos, donde los migrantes bolivianos han llevado sus tradiciones.
En Cochabamba se celebra el 30 de octubre y también en agosto, durante la festividad de la virgen de Urkupiña; en Santa Cruz, a mediados de septiembre y el 16 de julio, en Sucre en julio, en Potosí en junio y en Buenos Aires, Argentina, el 24 de enero, la fiesta es organizada por la comunidad boliviana en Argentina y las autoridades locales.
Los recorridos rituales de la Alasita han sido declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). La feria es un evento importante para los bolivianos, ya que representa una parte integral de su patrimonio cultural y religioso.
María Choque, artesana de la tradicional feria de la Alasita y heredera del oficio asegura que pertenece a la segunda generación de artesanos que trabajan durante todo el año las miniaturas que hoy pondrán a exposición de los creyentes, soñadores que vienen en busca de sus ilusiones.
“Dicen que la fe mueve montañas, por su puesto con esfuerzo todo es posible. Conozco a tanta gente que cada año vuelven esperanzados con otro sueño buscando su título de propiedad, el terreno, la casita, las gallinitas o gallitos y hasta los bebitos”, dice sonriente Choque horas antes de la inauguración de la feria.
La Alasita se caracteriza por los objetos en miniatura que son elaborados y fabricados por artesanos de la ciudad de La Paz, principalmente que, año tras año, responden a las necesidades y demandas de la población para producir nuevos “deseos”, tradicionalmente los billetes en miniatura y los canastones de alimentos para que no falten durante este tiempo, juntamente a títulos universitarios, pasaportes, casas, movilidades y otros productos de artesanía.
Otro aspecto que caracteriza a la feria de las Alasitas, es que los compradores luego de haber adquirido un producto acuden a los «amautas» o sabios, quienes están instalados en las proximidades de los lugares donde se realiza la feria para ofrecer rituales de “ch’alla” de estos bienes y/o el ritual de bendición en las iglesias católicas abiertas para esta oportunidad, dentro del marco de la tradición, el sincretismo y la costumbre de los pueblos.
Sincretismo
“Son tradiciones vivas, que están vigentes y que hemos heredado por nuestros abuelos, nuestros bisabuelos, esto quiere decir que han implementado en nosotros esta forma de un Ekeko, que nos concede nuestros deseos y al que tenemos que cuidar para este fin”, agrega Huanca.
La experta indica que el sincretismo religioso es una parte importante de la festividad, ya que las creencias andinas se han fusionado con las católicas y ahora son parte de la tradición boliviana.
“Las fronteras entre las creencias son difusas en la Alasita y se convierten en sus propias creencias, sus propias tradiciones, es difícil diferenciar lo que proviene de lo prehispánico y lo que proviene de lo católico”, apunta Huanca.
Promoción
Huanca indica que la Alasita es una festividad meramente boliviana y que hasta el momento no tiene un posicionamiento internacional pese a la declaratoria de la Unesco.
“No ha habido un posicionamiento y esto tiene que realizarse de parte de instancias gubernamentales, de partes privadas, incluso de la cooperación internacional que quiera verlo como algo propio, no es solamente que nosotros vayamos e introduzcamos, es parte del sincretismo cultural y es una construcción social que hemos tenido en el tiempo”, explica la experta.
Huanca señala que no es posible “vender” la Alasita a los turistas, sino que éstos deben apropiarse de lo que esta festividad significa y entender el trasfondo de la misma.
“Para que otros países también lo quieran tomar como suyo o adquirirlo, van a tener que pensar que es suyo y para que exista este tema de apropiación pues tiene que haber apoyo, tienen que haber investigaciones o una buena promoción. Hasta que no ocurra esto va a ser instantáneo, el turista que esté pasando por La Paz va a venir y lo va a comprar, pero no va a ser constante, como sucede con los locales, se tendría que hacer una gran promoción, quizás a nivel regional”, manifiesta.