El voluntariado forma profesionales con propósito y un país más humano
Por Leny Chuquimia

“Para mí, el voluntariado es el corazón de la humanidad”. Con esta frase, la directora de la Fundación Unifranz, María del Pilar Hidalgo, resume lo que significa este acto de entrega desinteresada. No se trata solo de dar tiempo o esfuerzo: es —asegura— un gesto de empatía capaz de transformar realidades y abrir caminos hacia un futuro común.
“El voluntariado es el acto en el cual una persona se identifica con su comunidad y puede hacer algo para cambiarla. Es la capacidad de sumarse a una causa en un gesto relacionado con la empatía, con darse el tiempo de sentir por el otro”, señala.
Esta práctica, según la directora de la Fundación, no solo transforma comunidades y genera ciudadanos más empáticos, sino que, dentro de la educación, es clave para formar profesionales con propósito. Se construyen profesionales comprometidos con su entorno.
El aula que se abre a la comunidad
Algo que no se puede negar es que el voluntariado también es un aula viva. Y es que no basta con enseñar teoría, la verdadera transformación ocurre cuando los estudiantes aprenden haciendo.
“Cuando el conocimiento no transforma entornos, se queda en simple información”, subraya Hidalgo.
Por ello, en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, el voluntariado no es un complemento, sino parte esencial de la formación profesional. Cada año, miles de estudiantes participan en iniciativas solidarias vinculadas a su área de estudio, ya sea a través de la Fundación Unifranz o de la modalidad de enseñanza “aprender haciendo”.
En Santa Cruz, por ejemplo, estudiantes de Medicina realizan brigadas comunitarias en barrios vulnerables. Allí, además de aplicar lo aprendido en las aulas, se acercan a la realidad de la gente, forjando un perfil profesional más humano y cercano a la población.
Otro ejemplo es el grupo Rescate Unifranz, que reúne a estudiantes, docentes y administrativos voluntarios. Este equipo recibe capacitación constante en primeros auxilios y respuesta a emergencias, con el único objetivo de servir a la comunidad dentro y fuera del campus universitario.
“El voluntariado en Unifranz es un propósito esencial para lograr la transformación de la educación en nuestro país. Permite que el estudiante se identifique con causas y problemas desde el aula, y que entienda cómo la acción individual puede generar un cambio profundo”, afirma Hidalgo.
El marco legal y la fuerza global
En un país donde las crisis han puesto a prueba la resiliencia colectiva, la solidaridad sigue siendo parte del ADN boliviano. Ejemplos no faltan: las Cebras de La Paz, nacidas en el año 2001 como una iniciativa ciudadana, se han convertido en un símbolo internacional de educación vial y cultura ciudadana a través del teatro callejero.
“El boliviano es muy solidario, creativo, y en medio de las dificultades encuentra formas para ayudar y construir soluciones”, añade Hidalgo.
El voluntariado en Bolivia no es solo una acción espontánea. Desde 2005, la Ley 3314 regula y protege la labor de los voluntarios, además de promover su reconocimiento académico.
A nivel internacional, la ONU considera al voluntariado un motor clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030. De hecho, la Asamblea General declaró a 2026 como Año Internacional de los Voluntarios para el Desarrollo Sostenible, en reconocimiento a su impacto en la construcción de sociedades más justas e inclusivas.
Diversos estudios internacionales destacan que el voluntariado no solo beneficia a quienes reciben apoyo, sino también a quienes lo ofrecen: fortalece la autoestima, reduce el estrés, mejora la salud mental y potencia habilidades blandas como liderazgo, trabajo en equipo y comunicación.
Una práctica que transforma
La Fundación Unifranz lo tiene claro: la solidaridad, cuando se convierte en práctica cotidiana, puede transformar no sólo comunidades, sino también la manera de entender la educación y el desarrollo humano.
El gran reto es lograr que esa solidaridad se traduzca en acción organizada, sostenible y multiplicadora. Que cada día más manos se sumen, para que la empatía deje de ser solo un valor y se convierta en una fuerza viva de transformación.