El departamento de La Paz sufre desde hace un par de décadas una dramática desaceleración de su actividad industrial. Esta situación muestra una fuerte tendencia a profundizar debido a diferentes factores, como la crisis económica generada por la pandemia a partir de 2020.
En 2022, La Paz registraba 11.939 industrias de un total de 37.465 registradas a nivel nacional, según información proporcionada por el asesor económico de la Cámara Nacional de Industrias CNI, Hugo Siles Espada, luego de la presentación del Observatorio Nacional del Trabajo (ONT) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, el pasado jueves 9 de febrero.
Mientras, desde la Cámara Departamental de Industrias de La Paz (Cadinpaz), se asegura que el porcentaje de industrias paceñas respecto del total en Bolivia se había estancado en 31,8% durante la gestión 2022, cuando en 2021 era de 31,9%, mostrando una tendencia descendente en los últimos años.
El mismo reporte da cuenta que las exportaciones industriales paceñas respecto del total de Bolivia también descendieron de 41,5% en octubre de 2021 a 35,8% en octubre de 2022, mostrando un descenso de 5,7% en relación a similar período el año anterior.
Ante ese panorama, en diciembre de 2022, la Cámara Departamental de Industrias de La Paz (Cadinpaz) presentó una estrategia de desarrollo sostenible para el departamento. La proyección a 2030 busca recuperar el liderazgo industrial nacional a través de la conformación de una región metropolitana y la marcha productiva – industrial hacia los cuatro puntos cardinales del departamento.
¿Por qué La Paz se desindustrializa?
Siles Espada identifica aspectos coyunturales y estructurales como los dos conjuntos de factores limitantes básicos que impulsan la desindustrialización paceña. Se pueden agregar otros factores culturales y educativos, vinculados al comercio.
Entre los factores coyunturales, resalta el creciente contrabando e informalidad paceña; los altos costos de transacción de la tramitología y la burocracia paceña; la débil o nula infraestructura productiva industrial (parques industriales, parques científicos, zonas económicamente especiales, provisión de agua, energía, residuos y desechos industriales, servicios aduaneros, comercio exterior, logísticos, carreteros, etc.).
Otros factores también coyunturales tienen que ver con “la desventaja comparativa y competitiva que genera la débil o ausencia de incentivos fiscales paceños frente a los mejores y mayores incentivos fiscales de otros departamentos y otros países (Paraguay por ejemplo) y las secuelas adversas sobre la inversión privada de la conflictividad política y social paceña (paros y bloqueos) agravada en el imaginario permanente por los hechos en El Alto” durante la crisis política de 2019, afirma Siles.
Entre los factores estructurales que impulsan la desindustrialización paceña se encuentran la fragmentación de La Paz en los órdenes económico, jurídico (instituciones), infraestructura carretera, logística, transportes, tecnológica y laboral. La Paz no tiene integrado su hardware y software para impulsar la productividad industrial.
El experto en economía sostiene que pervive la desarticulación entre el sector primario, secundario y terciario de la economía paceña. “Bolivia desde la década del 40 y con el Plan Bohan inició la marcha al Oriente; pero, La Paz nunca terminó de iniciar su marcha al norte y menos al sur y a sus cuatro puntos cardinales. La Paz es un departamento fragmentado en la mayoría de sus aspectos económicos, políticos, jurídicos, sociales y tecnológicos, lo cual impulsa la desindustrialización”.
Según Siles, si bien La Paz industrial aportó en 2021 con el 42,03% de las exportaciones industriales de Bolivia, esta cifra estaría “bañada de oro metálico proveniente del norte paceño que distorsiona nuestras cuentas departamentales industriales”.
El economista asegura que en 1988 la participación del PIB Industrial Paceño en el PIB Industrial de Bolivia alcanzó a 25,76% y en 2021 solo llegó a 20,8%, un dato duro para el espíritu productivo manufacturero.
Por otro lado, el aparato estatal, fuertemente concentrado en La Paz, va en aumento cada año. En febrero de 2020, una publicación de un periódico de circulación nacional señalaba que el aparato estatal tenía casi 527 mil dependientes, y que cada año la planilla crece hasta en un 10 por ciento. Los trabajadores de las empresas públicas sumaban entonces 35 mil.
“La Paz no sólo se había convertido en un departamento expulsor de la industria, sino que en los últimos años se ha visto un incremento en la fuga de su personal calificado hacia otras regiones, como Santa Cruz, y un aumento de trabajadores cuya mejor opción laboral es el servicio público”, advertía Sergio Mendoza, hace casi 10 meses (mayo de 2022), en un reportaje periodístico.
Por su parte, Cyntia Aramayo, presidenta de Cadinpaz, lamenta que La Paz se esté convirtiendo en un ‘departamento expulsor’ en vez de generador de nuevas industrias.
“Muchas industrias han migrado hacia Santa Cruz, pero no sólo han migrado las industrias, están migrando los talentos y la gente joven de La Paz hacia el oriente y eso también tiene que preocuparnos, porque La Paz se está volviendo en una ciudad donde la única ambición es trabajar en el aparato estatal”, indicó Aramayo.
Al respecto, la directora de la carrera de Ingeniería Económica, Jenny Andia, puntualizó que el departamento de La Paz, más que producir productos es productora de servicios y al ser sede de gobierno, el tema político pesa bastante.
“No existen las condiciones para que las industrias se queden acá. No existe un proyecto para construir un campo industrial, no hay políticas públicas de desarrollo y, por eso, es que las industrias paceñas migran a Santa Cruz que es más atractivo para las inversiones por sus condiciones sociales, políticas y climatológicas”, sostiene Andia.
Para contrarrestar esa situación, la académica sugiere que se debe elaborar un proyecto para consolidar un campo industrial y políticas de desarrollo enfocados a la producción de bienes y no solo se produzcan servicios.
Con este panorama, el futuro de la ciudad de La Paz se vislumbra cada vez con más funcionarios públicos, lo cual no significa necesariamente capital humano, ya que la demanda de profesionales en el sector público no es por competencia y meritocracia. “Entonces no necesariamente estás trayendo capital humano”, explicó el Asesor Económico de la CNI.