Defensa personal en los jóvenes: una herramienta de empoderamiento, seguridad y confianza

El mundo está cada vez más complejo, la violencia y el acoso han encontrado nuevas formas de manifestarse, el aprendizaje de defensa personal en jóvenes se convierte en una herramienta no solo útil, sino necesaria. Más allá de las técnicas físicas, la defensa personal representa una filosofía de vida que fortalece el carácter, mejora la autoestima y brinda a los jóvenes un sentido de control sobre su integridad física y emocional.
Michelle Monrroy, Coordinadora de Actividades Estudiantiles de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que la defensa personal permite a la persona no solo saber defenderse físicamente, sino de reconocer el propio valor de cada uno, además, que ayuda a cuidar el bienestar y fomentar una actitud de respeto hacia sí mismos y hacia los demás.
“El conocimiento es poder, y en este caso, el poder de protegerse, poner límites y reaccionar de forma segura. Aprender técnicas básicas de defensa personal ayuda a los jóvenes a fortalecer su autoestima, mejorar su capacidad de respuesta ante situaciones de riesgo y ganar seguridad en su vida cotidiana”, explica Monrroy.
Actualmente, muchos adolescentes y jóvenes enfrentan situaciones de riesgo en contextos tan cotidianos como el camino a casa, el entorno escolar o incluso en redes sociales. El bullying, el acoso callejero y las agresiones físicas o verbales, lamentablemente, son realidades a las que no todos saben cómo reaccionar. En ese contexto, el conocimiento de técnicas de defensa personal no solo aporta habilidades físicas, sino que educa en el control del miedo, la toma de decisiones rápidas y la autodefensa racional.
Un estudio en el Journal of Interpersonal Violence, encontró que los adolescentes que aprendieron técnicas de defensa personal tenían un 30% menos de probabilidad de ser víctimas de agresiones físicas, ya que desarrollaron habilidades para atenuar conflictos verbalmente o evitar confrontaciones.
Por otro lado, un estudio publicado en el Journal of Applied Sport Psychology, analizó los efectos de programas de artes marciales en adolescentes. Los resultados mostraron que los participantes mejoraron significativamente su autoestima, confianza en sí mismos y habilidades de autorregulación emocional tras doce semanas de entrenamiento disciplinado.
“La defensa personal integral trabaja tanto el cuerpo como la mente. A nivel físico, mejora la coordinación, el equilibrio, la fuerza y la agilidad. A nivel mental y emocional, desarrolla habilidades clave como el autocontrol, la autoconfianza, la seguridad personal y la capacidad de establecer límites”, explica la académica.
Uno de los beneficios más evidentes del entrenamiento en defensa personal es el aumento de la seguridad personal. Aprender a protegerse otorga una confianza que se refleja en la postura corporal, el lenguaje no verbal y la manera en la que los jóvenes se relacionan con su entorno. Esa seguridad puede ser un factor disuasivo ante potenciales agresores, ya que las personas seguras suelen ser percibidas como menos vulnerables.
“También ayuda a reducir el estrés, fortalecer la autoestima y enfrentar el miedo con más herramientas. Estos beneficios no solo se notan en situaciones críticas, sino también en la vida diaria, desde lo académico hasta lo social”, sostiene Monrroy
La American Psychological Association, señala que las artes marciales y la defensa personal mejoran la salud mental al reducir el estrés y mejorar la resiliencia. Los entrenamientos regulares liberan endorfinas, lo que ayuda a combatir la ansiedad y la depresión, problemas comunes en la juventud.
“La prevención es siempre la primera línea de acción: enseñar a los jóvenes a identificar riesgos, evitar situaciones peligrosas y gestionar sus emociones es fundamental. Sin embargo, también es necesario que, en caso de ser inevitable, cuenten con herramientas físicas y mentales para defenderse de manera efectiva.”
El impacto psicológico también es profundo. Muchos adolescentes que sufrieron acoso escolar o abuso, al aprender defensa personal, recuperan el sentido de valor propio. Se sienten empoderados, capaces de cuidarse, y eso mejora significativamente su autoestima. Además, los entrenamientos refuerzan valores como la disciplina, la perseverancia, la humildad y el respeto, pilares fundamentales para la construcción de ciudadanos responsables.
Por otro lado, la defensa personal también contribuye al bienestar físico. Estas prácticas combinan resistencia cardiovascular, fuerza muscular y coordinación, promoviendo un estilo de vida activo y saludable, fundamental en la juventud. En tiempos donde el sedentarismo y el uso excesivo de pantallas afectan la salud física y mental de los jóvenes,
El ejercicio asociado a la defensa personal se convierte en una vía positiva de canalización de la energía. Por ese motivo, esta práctica se está implementando en espacios donde la juventud generalmente acude, como iniciativas que promueven la defensa personal y es parte de una educación integral. “El taller de Defensa Personal Integral, en Unifranz El Alto está diseñado para empoderar a estudiantes a través de una metodología que combina técnicas físicas, fortalecimiento emocional y psicoeducación”, explica Monrroy.
Este taller sobre defensa personal se desarrolló durante los días viernes 27 y lunes 30 de junio en el auditorio de Unifranz de la sede de El Alto. De esta manera se está reconociendo la importancia de esta práctica en la formación de jóvenes más seguros, conscientes y resilientes. Estos aspectos reflejan que la defensa personal no solo es una herramienta para la protección física, sino también un recurso educativo integral que contribuye al desarrollo personal, social y emocional de los jóvenes.