De la finca a la taza: el café de autor impulsa la economía creativa en Bolivia

Por Lily Zurita Zelada

Imagen Unifranz

María Martha Sarabia recuerda con emoción el momento en que, junto a su esposo, tomó la decisión de volver a Bolivia para cumplir un sueño: apostar por el desarrollo del país a través del café de especialidad. 

Desde 2018, “4 Llamas” se convirtió en ese proyecto de vida que surgió en la región de Caranavi (norte de La Paz), con una visión clara: producir café de alta calidad, pero considerando a las personas, la sostenibilidad y la innovación como sus pilares fundamentales. 

“Al ser tan valorado a nivel mundial el café boliviano, queríamos dedicarnos a eso para poder seguir aportando al desarrollo”, cuenta la emprendedora. Hoy, 4 Llamas exporta a Europa, Asia y Estados Unidos, demostrando que en cada grano hay una historia, una oportunidad y un país que quiere crecer.

El auge del café de autor en Bolivia no es una moda pasajera. Es una expresión de identidad, sostenibilidad y sofisticación en la cultura del consumo. Este tipo de café lleva la producción cafetera a otro nivel, incorporando técnicas internacionales, fermentaciones innovadoras y una experiencia sensorial única que comienza en la finca y termina en la taza. 

Santiago Laserna, director de proyectos del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), asegura que “el café de autor identifica ciertos procesos que tienen más que ver con la cata y el sabor, y que ayudan a especializar esta disciplina. Es algo más fino y especializado para lo que busca el cliente”.

De la finca a la taza

La Universidad Franz Tamayo, Unifranz, a través del Instituto de Progreso Económico Empresarial (IPEE), y el Ceres, organizó recientemente el conversatorio “De la finca a la taza”, un espacio de diálogo entre emprendedores, baristas, productores y académicos, con el objetivo de fomentar la economía creativa de Cochabamba.

Allí se discutieron las oportunidades que ofrece el café de especialidad como producto de la economía creativa, la necesidad de políticas públicas que lo fortalezcan y, sobre todo, la importancia de conectar a todos los eslabones de la cadena de valor del café.

“El sector cafetero tiene amplio potencial en Bolivia gracias a nuestros territorios agrícolas y diversidad de terrenos. Pero todavía requiere políticas que integren a productores, comercializadores, distribuidores e incluso baristas”, resalta Laserna. 

El experto sostiene que Cochabamba se ha posicionado como uno de los referentes nacionales de la economía creativa, particularmente del consumo y cultura cafetera. 

“En los últimos 10 o 12 años se han abierto muchas cafeterías de especialidad que han llevado el concepto de café mucho más allá de lo convencional”, añade.

El potencial del país en el ámbito de la economía naranja, entre ellos la gastronomía, es vasto y diverso. Para Verónica Ágreda, rectora nacional de Unifranz y presidenta de la  Asociación de Universidades Privadas de Bolivia (ANUP), “existe un enorme potencial en la economía creativa porque es una alternativa interesante a aquella que nos expone a seguir utilizando nuestros recursos naturales”.

Revolución de la taza

Silvia Valverde, ingeniera industrial y copropietaria de La Bourbonería, es una de las protagonistas de esta revolución en taza. Inició en el mundo del café hace seis años, junto a su esposo, y hoy es catadora profesional certificada. 

“Lo que hace único a nuestro café es la gran biodiversidad que tenemos en Bolivia. Puedes encontrar una gran diversidad de sabores, intensidades y expresiones, desde zonas altas hasta el trópico. Esa variedad genética es un valor incalculable”, explica.

Para Valverde, el café boliviano ha ganado un lugar especial en el extranjero, aunque todavía es visto como un producto exótico debido a su reducido volumen. No obstante, celebra el crecimiento del mercado interno: 

“El consumidor está buscando más experiencia, quiere conocer la historia detrás de la taza y eso me parece muy productivo para el rubro”, puntualiza.

Nueva visión del consumidor

Esta transformación se apoya también en una nueva visión del consumidor, que valora la trazabilidad, el comercio justo y la conexión emocional con el producto. En este contexto, iniciativas como 4 Llamas han innovado en técnicas de fermentación, logrando cafés con perfiles sensoriales complejos y acidez brillante, características muy apreciadas en el mundo del café de especialidad. 

“Actualmente, el café boliviano tiene notas muy buscadas en el mercado internacional. Nos destacamos por producir cafés de muy alta calidad”, afirma Sarabia.

Más allá del sabor, el café de autor impulsa procesos de desarrollo sostenible. María Martha subraya el compromiso de su empresa con las comunidades locales. “Para nosotros, las personas con las que trabajamos son uno de los pilares fundamentales. Si ellas crecen, todos crecemos”, destaca la emprendedora.

Desde el enfoque económico, el café de autor se enmarca dentro de la economía naranja, que apuesta por la creatividad y la innovación como motores de desarrollo. 

Santiago Laserna asegura que es fundamental incentivar la exportación, reducir impuestos y liberar regulaciones para fomentar la empresa privada. “En estas épocas de crisis y resiliencia, la creatividad es nuestro mayor aliado”.

Rol de la academia es también crucial. 

Laserna hace un llamado a generar datos rigurosos sobre la industria del café en Bolivia, algo que todavía está pendiente. “La academia debe hacerse cargo de demostrar la magnitud y el potencial de este sector. Solo así podremos generar políticas basadas en evidencia”.

Pensar el café como parte de una ruta de turismo gastronómico es otro de los grandes desafíos. Bolivia, con su riqueza cultural y geográfica, tiene todos los ingredientes para convertirse en un destino atractivo para los amantes del café. 

“Es una idea muy interesante que ayuda a atraer turismo interno y externo. Hay una diversidad de ofertas para explorar tanto en consumo como en producción”, apunta el experto.

Mientras tanto, cafeterías como La Bourbonería, emprendimientos como 4 Llamas y espacios de encuentro como el conversatorio “De la finca a la taza”, organizado por Unifranz, van sembrando un futuro donde el café no solo se bebe, se vive. Se trata de una nueva forma de entender este producto como un puente entre el campo y la ciudad, entre la tradición y la innovación, entre el país que somos y el que podemos ser.

Una experiencia que transforma

Para Rolando López, vicerrector de Unifranz Cochabamba y uno de los principales impulsores del conversatorio, este tipo de iniciativas permiten descubrir el verdadero valor del café como experiencia integral.

“Creo que cada uno de los expertos ha manifestado de una manera su propuesta de valor. Y es eso lo importante. El valor que tú propones al mercado. Lo más interesante ha sido que se puede innovar en la finca o en la taza”, afirma.

López destaca que el consumo de café se ha convertido en una experiencia emocional y sensorial porque hoy, más aún después de la pandemia, uno tiene que disfrutar de las experiencias. No se paga por el producto ni por el servicio, se paga por la experiencia. “Y el café es una experiencia”.

Finalmente, reflexiona sobre la necesidad de pensar en el futuro del rubro con visión estratégica:

“Lo que se necesita es una plataforma colaborativa de inteligencia colectiva. Hoy no basta con una foto del entorno competitivo; se necesita construir modelos de negocio con lógica prospectiva, mirando el horizonte competitivo y cómo podría evolucionar la industria en los próximos años”, manifiesta.

Bolivia tiene todo para convertirse en un referente de café de autor en el mundo. La tierra lo permite, la gente lo sueña y las tazas lo confirman.nvertirse en un referente de café de autor en el mundo. La tierra lo permite, la gente lo sueña y las tazas lo confirman.

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