Cómo prevenir enfermedades cardíacas con hábitos saludables

Las enfermedades cardíacas son una de las principales causas de muerte a nivel mundial, muchas veces silenciosas hasta que se manifiestan con severidad. Reconocer sus síntomas y adoptar hábitos saludables puede marcar la diferencia entre una vida saludable y una condición crónica o incluso mortal. La clave está en la prevención y en escuchar las señales del cuerpo.
Ronald Ordoñez, docente de la carrera de Medicina en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), explica que en Bolivia los problemas del corazón suelen estar relacionados con otras enfermedades, como el síndrome metabólico, la diabetes o la presión alta.
“En la parte anatómica se sabe que el corazón tiende a crecer por diferentes causas como la hipertensión sistémica, que si no se trata adecuadamente puede causar ese incremento del tamaño del corazón. Dentro de las alteraciones del sistema eléctrico del corazón podemos tener bloqueos, alteraciones como la hipertrofia ventricular, es muy variable”, explica Ordoñez.
Entre los síntomas más comunes de problemas cardíacos se encuentran el dolor o presión en el pecho, que puede irradiarse hacia el brazo izquierdo, cuello o mandíbula. También es habitual experimentar falta de aire, incluso en reposo o al realizar actividades leves.
Otros signos de alerta son latidos irregulares, fatiga persistente, mareos, sudoración excesiva sin causa aparente e hinchazón en piernas o pies. Aunque estos síntomas pueden parecer menores o confundirse con otras afecciones, es importante no ignorarlos, especialmente si se presentan con frecuencia.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardíacas cada año provocan aproximadamente 17,9 millones de muertes, lo que representa el 31% de todas las muertes a nivel global. Es decir, casi una de cada tres personas que fallecen en el mundo lo hacen a causa de problemas del corazón o del sistema circulatorio.
Uno de los principales factores que contribuyen a estas enfermedades es la hipertensión arterial, también conocida como presión alta. Un estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology revela que este problema de salud afecta a cerca del 30% de los adultos en todo el mundo, lo que significa que casi una de cada tres personas mayores de 18 años vive con esta condición, muchas veces sin saberlo.
La buena noticia es que muchas enfermedades cardíacas pueden prevenirse con cambios en el estilo de vida. El primer paso es una alimentación saludable: reducir el consumo de sal, grasas saturadas, azúcares y productos ultraprocesados, mientras se incrementa la ingesta de frutas, verduras, legumbres, pescado y granos integrales.
“Mi consejo para alguien que desee mejorar su estilo de vida es encontrar una dieta que se adapte a sus características personales y combinarla con ejercicio”, sostiene el académico
El segundo pilar de la prevención es la actividad física regular. Caminar al menos 30 minutos al día, realizar ejercicios aeróbicos o actividades como bailar o nadar, mejora la circulación, fortalece el corazón y ayuda a mantener un peso saludable.
Otro hábito esencial es evitar el tabaco. Fumar endurece las arterias y eleva la presión arterial, aumentando significativamente el riesgo de enfermedades cardíacas. Del mismo modo, moderar el consumo de alcohol y controlar el estrés son medidas clave para mantener el corazón en buen estado.
Además, es fundamental realizar controles médicos periódicos para monitorear la presión arterial, los niveles de colesterol y glucosa. La detección temprana permite intervenir antes de que una condición avance.
“Si percibimos alguna alteración, en la cual presentamos algún cansancio, por ejemplo: si podíamos subir cinco pisos (de un edificio) como si nada, y ahora no tenemos la capacidad de subir dos, eso tiene que ser un llamado de atención para que podamos acudir al médico para una atención adecuada”, recomienda Ordoñez.
Cuidar el corazón es una responsabilidad diaria. Escuchar al cuerpo, actuar a tiempo y adoptar hábitos saludables puede salvar vidas y garantizar una vejez activa y plena. Prevenir siempre será mejor que curar.