Científicas y tecnólogas: mujeres que transforman el futuro

By Paula Beatriz Cahuasa

A lo largo de la historia, muchas mujeres han sido clave en el avance del conocimiento, rompiendo barreras de género y dejando un legado inspirador. Saiph Savage, ingeniera y doctora en Computación, busca democratizar la Inteligencia Artificial (IA) para mujeres y comunidades rurales en América Latina, junto a la robot Justina. Al igual que Grecia Bello, miembro de la primera comunidad maker de Bolivia y coordinadora del Fab Lab Santa Cruz de Unifranz, quien creó «Arakuaa» –una máquina que convierte plástico PET en fibras textiles para la comunidad Isoseña Guaraní afectada por incendios– ambas impulsan soluciones sociales a través de la ciencia.

Las puertas para estudiar carreras científicas y tecnológicas han estado históricamente cerradas para las mujeres. Aunque en las últimas décadas se han comenzado a abrir, la brecha de género en este ámbito sigue siendo enorme.   En América Latina, solo tres de cada diez estudiantes en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Esta cifra se revela en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebrado cada 11 de febrero, una fecha promovida por la Unesco y ONU-Mujeres para visibilizar el papel crucial de las mujeres en las disciplinas científicas y tecnológicas..

El acceso a una educación de calidad es una de las herramientas más poderosas para reducir la brecha de género en la ciencia. Verónica Ágreda, rectora de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y CEO del Instituto de la Mujer y Empresa (IME), destaca el papel de la educación como motor de movilidad social.

«No basta con que haya más mujeres en las aulas. Debemos garantizar un mundo con igualdad de oportunidades, donde las mujeres puedan acceder a puestos de liderazgo y toma de decisiones», expresa la rectora.

Actualmente, las mujeres ocupan solo un pequeño porcentaje de los cargos de liderazgo en el ámbito científico. Si bien ha habido avances, las directoras de laboratorios y líderes de proyectos de investigación siguen siendo pocas. Esto refuerza la necesidad de crear redes de sororidad y mentoría que impulsen a más mujeres a ocupar estos espacios.

El problema no radica solo en el acceso, sino en los obstáculos que enfrentan las mujeres para crecer en sus campos. Lucía Alvarado, coordinadora nacional de Investigación de Unifranz y miembro de la Organización Mujeres en Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD), señala que el estereotipo del “científico como un hombre” ha cerrado muchas puertas.

«Mientras más aportes de mujeres se visibilicen, más niñas y jóvenes podrán identificarse con la ciencia. Mostrar referentes femeninos es clave para que digan: ‘Si ella lo logró, yo también puedo hacerlo’”, dice Alvarado.

En el ámbito universitario, la discriminación sigue presente. Las mujeres que ingresan a carreras como mecatrónica o ingeniería suelen ser minoría y enfrentan entornos dominados por la cultura masculina. Grecia Bello, también experta en robótica, enfatiza la importancia de romper estereotipos desde la infancia.

«Muchas niñas crecen escuchando que ciertas carreras ‘no son para ellas’. Es fundamental mostrarles desde temprana edad que la ciencia es un campo en el que pueden desarrollarse y destacar», acota.

Las nuevas generaciones: motor del cambio

Para que más niñas y jóvenes elijan carreras en ciencia y tecnología, es esencial exponerlas tempranamente a estos campos. Desde ferias científicas hasta experiencias en laboratorios, las iniciativas deben enfocarse en mostrarles que la ciencia es un espacio en el que pueden destacar. Además, el apoyo de docentes y modelos femeninos en STEM es crucial para cambiar la percepción de estas disciplinas.

«Las mujeres necesitan la ciencia y la ciencia necesita a las mujeres. Solo aprovechando todas las fuentes de conocimiento y talento podremos liberar el potencial de la ciencia para enfrentar los desafíos del futuro», señala Audrey Azoulay, directora general de la Unesco.

Al igual que Marie Curie, pionera en el estudio de la radiactividad y primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas disciplinas, o Rosalind Franklin, cuyo trabajo fue crucial para descifrar la estructura del ADN pero fue minimizado en su época, miles de jóvenes en todo el mundo se inspiran a utilizar la ciencia y el conocimiento para el bienestar social.

Las mujeres han demostrado repetidamente su talento y capacidad para hacer grandes aportes a la ciencia y la tecnología. Ahora, el desafío es garantizarles las mismas oportunidades y el reconocimiento que merecen, y motivar a más niñas a interesarse por las ciencias, seguir una carrera y decir «Yo puedo».

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