Por Manuel Filomeno
Desde la distancia, el “Crucero de los Andes”, más conocido como “El Titanic”, la más reciente creación de Freddy Mamani, captura la mirada de los transeúntes. Un barco se asoma en las alturas y, al acercarse, los colores, murales y detalles atrapan a sus visitantes, que pueden recorrer planta por planta la construcción, hasta llegar a la embarcación, desde cuya proa se ofrece una vista panorámica de la urbe alteña, un cambio en la tendencia tradicional que cerraba las últimas plantas de los edificios para los propietarios.
“La tendencia en el pasado era que los cholets reserven las plantas superiores a la familia de los propietarios, cerrando el acceso a los visitantes. La nueva tendencia es abrir estas áreas y permitir a los visitantes tener la experiencia completa. Esto significa un enfoque más centrado en el turismo, permitiendo que toda la población pueda visitar estas últimas plantas y, además, ahora las construcciones son más temáticas, como es el caso del cholet “Crucero de los Andes” (mejor conocido como Titanic)”, explica el arquitecto iniciador de este movimiento constructivo y estilístico, Freddy Mamani.
El arquitecto participó en el conversatorio, “Íconos arquitectónicos turísticos de El Alto”, organizado por el Centro de Investigación Innovación y Transformación Digital en Turismo (CIINTUR), de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en el cual compartió su experiencia y habló del origen, futuro y nuevas tendencias de esta corriente arquitectónica “Made in El Alto”.
En el conversatorio también participaron académicos, autoridades y propietarios de edificios, bajo la premisa de plantear lineamientos y acciones para potenciar el turismo en El Alto a través de los circuitos de cholets.
Los cholets son edificios con “ajayu” (alma), abiertos a los visitantes, cuidado al turista y un fuerte énfasis en el concepto de diseño temático y se proyectan como el principal atractivo turístico de la ciudad de El Alto para el mundo.
El Crucero de los Andes está compuesto por 11 pisos. Los dos primeros son un salón de eventos y desde el tercero existirá la opción de hospedaje; también se planifica que allí funcione un restaurante y hasta un gimnasio. Cada piso fue pensado de manera especial bajo una temática; por ejemplo, en uno de estos se pueden apreciar terminaciones que evocan la cultura tiwanakota; incluso se ve una réplica de la Puerta del Sol.
En lo más alto se ve una proa idéntica a la de un barco, desde el cual se puede apreciar la urbe alteña en 360°. Víctor Choque, propietario del cholet, indica que, en un principio, el barco no estaba planificado, pero que Mamani lo convenció señalándole que sin este último detalle, el edificio terminaría como “una chola finamente vestida y enjoyada, pero sin sombrero”.
Edificios con alma
El arquitecto iniciador de la corriente indica que ésta nació en 2003, con algunas construcciones de su autoría, las cuales siguen algunas pautas que se mantienen hasta la actualidad y que han sido replicadas por otros arquitectos.
“En un principio, como constructor, seguía las pautas que me daban los clientes e iba dando sugerencias. Poco a poco el estilo fue tomando vida propia y se creó el marco sobre el cual casi todos los cholets están construidos y fuimos incorporando elementos andinos y combinándolos con lo moderno y el color, reflejando la vida y las aspiraciones de los alteños”, indica Mamani.
Los cholets se componen de cuatro áreas principales, en el primer nivel se ubican locales comerciales, los cuales generan una renta para la familia propietaria, en las plantas del medio se encuentra el salón de fiestas, el cual también genera ingresos, mientras que en las plantas superiores se encuentran departamentos para los familiares y en el último piso, una “chalet” en el cual viven los propietarios.
Esta estructura permite que el edificio sea autosustentable y se termine pagando con el tiempo.
El iniciador de la tendencia señala que en la actualidad hay al menos 70 construcciones de su autoría en la ciudad de El Alto, además de otras 30 en otras ciudades y países. Mamani agrega que considera cada una de ellas como un hijo, el cual tiene alma propia, un “ajayu” particular.
“Todos los edificios que he construido son como mis wawas, son mis hijos y todos se han hecho con el mismo cariño, por eso yo digo que estos edificios tienen ajayu, tienen un espíritu y vida, movimiento, en este caso movimiento económico. Estos edificios son autosustentables en el tiempo, su distribución permite eso, una planta comercial, una planta que es el salón de fiestas, las áreas privadas y el chalet en la planta superior permiten que el edificio se sustente económicamente”, expresa.
Una tarea pendiente
Fernando Villagra, magíster y director de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de Unifranz, apunta que este sector guarda un potencial enorme para el turismo en El Alto, ya que en total se estima que existen 200 cholets en la ciudad de El Alto, sin embargo, no se cuenta con un cálculo real ni una geolocalización, una tarea pendiente en la cual la academia debe participar e impulsar para aprovechar su impacto.
“Actualmente no contamos con un cuerpo teórico sobre esta tendencia arquitectónica, tampoco contamos con información actualizada sobre dónde están y cuántos son. Sabemos que ha, aproximadamente, 200 edificios repartidos en varias zonas de la ciudad, pero es necesario sistematizar esa información y contrastarla, para eso es importante que la academia genere investigación y que la ponga a disposición de los otros actores turísticas, de manera que se pueda potenciar su impacto en el turismo de la ciudad”, explica el académico.
Wilson Sangalli, jefe de la Unidad de Turismo del Gobierno Autónomo Municipal de El Alto (GAMEA) coincide y señala que a través de la investigación académica y la articulación de todos los actores se podrán tomar las acciones necesarias para que el turismo de cholets alcance su mayor potencial.
“Por el momento, el turismo está caminando sin cabeza y necesitamos lineamientos, para esto se está elaborando el Plan Municipal de Turismo. Para este plan se están elaborando acciones y medidas a corto, mediano y largo plazo, a partir de ellos vamos a tener un rumbo al cual dirigirnos y vamos a establecer las políticas, programas y acciones que se necesitan, pero para eso requerimos del apoyo de los operadores y de las universidades para que estos puedan generar la data necesaria para tomar decisiones y generar acciones”, explica.