Avasallamientos y falta de educación ambiental acechan a las áreas verde urbanas
Por Leny Chuquimia
En diferentes ciudades de Bolivia, una batalla silenciosa se libra día a día, la defensa de los espacios naturales que sobreviven entre el cemento. Entre los peligros que los acechan hay dos recurrentes, los avasallamientos y la falta de educación ambiental.
“Los mayores riesgos que tienen son los avasallamientos y la falta de educación ambiental de la población, que no cuida como tal estos espacios. Además, muchos necesitan tener mayor cantidad de especies arbóreas y arbustivas, pero que sean nativas. No se trata solo de áreas verdes, sino de corredores que deben ser funcionales”, señala Ángela Andrea Goyochea, ingeniera ambiental y guardaparque del Municipio de La Paz.
Su voz podría ser la de cualquier guardaparque de Bolivia, porque el problema no es local, se extiende por todo el país. Desde los bosquecillos paceños hasta las reservas urbanas de Santa Cruz, las lagunas de Cochabamba o los parques ribereños de Tarija, los espacios verdes urbanos están cediendo terreno ante el crecimiento desordenado, el descuido ciudadano y la ausencia de planificación sostenible.
Un equilibrio frágil entre ciudad y naturaleza
La deforestación urbana es una realidad, pero las cifras específicas son difíciles de cuantificar en comparación con la deforestación general que ocurre en áreas rurales. Sin embargo, esto no quiere decir que el problema no exista.
En La Paz, los guardaparques municipales trabajan en lugares como el Bosquecillo de Pura Pura, las Serranías de Aquisamaña o el Parque Urbano Central. Allí, además de patrullar y monitorear la biodiversidad, deben enfrentar denuncias de loteamientos y avasallamientos, conflictos que se repiten en muchas ciudades bolivianas.
El problema no es solo la pérdida de árboles o especies. Lo que está en juego es la funcionalidad ecológica de las ciudades. Las áreas verdes regulan la temperatura, filtran el aire, absorben el ruido, y ofrecen refugio a aves y pequeños mamíferos. Sin embargo, cada metro cuadrado de pasto o bosque urbano que desaparece significa un golpe a la calidad de vida colectiva.
En Santa Cruz, por ejemplo, la expansión inmobiliaria ha reducido drásticamente zonas que antes eran corredores naturales entre ríos y parques. Uno de los casos más conocidos es el del cordón ecológico, un bosque protege a la ciudad de inundaciones y vientos.
Un mapa satelital presentado por la Gobernación de Santa Cruz, presentado en mayo de 2024, muestra que el 50% de las 98 hectáreas del bosque fueron afectadas y avasalladas por construcciones y desmontes ilegales. La afectación ocurre pese a que la normativa vigente establece que el área es intocable.
En Cochabamba, el avance del asfalto amenaza los bordes del Parque Tunari, mientras que en Tarija las áreas ribereñas del Guadalquivir son constantemente ocupadas por construcciones ilegales.
La raíz del problema: educación y conciencia
Más allá de las leyes y los planes municipales, Goyochea apunta a un factor crucial: la educación ambiental. “La población no cuida los plantines, no entiende el valor de una especie nativa o de un pequeño espacio verde. Es importante empezar desde casa, con nuestros niños”, dice.
El llamado no es menor. Bolivia cuenta con una rica diversidad ecológica, pero en las urbes esa riqueza se diluye entre parques descuidados y árboles exóticos que no se adaptan al clima ni sostienen a la fauna local. “Necesitamos especies nativas y corredores verdes que sean funcionales”, insiste la ingeniera.
Promover una nueva cultura urbana, una que entienda que plantar un árbol es invertir en salud y bienestar, parece ser la tarea pendiente. Los guardaparques lo saben, cada jornada de plantación o patrullaje no solo protege la naturaleza, también busca reeducar a la ciudadanía sobre el vínculo vital entre las ciudades y sus ecosistemas.
Un futuro verde aún posible
Aunque el panorama parece desalentador, los esfuerzos se multiplican. Campañas de reforestación, proyectos de jardines urbanos y movimientos vecinales empiezan a surgir en distintas regiones del país. Ciudades Verdes es uno de ellos.
“El proyecto tiene el objetivo de arborizar nuestras ciudades, encontrar espacios donde la calidad del aire mejore y el clima se vea impactado. Este proyecto tiene varias fases; pensamos que este año se empezará con la primera, en las cuatro ciudades más importantes del país”, indicó Ismael Montes Cabrera, director del proyecto Ciudades Verdes – Unifranz.
La propuesta no es menor. Su objetivo es alcanzar 5.000 árboles plantados en un año, en cuatro ciudades como escenario inicial: La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz.
Para ello se espera movilizar a cientos de voluntarios dispuestos a convertirse en guardianes verdes. En cada urbe se intervendrá, con especies locales, parques, plazas, aceras y áreas protegidas.
Pensando en el futuro, Montes Cabrera subraya que el verdadero reto es asegurar la vida de cada árbol: “El proyecto no solo es el plantado del árbol, sino hacerle el acompañamiento al desarrollo, ver el riego, ver que no esté enfermo. Esperamos que la tasa de éxito supere el 70 %(…) siempre y cuando todos nos comprometamos a cuidar a cada uno de estos árboles”, manifestó.
El enfoque es claro: no basta con sembrar, hay que garantizar que esos árboles se conviertan en pulmones urbanos que respondan al cambio climático y mejoren la calidad de vida en las ciudades.