Amor y límites, el rol de los padres en la educación los hijos

Por Aldo Juan Peralta Lemus

La educación de los niños y adolescentes no es solo responsabilidad de las escuelas o universidades; los padres tienen un papel esencial en su formación académica, emocional y social. La figura paterna suele asociarse con la imposición de normas, pero su guía y acompañamiento son fundamentales para que los hijos desarrollen habilidades, valores y hábitos que les permitan enfrentar los retos en su desarrollo educativo.

Johana Andrea Niño Cañas, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo Unifranz, sostiene que el papel de los padres es clave en la formación de niños, niñas y adolescentes. Destaca la importancia de un rol activo en todos los ámbitos del desarrollo: emocional, académico, espiritual y social.

“Es clave revisar muy bien las normas y los límites en la educación. A veces pareciera que hubiera una polaridad entre ser amoroso y poner límites. En realidad, en la crianza se apuesta por la guía y la orientación. Tanto niños, niñas como adolescentes necesitan, desde el amor, tener claro hasta dónde pueden llegar, qué pueden hacer y qué no pueden hacer. Esto les permite no solo desarrollar comportamientos estructurados, sino también sentirse seguros en su propio desarrollo”, sostiene Niño.

La presencia de los padres en la vida de sus hijos es primordial. Además de brindar seguridad, protección y provisión, tienen el rol de formadores. Hoy en día, los progenitores pueden beneficiarse del acompañamiento de expertos en orientación familiar para llevar a cabo esta función de la mejor manera posible.

María Velasco, psiquiatra infantojuvenil española, sostiene que los adolescentes son muy frágiles a nivel emocional y mental. A pesar de los desacuerdos que puedan surgir en la relación entre padres e hijos, es importante marcar la jerarquía desde pequeños. Velasco afirma que esta jerarquía les da seguridad a los adolescentes.

“La función paterna implica poner límites, decirles: ‘Tú puedes, levántate, aprieta los dientes, que esto es la vida. Lucha y ten voluntad. No todo es fácil, no todo es inmediato, no todo te lo mereces. Los sueños no caen del cielo, hay que luchar por ellos, e incluso así, a veces no llegan’”, explica Velasco.

El apoyo emocional de los padres es un pilar fundamental en la educación. Un niño o adolescente que se siente respaldado tiene más confianza en sí mismo y está mejor preparado para enfrentar dificultades. Escuchar sus preocupaciones, motivarlos y reforzar su autoestima contribuye significativamente a su bienestar y rendimiento escolar.

“La crianza es una relación humana íntima y especial en la que debe existir una jerarquía para poder cumplir la función de cuidar, sostener, ser el fan número uno de los hijos, apoyarlos e incentivarlos. Esta función más paterna (…) no es excluyente, pero son roles distintos que pueden ser ejercidos por una misma persona”, destaca Velasco.

El proceso de educación comienza en casa, y los niños aprenden no sólo a través de instrucciones, sino también con el ejemplo. Desde la primera infancia (etapa que va desde el embarazo hasta los primeros años de vida), los padres deben fomentar un ambiente de aprendizaje en el hogar. Leer con los hijos, estimular su curiosidad y enseñarles la importancia del conocimiento son acciones clave para despertar su interés por el estudio.

A medida que los niños crecen y llegan a la adolescencia, es frecuente que experimenten cambios en su comportamiento, como la rebeldía. Este fenómeno está ligado a transformaciones en su actitud que varían según la edad y que pueden estar influenciadas por diversos factores.

Entre estos factores se encuentran los psicológicos, como la búsqueda de mayor independencia, autodeterminación y capacidad de toma de decisiones. También influyen los conflictos emocionales o de identidad, los factores físicos relacionados con cambios en la apariencia y, finalmente, los factores sociales, como las dinámicas intrafamiliares. Todo esto forma parte del desarrollo de la persona.

Ante ciertos comportamientos problemáticos en niños y adolescentes, la figura paterna es clave para establecer límites. A veces, los conflictos familiares pueden derivar en crisis de convivencia, crisis de valores o problemas que afectan el desempeño educativo. Es en estos momentos cuando el orden y el apoyo de los padres se vuelven fundamentales.

“Es importante buscar un equilibrio entre la disciplina y el apoyo emocional. También debemos revisar nuestras propias historias familiares, identificar qué queremos repetir, qué quisieramos transformar y, desde ahí, buscar nuevas alternativas para conectar con nuestros hijos”, explica Niño.

Por otro lado, la American Psychological Association (APA) identifica cuatro estilos de crianza en los padres:

1. Autoritario: Padres con muchas reglas, exigentes y severos en el control del comportamiento. Suelen aplicar castigos como método de disciplina.

2. Con autoridad: Padres cariñosos y comprensivos que, al mismo tiempo, establecen límites firmes. Utilizan el diálogo y el razonamiento para guiar el comportamiento de sus hijos.

3. Permisivo: No establecen límites claros ni controlan de cerca las actividades de sus hijos. Son poco exigentes en cuanto a su conducta.

4. Pasivo o negligente: Padres indiferentes, poco accesibles, con tendencia al rechazo y, en algunos casos, ausentes en la crianza.

A medida que los hijos crecen, los padres deben adaptarse a sus necesidades y brindarles autonomía progresiva. Permitir que los adolescentes tomen decisiones, asuman responsabilidades y enfrenten las consecuencias de sus actos les ayuda a desarrollar independencia y madurez.

La educación de los niños y adolescentes es una tarea compartida en la que los padres tienen un rol central. Su compromiso, ejemplo y acompañamiento son fundamentales para el desarrollo integral de sus hijos, asegurando que crezcan con valores, conocimientos y herramientas para construir un futuro exitoso.

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