Alimentación ideal: cómo ajustarla según la edad y la actividad

La alimentación es un pilar fundamental para la salud y el bienestar. Sin embargo, no existe una dieta universal que funcione para todos. Las necesidades nutricionales cambian a lo largo de la vida y varían según la actividad de cada persona. Desde la infancia hasta la vejez, el cuerpo requiere diferentes nutrientes en distintas proporciones, y factores como el estilo de vida y el nivel de actividad física juegan un papel clave en la manera en que los alimentos impactan en nuestra salud.
“Cada etapa de la vida tiene necesidades nutricionales particulares, ajustar la alimentación a cada etapa es esencial para el desarrollo, el rendimiento y la prevención de enfermedades”, explica la Dra. Marie Paulette Étienne Morales, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Infancia y adolescencia: durante estas etapas, el crecimiento es acelerado y el organismo necesita nutrientes esenciales como proteínas, calcio y vitaminas. Estos ayudan en el desarrollo óseo, muscular y cerebral. Los niños y adolescentes deben consumir una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas y grasas saludables.
Edad adulta: en esta fase, las necesidades energéticas comienzan a estabilizarse. Es fundamental mantener un equilibrio adecuado de macronutrientes y evitar el exceso de azúcares y grasas saturadas para prevenir enfermedades como la diabetes y la hipertensión.
Vejez: a medida que el metabolismo se ralentiza, el cuerpo requiere menos calorías, pero más micronutrientes como calcio y vitamina D para fortalecer los huesos y prevenir la osteoporosis. También es importante consumir proteínas para evitar la pérdida de masa muscular y fibra para mejorar la digestión.
Alimentación y estilo de vida: un enfoque personalizado
Además de la edad, la actividad diaria de una persona influye en sus requerimientos nutricionales. No es lo mismo la alimentación que necesita un estudiante, un oficinista o un deportista.
Estudiantes: necesitan una dieta balanceada con frutas, verduras y una cantidad moderada de carbohidratos, ya que estos son esenciales para proporcionar energía al cerebro y mejorar el aprendizaje y la concentración.
Oficinistas: suelen llevar una vida más sedentaria, lo que los hace propensos al sobrepeso y la obesidad. Para ellos, se recomienda reducir el consumo de comida rápida y optar por raciones equilibradas con proteínas magras, fibra y grasas saludables. Llevar comida preparada desde casa puede ser una excelente estrategia para evitar excesos calóricos.
Deportistas: quienes realizan actividad física regularmente requieren una dieta con un mayor aporte de proteínas para fortalecer la masa muscular y una cantidad adecuada de carbohidratos para obtener energía. La hidratación también es clave para su rendimiento.
“Independientemente del estilo de vida, los pilares de una alimentación saludable incluyen una dieta equilibrada, ejercicio regular y una actitud positiva hacia la adopción de buenos hábitos”, indica Étienne.
Los errores más comunes en la alimentación
Uno de los errores más frecuentes es no mantener un ritmo adecuado de comidas. Étienne señala que el comportamiento alimentario es fundamental desde la infancia y que lo ideal es consumir al menos cinco comidas al día. Alterar esta frecuencia puede generar sobrepeso, obesidad y enfermedades asociadas como la diabetes, la hipertensión arterial y el síndrome metabólico.
Otro error es el consumo excesivo de azúcar. Aunque el azúcar es necesario para la producción de energía en el organismo, su abuso puede llevar a resistencia a la insulina, un factor de riesgo para la diabetes. La clave no está en eliminar el azúcar, sino en consumirla de manera equilibrada, prefiriendo fuentes naturales como frutas en lugar de productos ultraprocesados.
La alimentación debe adaptarse a cada persona según su edad y estilo de vida. No existe una dieta única que funcione para todos, y es esencial escuchar las necesidades del cuerpo para mantener un equilibrio saludable. Evitar errores comunes, como el consumo excesivo de azúcar o la falta de organización en las comidas, puede prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida.