El fentanilo, un potente analgésico opioide, se ha convertido en una preocupación creciente debido a su alta potencia y al riesgo de abuso que conlleva.
Más allá de la mera identificación de los riesgos asociados con esta droga, es fundamental explorar enfoques prácticos y comprensivos para prevenir y abordar la adicción al fentanilo.
El incremento potencial de decesos por sobredosis plantea la necesidad de garantizar que las personas con mayor riesgo puedan tener acceso a cuidados médicos, así como la necesidad de ampliar las actividades de prevención y respuesta inmediata.
Los datos sobre el consumo de este estupefaciente en Estados Unidos son alarmantes. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) asegura que, en promedio, más de 150 personas mueren cada día en ese país por sobredosis relacionadas con el fentanilo.
Bolivia no tenía registro de tráfico de esta droga, como sucede con la cocaína y marihuana. Sin embargo, el pasado 13 de diciembre, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) decomisó, por primera vez, un lote de 350 unidades de fentanilo, estupefaciente considerado incluso más fuerte que la heroína y la morfina.
¿Qué es el fentanilo?
El fentanilo es un analgésico opioide sumamente adictivo, utilizado en procedimientos médicos dolorosos o tratamiento de enfermedades crónicas, donde el paciente requiere analgesia y sedación o intervenciones quirúrgicas de duración corta o larga. Es 100 veces más potente que la morfina.
“Actúa sobre los receptores opioides en el sistema nervioso central, especialmente en el cerebro y la médula espinal, proporcionando alivio del dolor, pero con riesgos significativos, incluyendo sedación, euforia y depresión respiratoria”, explica Ninoska Orellana, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Además de su efecto analgésico y sedativo, produce sensación de bienestar y labilidad emocional, disminuye la frecuencia respiratoria y cardíaca, y debe ser administrado con monitorización por posible falla respiratoria y paro cardiorrespiratorio.
Una droga sintética
Daniel Pinto, director de la carrera de Bioquímica y Farmacia de Unifranz, explica que el fentanilo es considerado una droga sintética porque su estructura química es completamente artificial y no se encuentra en forma natural.
Pinto indica que, a diferencia de algunos opioides que se derivan de opio, como la morfina, el fentanilo es producido completamente en laboratorios. Una de sus denominaciones es el de “droga zombie”, debido a la forma en que puede afectar en el comportamiento de quienes lo consumen en dosis excesivas.
“La depresión respiratoria extrema puede llevar a la somnolencia extrema, falta de coordinación motora y un estado similar al letargo, características que pueden asociarse con un comportamiento zombie”, dice el académico.
¿Predisposición genética o emocional?
La predisposición genética para la adicción a las drogas es un fenómeno complejo y multifactorial. Investigaciones han identificado genes relacionados con el metabolismo de neurotransmisores, respuesta al estrés y control de impulsos, pero la predisposición genética sólo representa una parte del riesgo.
Varios estudios han identificado ciertos genes relacionados con la adicción, incluyendo aquellos involucrados en el metabolismo de los neurotransmisores, la respuesta al estrés, la sensibilidad a las recompensas y el control de impulsos. Sin embargo, tener estos genes no significa necesariamente que una persona se volverá adicta.
“Otros factores como el entorno familiar, social y personal, así como la edad de inicio del consumo de drogas y la cantidad y frecuencia del uso son igualmente importantes en el desarrollo de la adicción”, explica Omar Pacheco, docente de la carrera de Psicología en Unifranz.
Factores emocionales, como problemas de salud mental (trastornos como la depresión, la ansiedad o el trastorno bipolar), experiencias traumáticas (abuso físico o sexual, violencia familiar o pérdida significativa), baja autoestima y la influencia del entorno, también juegan un papel crucial en el desarrollo de la adicción.
Cómo prevenir el consumo de drogas
La prevención del consumo de drogas es un esfuerzo integral que abarca la educación, el desarrollo de habilidades para la vida, entornos familiares estables, actividades extracurriculares y conciencia comunitaria.
La implementación de leyes efectivas que regulan la disponibilidad de drogas también es esencial.
Pacheco puntualiza que, en general, prevenir el consumo de drogas es un enfoque integral que implica una combinación de varios factores, tales como la educación, el apoyo emocional y social, así como la implementación de políticas efectivas.
¿Familia o especialistas? Cómo apoyar a personas con adicción
Tanto la familia como los especialistas desempeñan roles cruciales en el apoyo a personas con adicción. Educación, escucha activa, apoyo emocional, límites claros y búsqueda de ayuda profesional son aspectos clave. La comunicación fomenta la confianza y la colaboración en el proceso de recuperación.
“La comunicación abierta y honesta es clave en el proceso de recuperación de una persona adicta. La familia y el entorno profesional deben estar dispuestos a escuchar sin juzgar y expresarse con sinceridad sobre sus preocupaciones y expectativas”, dice el profesional psicólogo.
Cada situación es diferente, por lo que es recomendable buscar orientación específica de profesionales capacitados para adaptar estas medidas según las necesidades individuales.
Dejar las drogas: un proceso personal y voluntario
El proceso de dejar las drogas implica reconocer el problema, establecer metas claras, buscar ayuda profesional, rodearse de apoyo social positivo, evitar situaciones de riesgo, establecer rutinas saludables, aprender técnicas de manejo del estrés y tratar cualquier enfermedad mental subyacente.
Pacheco manifiesta que la búsqueda de ayuda y una actitud positiva son fundamentales. “Hay que buscar ayuda de profesionales en adicciones, como terapeutas o consejeros. Ellos pueden ofrecer orientación y apoyo durante todo el proceso. Similar importancia tiene el rodearse de personas positivas y solidarias que apoyen la decisión de dejar las drogas”.
La falta de lugares de rehabilitación y el estigma asociado a la adicción en nuestra sociedad son desafíos significativos que requieren una respuesta más amplia y compasiva.
Por su parte, Pinto agrega que su uso indebido, ya sea por prescripción médica inadecuada o por adquisición ilegal, puede resultar en sobredosis y muerte. La crisis de opioides, en la que el fentanilo ha desempeñado un papel destacado, es un problema de salud pública significativo en muchos lugares.
“La conciencia sobre sus peligros y la promoción de prácticas seguras en la prescripción de opioides son cruciales para abordar este problema”, dice el académico.
Es imperativo fomentar la conciencia, eliminar la discriminación y proporcionar recursos adecuados para abordar la crisis del fentanilo y la adicción en general.
La colaboración entre la comunidad, profesionales de la salud y autoridades es esencial para construir un enfoque integral y efectivo en la prevención y tratamiento de la adicción al fentanilo.