¿Por qué es importante que los arquitectos se vinculen con la naturaleza?
Por Leny Chuquimia
En un mundo donde las ciudades crecen a ritmo acelerado y se van perdiendo espacios verdes, formar arquitectos capaces de entender y respetar los ecosistemas ya no es una opción, sino una necesidad. Y es que diseñar no es solo construir, sino aprender a convivir y crear en armonía con la vida que sostiene a la ciudad.
“Fomentar la conciencia ambiental y fortalecer el vínculo biofílico de los futuros arquitectos con un ecosistema vital de su ciudad. Un arquitecto con una conexión fuerte con la naturaleza es un agente de cambio para construir un futuro más sostenible y armónico”, señala Angela Canseco Tarifa, especialista en gestión ambiental y docente de la carrera de Arquitectura de Unifranz.
Biofilia, el vínculo con la naturaleza
El concepto de biofilia, tendencia innata del ser humano a conectarse con la vida y los procesos vivos, acuñado por el biólogo Edward O. Wilson y desarrollado también en el ámbito psicoanalítico por Erich Fromm, plantea que la relación con la naturaleza no es un lujo sino un componente esencial del bienestar humano.
Para un arquitecto, esto está estrechamente ligado a lo profesional y la ética. El principio implica diseñar espacios no sólo como contenedores, sino como entornos que faciliten una conexión con la naturaleza.
“Para un arquitecto, entender la biofilia es fundamental ya que no solo se trata de construir edificios, sino de crear espacios que integren la naturaleza para mejorar el bienestar físico y mental de quienes los habitan”, explica Canseco.
Estudios recientes demuestran que el diseño biofílico -es decir, aquel que integra elementos naturales, luz, vegetación, agua y formas orgánicas- tiene efectos positivos que van mucho más allá de lo puramente estético. Puede reducir el estrés, mejorar la concentración y favorecer la salud mental de los usuarios.
Trascender la teoría
Para generar este vínculo con la naturaleza, Canseco realiza año tras año una actividad clave para los estudiantes de la carrera de Arquitectura. Su iniciativa anual «Biofilia en el Curichi La Madre» es una experiencia práctica de inmersión en el humedal urbano perteneciente al Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra.
Por medio de visitas guiadas, los estudiantes de Arquitectura pasan de ser observadores pasivos a actores directos en un proceso de restauración ecológica. Y es que además de trabajar en propuestas para futuras implementaciones dentro del área, en ocasiones se participa en la reinserción de animales al hábitat.
Participar del trabajo de preservación, restauración de humedales o de reinserción refuerza la comprensión de que el diseño no acontece en el vacío, sino dentro de una red viva de relaciones ecológicas.
Arquitectos conscientes y empáticos
Más que una visita educativa, la actividad fue diseñada para despertar en los futuros arquitectos una sensibilidad ambiental profunda. Entre los aprendizajes destacados está la valoración del ecosistema urbano, entender que un humedal es un sistema vivo que regula el clima, la temperatura y la biodiversidad.
Otra habilidad que despierta en ellos es el diseño biofílico y sostenible, que comprende cómo la ecología debe influir en las decisiones arquitectónicas. También se genera responsabilidad socioambiental al incorporar el bienestar del ecosistema en cada proyecto, pensando más allá del ser humano.
Entre los aprendizajes también está la empatía ecológica, que nos permite reconocer a otras especies como parte esencial del entorno y no solo como elementos decorativos.
Según Canseco, se trata de “un cambio de paradigma donde la naturaleza deja de ser un adorno y pasa a ser un cliente silencioso al que debemos respetar e integrar”.
Hacia una ciudad que piensa en verde
El proyecto no termina ahí. La docente indicó que con el fin de formar futuros arquitectos conscientes se planea incluir talleres de diseño e implementación de infraestructura verde, uso de materiales naturales del propio entorno, colaboración con autoridades ambientales y participación estudiantil en tareas de reforestación, limpieza y monitoreo ecológico.
Uno de los objetivos a futuro es involucrar también a la ciudadanía en la conservación del Curichi mediante la recolección de datos ambientales simples, como avistamiento de aves o calidad del agua, promoviendo así una comunidad más conectada con su entorno natural.
“La meta es que la biofilia deje de ser una teoría y se convierta en la columna vertebral de su filosofía de diseño”, puntualiza Canseco. “Un arquitecto con una conexión fuerte con la naturaleza es un agente de cambio para construir un futuro más sostenible y armónico”.