Expectativas electorales y menor demanda, las causas de la caída del dólar paralelo

En los últimos meses, la cotización del dólar paralelo en Bolivia mostró un comportamiento inesperado. Después de alcanzar niveles históricos cercanos a los 20 bolivianos por unidad en mayo de 2025, su precio descendió hasta aproximarse a los 12 bolivianos en septiembre en mercados informales y plataformas peer-to-peer (P2P).
Esta caída ocurre en un contexto en el que la economía boliviana enfrenta una crisis de precios, marcada por una inflación que golpea los bolsillos de los hogares y un acceso limitado a divisas en el mercado oficial. El fenómeno ha sorprendido tanto a analistas como a comerciantes y ciudadanos, que ven al dólar paralelo como un termómetro de confianza sobre la estabilidad económica.
“Lo que estamos viendo no es necesariamente una mejora estructural en la oferta oficial de divisas, sino una corrección coyuntural impulsada por expectativas del mercado y por factores temporales que han reducido la presión sobre la demanda de dólares”, explica Ronald Bedregal, director de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La caída del dólar paralelo se explica por una combinación de causas coyunturales y estructurales. Uno de los factores más relevantes es la reducción de la demanda especulativa. En el periodo previo a las elecciones del 17 de agosto de 2025, las encuestas señalaban un posible triunfo de fuerzas promercado, lo que generó optimismo y disminuyó la necesidad de acumular dólares como refugio frente a la incertidumbre. Este contexto político contribuyó a un alivio temporal en la presión sobre la divisa.
Otro elemento central fue la inyección de liquidez proveniente de créditos internacionales, que permitió dinamizar el flujo de dólares en la economía y estabilizar el mercado informal. Sin embargo, Bedregal advierte que esta medida tiene un carácter transitorio y no resuelve los problemas de fondo, como el déficit comercial y la reducción de las reservas internacionales.
La inflación persistente, cercana al 15 % en términos generales y de hasta un 24 % en alimentos, también ha influido en la caída del dólar paralelo.
“El encarecimiento de la canasta básica y de los gastos esenciales redujo la capacidad de los hogares y las empresas para destinar recursos a la compra especulativa de divisas. En otras palabras, la urgencia de cubrir necesidades inmediatas desplazó el interés por acumular dólares”, explica el académico.
En el plano internacional, factores externos como los aranceles impuestos por la administración Trump a más de 90 países, incluido Bolivia, también incidieron en esta dinámica. Estas tarifas, que alcanzan hasta el 50 % en ciertos productos, encarecieron las importaciones y redujeron la necesidad de adquirir dólares para transacciones comerciales, al tiempo que reconfiguraron las cadenas de suministro.
Un aspecto novedoso en este escenario es el papel de las plataformas digitales y los mercados P2P. Espacios de intercambio informal como Airtm y redes sociales han permitido a individuos acceder a divisas sin intermediarios tradicionales, con especial protagonismo de los “dólares digitales” —como Tether (USDT) y USD Coin (USDC)—, que en septiembre cerraron con un valor promedio de 11,91 bolivianos. Estos mecanismos han acelerado la transmisión de cambios en la oferta y demanda, amplificando la velocidad de ajuste del mercado paralelo y actuando como un indicador alternativo de confianza económica.
La teoría de las expectativas racionales ayuda a entender el comportamiento reciente del dólar paralelo en Bolivia. Según esta perspectiva, los agentes económicos —importadores, ahorristas y especuladores— ajustan sus decisiones en función de la información disponible y de la previsión de cambios en la política económica. Bajo esta lógica, el optimismo electoral y la disponibilidad de créditos externos redujeron la presión sobre la divisa, generando un círculo de retroalimentación que intensificó la caída de la cotización.
Sin embargo, como advierte Bedregal, esta situación es frágil: si las expectativas no se materializan y los problemas estructurales persisten, el mercado podría experimentar un rebote del tipo de cambio.
Las implicaciones de esta caída se perciben en diferentes ámbitos. En el comercio informal, dependiente del dólar paralelo para transacciones, la reducción del precio generó un alivio temporal, disminuyendo costos de importación.
“No obstante, la persistente incertidumbre podría alentar la expansión de canales no regulados, en especial en un contexto de aranceles externos y contrabando creciente”, acota el experto.
En los precios de productos importados, la baja del dólar paralelo podría mitigar las presiones inflacionarias. Sin embargo, hasta ahora el efecto no se tradujo en reducciones claras, ya que gran parte de los bienes disponibles fueron adquiridos a tasas previas más altas, entre 16 y 17 bolivianos.
De igual manera, en la percepción ciudadana, la caída generó un alivio psicológico, alimentando la esperanza de mayor estabilidad, aunque acompañada por dudas sobre su sostenibilidad en el tiempo.
Expectativas
Bedregal apunta que, la caída del dólar paralelo en Bolivia responde a una mezcla de expectativas políticas, factores temporales y dinámicas digitales que, si bien ofrecen un respiro en el corto plazo, no resuelven los desafíos estructurales de la economía nacional.
Lo que viene, según el economista, dependerá de la capacidad del país para implementar reformas de fondo que fortalezcan las reservas internacionales, impulsen la inversión extranjera y reduzcan la dependencia de mecanismos informales de acceso a divisas.
Este y otros temas de actualidad económica son objeto de análisis permanente por parte de los estudiantes de la carrera de Ingeniería Económica en Unifranz, quienes aportan una mirada académica y crítica a los fenómenos que marcan el rumbo del país.