Siete destinos “mágicos” para recibir el Año Nuevo Andino y renacer con el Sol
Por Antonio Ortega

El 21 de junio marca una fecha especial en el calendario: el solsticio de invierno y el inicio de un nuevo ciclo, el Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco. Esta celebración ancestral, que simboliza el renacer del Sol, se vive con rituales, ofrendas y agradecimientos a la Pachamama. Es también una oportunidad perfecta para reconectar con la naturaleza y explorar lugares únicos del país.
Este feriado no solo es una pausa del calendario; es una oportunidad para reconectar con la tierra, con nuestras raíces y con nosotros mismos. Por eso, el director Gianmarco Flori, de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz La Paz, nos invita a descubrir siete lugares que, más que destinos, son portales a lo espiritual, lo ancestral y lo natural.
“El Año Nuevo Andino Amazónico no se trata solo de una festividad, sino de una experiencia de introspección. Es el momento perfecto para escaparse del ruido de la ciudad y volver al origen, a esos lugares donde el alma puede respirar”, explica Fiori.
- Copacabana: donde el lago y el cielo se tocan
A orillas del majestuoso lago Titicaca, Copacabana ofrece una experiencia que mezcla la espiritualidad ancestral con la devoción católica. En esta época, se realizan baños rituales en el lago, florecimientos y agradecimientos al Sol naciente.
“El Titicaca no es solo un lago, es una entidad viva para las culturas originarias. Recibir el año nuevo aquí es como abrirse el corazón al universo”, afirma Fiori.
- Tiwanaku: el epicentro del solsticio
Aproximadamente a las siete de la mañana, miles de personas ya están de pie en este sitio sagrado esperando los primeros rayos del Inti. Con los brazos extendidos al cielo, la ceremonia en Tiwanaku es un espectáculo de energía colectiva y reverencia histórica.
“Estar en Tiwanaku durante el solsticio es como viajar en el tiempo. Allí el pasado no ha muerto, sigue hablándonos a través de las piedras y el silencio”, reflexiona el docente.
- Coroico: calor, vida y sabor yungueño
Para quienes prefieren celebrar en un clima más cálido y rodeado de verde, Coroico en los Yungas es el lugar ideal. Cascadas, frutas frescas, caminos selváticos y vistas que quitan el aliento lo convierten en un paraíso escondido.
“Coroico representa la fertilidad, la abundancia y la vida. Es perfecto para agradecer a la tierra por lo que nos da, especialmente en este inicio de nuevo ciclo”, dice Fiori.
- Sorata: donde la montaña susurra
Al pie del nevado Illampu, Sorata es un destino ideal para el senderismo y la contemplación. Con paisajes que parecen pintados a mano, este pueblo invita a quienes buscan silencio, paz y aire puro.
“Sorata es el lugar perfecto para desconectarse y meditar. Es un refugio emocional y espiritual”, sugiere el experto en turismo.
- Parque San Benito: naturaleza sin filtros
Escondido en Nor Yungas, este parque es un remanso de paz. Ideal para un picnic, una caminata o simplemente para ver cómo la niebla acaricia los árboles, San Benito permite una reconexión con lo simple y lo esencial.
“Muchas veces creemos que para viajar hay que ir lejos, pero a veces lo más mágico está a unas pocas horas de casa. El Parque San Benito es uno de esos lugares que sorprenden”, comenta Fiori.
- Valle de las Ánimas: donde la piedra tiene alma
Este impresionante valle, cerca de La Paz, parece un escenario de otro planeta. Sus columnas de piedra, formadas por siglos de erosión, dan la sensación de estar rodeado por espíritus antiguos.
“El Valle de las Ánimas tiene un misticismo palpable. Es perfecto para rituales personales, para dejar atrás lo viejo y abrirse a lo nuevo”, añade el director.
- Laguna Escondida (Jinchumuruni): entre niebla y misterio
Pocos conocen este lugar oculto entre las montañas, donde la neblina cubre el agua como un velo sagrado. Ideal para quienes buscan desconexión total y contemplación.
“Jinchumuruni es uno de esos secretos que no quieres compartir… pero que tienes que hacerlo porque es una experiencia mística”, revela Fiori.
Más allá de los paisajes, Gianmarco Flori recuerda que estos viajes también son una invitación a detenerse y reflexionar.
“El Año Nuevo Andino no solo celebra el Sol, celebra la vida, el renacer. Es una pausa para agradecer, limpiar nuestra energía y mirar hacia adelante con esperanza”, finaliza el director.
El sábado 21 de junio está marcado para alistar una mochila y buscar un destino ideal para descansar o reconectarse bajo los rayos del Sol.