Lucha contra el bullying y acoso escolar: un llamado a la conciencia global

Por Jorge López
El bullying o acoso escolar es uno de los problemas más graves que enfrentan los estudiantes de todo el mundo. Cada día, millones de niños y adolescentes sufren diferentes formas de violencia dentro de sus propios entornos educativos. Esta situación no solo deteriora su bienestar emocional y psicológico, sino que afecta su desarrollo social, académico y físico.
“El acoso escolar es una forma de violencia, y como tal, deja huellas emocionales. Si no se interviene en el momento adecuado, esta experiencia puede dejar una herida profunda que la persona arrastrará durante mucho tiempo. Se traduce en inseguridad, en dificultades para establecer relaciones y en una autoestima debilitada”, explica Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología, de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Cada 2 de mayo, el mundo celebra el Día Internacional contra el Bullying con el objetivo de visibilizar este grave problema e impulsar una respuesta global frente al acoso escolar. Es un momento clave para concientizar sobre la importancia de erradicar estas prácticas violentas y promover una cultura de respeto e inclusión en las escuelas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el bullying es una de las formas más perjudiciales de violencia infantil, con consecuencias de largo plazo para las víctimas. La intimidación puede manifestarse de diversas formas, física, verbal, psicológica e incluso digital, a través del ciberacoso.
La violencia escolar, especialmente en su modalidad digital, se ha intensificado en la era de las redes sociales, donde los jóvenes enfrentan un riesgo constante de ser atacados, a veces sin poder escapar de la agresión.
Sobrevivir en silencio
Miguel (nombre convencional) tenía poco más de cinco años cuando empezó a temer cada recreo. No era el más fuerte de su curso, y su timidez lo hacía blanco fácil de burlas constantes. Al principio, fueron comentarios sobre su ropa o la forma en que hablaba. Luego, empujones y humillaciones públicas.
«Me escondía en el baño para no cruzarme con ellos. Llegó un punto en el que pensé que algo en mí estaba mal, que merecía lo que me hacían», cuenta, ahora que ya tiene 21 años.
Durante años, Miguel guardó silencio, no dijo nada a sus padres ni a sus profesores por miedo a que no le creyeran. Ese silencio, según él, fue lo que más le dolió. «Sentía que no tenía a dónde ir. El colegio, que debería haber sido un lugar seguro, era mi peor pesadilla», comenta.
Hoy, con apoyo familiar y mucha fuerza de voluntad, Miguel superó esa etapa de su vida. Su historia es un recordatorio de que detrás de cada estadística hay una vida, un niño o adolescente que sufre en silencio. Y también es una muestra de que se puede salir adelante, pero solo si la sociedad, las escuelas y las familias actúan a tiempo.
“La solución al acoso escolar no se limita a tener un psicólogo en el colegio. Se necesita una comprensión real de la importancia de la psicología educativa, que no solo acompaña a los estudiantes, sino que coordina con todas las partes involucradas: víctimas, agresores, padres, docentes y compañeros”, añade la profesional psicóloga.
Enfrentar el bullying requiere acciones concretas. En países como Bolivia, la Ley 164 de la Niñez y Adolescencia ha establecido medidas para proteger a los menores de toda forma de violencia, incluyendo el acoso escolar. A pesar de los avances legislativos, la verdadera transformación debe comenzar desde las escuelas, donde el trabajo educativo en valores como el respeto, la empatía y la solidaridad es fundamental para prevenir y erradicar el bullying.
“El psicólogo educativo tiene la capacidad de intervenir de forma integral, creando espacios de diálogo, reflexión y contención. Sólo así se pueden reducir las conductas agresivas en las aulas. Frente al bullying, todos somos corresponsables”, comenta la experta.
El Día Internacional contra el Bullying también destaca la importancia de la concientización continua. Los programas educativos en las escuelas deben ser acompañados de campañas informativas que lleguen a toda la comunidad escolar. Los estudiantes deben ser capacitados no solo para identificar y denunciar el acoso, sino también para entender que, al ser testigos de una situación de acoso, tienen la responsabilidad de actuar.
“Todo influye. Lo que hace el profesor cuando hay una conducta agresiva, lo que hace el agresor, lo que hace la víctima, cómo reacciona el curso o cómo actúan los padres podrían perpetuar episodios de violencia. Es un sistema. Por eso se necesita un trabajo conjunto”, concluye Loayza.
En este Día Internacional contra el Bullying, la llamada a la acción es clara, erradicar el acoso escolar es una responsabilidad compartida entre todos. Solo con un compromiso firme y conjunto se podrá garantizar un futuro donde las aulas sean espacios seguros y libres de violencia para todos los estudiantes.