Tres enemigos de tu cerebro que debes conocer
Por Ricardo Espinoza

¿Alguna vez te has detenido a pensar en cómo afecta a tu cerebro una rutina extenuante? El sonido del despertador que te arranca de un sueño incompleto, correr contra el tiempo mientras revisas un sinfín de notificaciones en el celular, el ruido ensordecedor de las bocinas y la presión constante del trabajo. Al final del día, una fuerte migraña te recuerda que algo no anda bien, pero lo atribuyes al estrés cotidiano, sin darte cuenta de que tu cerebro está luchando contra amenazas invisibles que lo dañan lentamente.
Del 10 al 16 de marzo, el mundo celebra la Semana Mundial del Cerebro, una campaña internacional coordinada por la Alianza Dana en Estados Unidos y Europa. Esta iniciativa busca recordarnos la complejidad y la importancia fundamental del órgano que controla cada latido, pensamiento y emoción. Sin embargo, en medio del frenetismo de la vida moderna, solemos olvidar su cuidado. Lo exigimos al máximo, lo sometemos a ritmos desgastantes y, peor aún, ignoramos las amenazas silenciosas que lo dañan cada día. A continuación, tres enemigos silenciosos que pueden afectar a tu cerebro y derivar en múltiples consecuencias.
Insomnio Crónico: cuando el descanso se convierte en un lujo
El sueño reparador es una necesidad biológica esencial. Durante el descanso nocturno, el cerebro se ocupa de eliminar toxinas, consolidar recuerdos y restaurar conexiones neuronales. Pero cuando se enfrenta al insomnio crónico —dificultad persistente para conciliar o mantener el sueño—, el cerebro sufre.
Marco Balboa, director de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, de El Alto, explica que “el insomnio crónico puede afectar la conectividad cerebral, generar déficits cognitivos y emocionales, alterar la estructura de la materia gris y acelerar el envejecimiento cerebral debido al estrés oxidativo y la neuro inflamación”.
Es decir, un cerebro privado de sueño se vuelve lento, menos eficiente y más vulnerable a enfermedades neurodegenerativas. La falta de descanso adecuado afecta la concentración, la memoria, el estado de ánimo y la capacidad de tomar decisiones. En una sociedad acelerada, donde el estrés y las pantallas nos roban horas de sueño, priorizar un descanso de calidad es esencial para la salud cerebral a largo plazo.
Sobrestimulación digital, el bombardeo constante que aturde la mente
Vivimos en la era de la información, hiperconectados y bombardeados constantemente por estímulos digitales. Redes sociales, notificaciones, videos, mensajes, entre otros. La sobrecarga cognitiva genera estrés neuronal, dificulta la concentración y aumenta la ansiedad.
Según Balboa, “en niños y adolescentes, la sobrestimulación digital puede afectar el desarrollo cerebral, reduciendo el grosor cortical – medición del espesor de la capa externa del cerebro, conocida como corteza – y debilitando el control cognitivo. En adultos, provoca distracción, afecta la inteligencia emocional y social, e incluso causa dependencia tecnológica”. Sin embargo, añade que un uso controlado de la tecnología puede tener beneficios, como mejorar la memoria y la multitarea.
Para proteger la salud cerebral, se recomienda reducir el tiempo de exposición digital, promover actividades al aire libre y establecer horarios libres de dispositivos electrónicos.
Estrés crónico, el enemigo silencioso que daña el cerebro
El estrés puede ser útil en pequeñas dosis, pero cuando se vuelve crónico, es un enemigo implacable. La exposición prolongada al estrés genera un exceso de cortisol, que daña las neuronas, afecta la memoria, aumenta el riesgo de depresión y deteriora la estructura cerebral.
“Puede modificar la corteza prefrontal y la amígdala, afectando la regulación emocional y la toma de decisiones”, advierte Balboa. Además, el estrés crónico genera neuro inflamación, altera la plasticidad sináptica – se refiere a la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a nuevas experiencias y estímulos – y contribuye a trastornos como la ansiedad y la depresión.
Practicar técnicas de manejo del estrés como la meditación, la respiración profunda o el ejercicio físico son estrategias esenciales para proteger el cerebro. Asimismo, mantener relaciones sociales saludables y una dieta equilibrada rica en antioxidantes y ácidos grasos omega-3 contribuyen al bienestar cerebral.
¿Por qué es crucial cuidar nuestro cerebro desde edades tempranas?
“El cerebro es altamente plástico en la infancia y la adolescencia. Los hábitos adquiridos en esta etapa influyen en su desarrollo a largo plazo”, señala Balboa. Adoptar hábitos saludables desde edades tempranas optimiza el aprendizaje, reduce el riesgo de trastornos mentales y previene enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson en la vejez.
La Semana Mundial del Cerebro se constituye en un llamado a la acción para tomar conciencia sobre la fragilidad y la importancia de este órgano vital, y la necesidad de adoptar hábitos más saludables para protegerlo.