LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN UNA GENERACIÓN QUE TRANSFORMARÁ LA REALIDAD SOCIAL.

LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN UNA GENERACIÓN QUE TRANSFORMARÁ LA REALIDAD SOCIAL.

Por Eve Gómez Ferrufino, Vicerrectora UNIFRANZ El Alto.

En un mundo que se transforma con extraordinaria velocidad, las demandas del empresariado y de la sociedad misma, también mutan para atraer y formar a su fuerza laboral y a potenciales colaboradores. Las universidades se encuentran frente al reto de dar respuesta ágil a través de una formación que responda a   dichas demandas tanto laborales como sociales a través de una educación superior que permita tanto el desarrollo profesional y personal, así como que se convierta en una palanca para el bienestar regional y global a través de la formación de profesionales calificados, con espíritu crítico, socialmente responsables  y capaces de responder a las necesidades de la sociedad, permitiendo así la revitalización de las economías.

La responsabilidad no solo recae en las universidades, sino en políticas que deben responder a las demandas actuales. Un aporte significativo que nos invita a la reflexión sobre el papel que desempeña el sistema educativo actual en su contexto y aporta ideas creativas sobre el futuro de la educación superior hacia 2050, fue presentado recientemente, por la UNESCO como  resultados de la consulta pública,  en el proyecto Futuros de la Educación Superior.

Algunas líneas en común se identifican en los resultados del primer Foro Virtual de la Juventud celebrado en diciembre de 2021, con la presencia de líderes juveniles de más de 55 países. Entre las más relevantes reflexiones tanto de expertos como de líderes juveniles sobre una educación superior, se considera que la misma:

  • Sea accesible e inclusiva, sin ningún tipo de discriminación y respetando las culturas. Esto implica acceso a la educación para todos con las condiciones adecuadas, tomando en cuenta factores como la tecnología, la infraestructura, los recursos.
  • Esté centrada en el estudiante y fomente el desarrollo de competencias en ciudadanos globales y responsables socialmente. Los docentes deben estar preparados y ser empáticos para lograr inspirar a los estudiantes
  • Sea transformadora y considere la educación para la sostenibilidad, el desarrollo y la protección del medio ambiente
  • Que permita adaptarse a las necesidades de una sociedad en continua mutación de cara a la innovación y al desarrollo tecnológico

Es por esto que la educación superior se ha visto en la obligación de reinventarse. Pero esta transformación ya venía gestándose mucho antes de la pandemia del COVID-19. En diversos países ya se había optado por la educación virtual o híbrida. Para quienes veníamos preparándonos para responder a la crisis que enfrentaba y aun hoy enfrenta la educación superior, la formación por competencias, la modalidad híbrida, las metodologías activas, el acompañamiento de docentes, en su nuevo rol de couch de sus estudiantes, quienes desarrollan un aprendizaje experiencial o por retos, ha sido la alternativa.

La academia no solo ha debido ser resiliente y adaptarse al cambio permanente, sino que debe gestionar tanto el cambio como la incertidumbre. La evaluación del saber y del saber hacer, va acompañada del saber ser, por lo que parte del perfil de formación, busca desarrollar ciudadanos globales y críticos en un espacio que permita el aprendizaje de calidad. Un aprendizaje que impacte, que esté centrado tanto en el estudiante como en su experiencia. Un aprendizaje diseñado para la generación actual, hiperconectada, con cortos periodos de atención, con problemas sociales que desea resolver, donde lo que mantiene su motivación es encontrar valor en lo que hacen y aporta. Es el estudiante quien se convierte en protagonista de su propio proceso de aprendizaje. Son los estudiantes, que ahora, en ambientes colaborativos y dinámicos, tienen las herramientas para generar soluciones a los problemas prioritarios de la sociedad.

No es posible ignorar las brechas existentes, que se han incrementado, principalmente para los más desfavorecidos, quienes no tienen acceso a tecnología ni conectividad apropiada. Si bien, para unos estudiar se ha hecho más sencillo por la posibilidad de acceder a clases y recursos desde sus dispositivos móviles, para las poblaciones vulnerables, la educación se está volviendo restrictiva.

Estos retos no son recientes y la reflexión continua. Estamos a días de celebrar la III Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES) auspiciada por la UNESCO que debía efectuarse a fines del 2021; queda en la mesa de los académicos reflexionar sobre el propósito pedagógico y social de nuestro que hacer en Educación Superior, estamos a la espera de la sistematización de principios y lineamientos que sustenten acciones concretas.

Estamos formando la generación que está transformando la realidad social. Urge que la educación superior pospandémica propicie acortar las brechas existentes y vaya a la medida de las actuales generaciones que demandan un mundo inclusivo, de paz, democrático, justo, que respete los derechos humanos y el medio ambiente, que piden que el conocimiento, la formación y la tecnología se democraticen y así se logre la erradicación de la pobreza y todo tipo de discriminación.

La calidad en la educación superior parte de colocar en el centro al estudiante y promover la movilidad académica y por ende la conformación de redes de solución de problemas, de investigación, de estudios sobre innovación y cooperación con el sector productivo, que promueva el fortalecimiento de los lazos con la sociedad y adecuen la formación de profesionales a las demandas del mercado laboral, sin dejar de lado, que ahora el aprendizaje se mantiene a lo largo de la vida.

Respecto a la relevancia de dichos lazos, Matías Rodríguez, presidente de Santander Universidades, ha planteado con claridad las ventajas de la digitalización que “ha hecho posible la cooperación entre universidades. En América Latina debe generarse un espacio latinoamericano de educación superior que fomente la colaboración entre universidades, lo que es clave para unir esfuerzos y conseguir economías de escala”.

¿Lograremos la renovación de la educación superior conectada a múltiples niveles ya sea a corto plazo o en escenarios futuros? Global, regionales, local que incluyan, autoridades locales, industria, redes o alianzas universitarias que colaboren estratégicamente para ello.

Con el III CMES en puertas, enfrentamos el desafío de eliminar la discriminación o la falta de igualdad de oportunidades que impiden el acceso a la educación superior. Acabamos de ver la fragilidad de la humanidad frente a una pandemia que solo la colaboración, modelos educativos inclusivos y resilientes que impulsen políticas inclusivas y estrategias de buen gobierno eficientes, transparentes, de calidad pueden hacer frente. Recordemos que la educación es el motor de la construcción de paz, del desarrollo sostenible y de transformación de vidas.

 

 

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