¿Qué música escuchan los bolivianos? ¿Qué ven? ¿Qué libros leen? ¿Cuánto Internet utilizan? ¿Qué fiestas populares les gustan? ¿Cuánto invierten en el consumo de actividades culturales? Son algunas de las interrogantes que muchas personas se realizan respecto a los hábitos de consumo cultural de los bolivianos.
Más de cuatro quintas partes de la población en las ciudades metropolitanas de Bolivia escuchan música, miran televisión y usan Internet, revela la encuesta sobre consumos culturales en Cochabamba, La Paz y Santa Cruz, realizado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) y el Center for International Private Enterprise (CIPE).
En un segundo plano, los productos o soportes culturales que son empleados por más de la mitad de la población, son la radio, los periódicos y los libros. También, cerca de un tercio de los bolivianos juegan videojuegos o va al cine, y casi una cuarta parte lee revistas, asiste a conciertos o va al museo y espacios patrimoniales similares.
Al respecto, Gabriela Sanjinés, directora del Instituto de Progreso Económico Empresarial (IPEE), centro de pensamiento estratégico de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, que en 2023 realizó el primer censo de economía naranja del país, asegura que la cultura es uno de los elementos más importantes que tiene la economía creativa y que contar con información científica sobre las formas de su consumo sirve desde distintos puntos de vista.
“Nos sirve para conocer cuánta demanda tiene nuestra cultura o cuánto dinero está generando y tomar conciencia de su importancia como indicador económico. A nivel microeconómico, nos permite conocer las empresas, los emprendimientos o los artistas que están haciendo cultura y están aportando a la economía. La cultura y la economía no son entes separados o variables que nunca se fusionan; al contrario, van juntas en todo el proceso porque la una depende de la otra”, puntualiza.
Según Sanjinés, hace dos años, con el Censo de Economía Naranja de la ciudad de Cochabamba, el IPEE dio el puntapié inicial para visibilizar a todo un sector empresarial y emprendedor, vinculado con la oferta creativa. “Hemos empezado a generar un ecosistema que ha reaccionado a nuestros resultados y ha abierto los ojos para seguir generando más proyectos”.
La académica explica que, cruzando la data generada por el censo de economía naranja y la encuesta de consumos culturales, se observan datos “bastante interesantes y reveladores” respecto a la producción cultural en el país y su impacto sobre la economía creativa.
Como ejemplo, menciona que en según la encuesta, los jóvenes leen libros digitales porque usan más el Internet. Este dato coincide con el censo de economía naranja que reveló que una actividad económica importante en la capital del Valle son las editoriales y librerías.
“Tenemos escritores importantes en Cochabamba, no solamente los de renombre como Gaby Vallejo o Norma Mayorga, sino también hay toda una generación nueva de escritores jóvenes que están escribiendo y están publicando. Se trata de una reacción a la demanda”, precisa la académica.
La confluencia entre la cultura y la economía creativa es un territorio fértil que merece una atención cuidadosa y estratégica. La cultura no sólo es un reflejo de la identidad y diversidad de una nación, sino que también es un motor económico poderoso que puede impulsar el desarrollo y la innovación.
Nueve de cada 10 bolivianos escuchan música
El primer ítem de consumo cultural en el país es la música, consumida por un 92% de los bolivianos. Su consumo es cotidiano y muy alto, según la encuesta.
“Es especialmente notable el alto nivel de consumo de música, con la cumbia y la música folclórica liderando la lista. Más aún, el hecho de que los jóvenes estén mostrando un interés creciente en la música folclórica es un indicador poderoso de la relevancia continua de nuestras tradiciones culturales”, destacan en el informe los investigadores Santiago Laserna y Daniel Moreno.
En tanto, Sanjinés sostiene que este dato debe “llamar mucho la atención”, no sólo por el tema de reivindicación y preservación de la cultura sino porque los jóvenes están consumiendo música folclórica.
¿Qué significa esto? Las formas tradicionales de promover la cultura ya no son suficientes, asegura la académica, a tiempo de puntualizar que es necesario adaptarse a las nuevas tecnologías y plataformas digitales. La reacción de los grupos folclóricos, que ahora están presentes en plataformas como YouTube y Spotify, es un ejemplo inspirador de cómo la adaptación puede conducir a una mayor relevancia y visibilidad.
“Tenemos que ver cómo atraer más gente. Esto implica que reaccionen todos a este consumo, no sólo los empresarios, emprendedores y artistas, y que las entidades públicas generen las condiciones para darles mayores oportunidades a nuestros artistas, para generar esos encuentros entre la demanda y la oferta de consumo. Caso contrario, correremos la misma suerte que otros países donde la producción cultural se está consumiendo cada vez menos en las generaciones nuevas”, manifiesta.
El Internet, una herramienta indispensable
En cuanto al uso de Internet, los datos de la encuesta reflejan una realidad bastante esperada, con el registró de un 86% de la población boliviana que se conecta al Internet.
Este tema se puede atribuir a la capacidad transformadora de este recurso y el modo en que se ha inscrito como un medio indispensable para el acceso a información, el entretenimiento y las comunicaciones, según el informe.
En relación a los videojuegos, los datos muestran que el 34% de los bolivianos jugó videojuegos, ya sea en computadora, en el celular, en consola de video, en máquinas con fichas o de alguna otra manera durante el último año. En este sentido, se constituye como uno de los principales medios de entretenimiento.
La televisión aún es la reina en audiovisuales
La televisión muestra uno de los consumos más elevados a nivel nacional, con más del 89% de la población que mira televisión ya sea por TV abierta, cable, Netflix o Internet. Un 9% de la población no lo hace ni tampoco lo hacía.
Por otro lado, el cine refleja datos inversos ya que, en el último año, sólo un 32% de la población asistió al cine por lo menos una vez, aquello que podría deberse al incremento de plataformas de streaming o a la pérdida de costumbre como consecuencia de la pandemia.
Con el teatro, los índices de consumo se reducen notablemente, demostrando que no es una actividad cultural muy consumida por los bolivianos. Tan solo un 8% de la población asistió a espectáculos teatrales durante el último año.
Los jóvenes sí consumen libros
La encuesta también deja atrás clichés respecto a que los jóvenes de hoy ya no tienen el hábito de la lectura y, al contrario, revela un renovado interés por la lectura, especialmente en formatos digitales.
“Decimos, muy de memoria, que los jóvenes ya no tienen la costumbre de leer, pero cuando vemos los resultados de esta encuesta, vemos que el tercer consumo cultural es el leer periódicos o libros y cuando vemos la desagregación por edades, constatamos que los jóvenes están leyendo periódicos, libros, aunque su forma de leer ha cambiado porque, principalmente, está enfocada en el uso del Internet”, señala la académica.
Esto subraya la importancia de seguir innovando en la oferta de contenido cultural y promover el acceso a la lectura en todas sus formas. Los datos recopilados también resaltan la necesidad de políticas gubernamentales que apoyen la economía creativa, como lo demuestran ejemplos exitosos en países como Corea del Sur y Colombia.
Data, una herramienta para impulsar la economía creativa
Sanjinés destaca que este tipo de data es invaluable para comprender el panorama económico de la cultura y diseñar estrategias de apoyo efectivas. La atención al consumo cultural y la data generada son herramientas fundamentales para impulsar la economía creativa en el país.
Es necesario que el gobierno, en todos sus niveles, reconozca la importancia estratégica de este sector y promueva políticas que fomenten su desarrollo. Solo así podremos aprovechar plenamente el potencial de nuestra cultura como motor de crecimiento económico y desarrollo social.
Por su parte, para Laserna, la coordinación interinstitucional es “trascendental”, no tanto porque la economía creativa necesite ser impulsada por un esfuerzo estatal o gubernamental, pero ayuda a visibilizar y mostrar el aporte de la innovación y la creatividad en el país.
“Hay muchas maneras en que se puede dar esta visibilización y puede ser trabajando de manera coordinada entre la sociedad civil, la academia y el gobierno, pero lo más importante es que los emprendedores sepan que están contribuyendo al país haciendo estas empresas creativas. Ellos están generando sus propias fuentes de empleo, sin salir a pedir ayuda (…), están dando empleo a otras personas y, al mismo tiempo, están generando sus propias fuentes de ingreso. Empoderando a los emprendedores creativos, el país logra diversificar su crecimiento económico”, concluye el investigador.