Muchas veces satanizados y culpados de generar adicciones o ser un pasatiempo, los videojuegos han conquistado la preferencia de niños, adolescentes y hasta jóvenes adultos, los cuales acuden a ellos en busca de distracción, satisfacción personal y, también, un escape.
Pero los videojuegos también pueden ser usados para enseñar, no sólo desde una concepción educativa, sino de manera general.
“Un videojuego es una experiencia digital que permite elaborar una historia, desenvolver una historia y ser parte de esta historia, tomándolo a uno como protagonista. En base a esto, se han diversificado tanto, han dejado de ser experiencias simples, ahora los juegos se han diversificado tanto y abordan historias tan complejas, con temas tan profundos que abarcan todos los campos, hasta la psicología”, explica Álvaro Gutiérrez, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
De acuerdo con Gutiérrez, quien participó en el podcast “Amar es Educar”, los docentes y padres pueden incorporar el uso de videojuegos para complementar la educación de sus estudiantes e hijos.
“Ya no podemos darnos el lujo, como adultos, de ignorar lo que juegan nuestros hijos o nuestros estudiantes, es importante, primero, aprender sobre las clasificaciones que tienen estos juegos, ya que, al igual que las películas, tienen un rating de edades (personas en pantalla) y los distintos géneros de éstos, para emplearlos en el aprendizaje”, expresa.
El psicólogo indica, por ejemplo, que conociendo estos parámetros se puede incluir el uso de videojuegos comerciales en el aprendizaje.
“Hay todo tipo de géneros, estrategia, ‘shooters’, RPG (Juego de rol), multijugador, jugador solo, aventura, rompecabezas, en tiempo real, construcción, por turnos… Hay una infinidad de maneras de jugar, y eso puede ayudar en el aula. Por ejemplo, los educadores pueden utilizar los juegos de estrategia en tiempo real para reforzar el pensamiento estratégico, la gestión de recursos y la planificación o juegos como Minecraft para enseñar conceptos de diseño o arquitectura, hay muchos ejemplos”, agrega.
Según el psicólogo, por ejemplo, los juegos de disparos (shooters) ahora se están utilizando para hacer rehabilitación neuropsicológica en personas cuadripléjicas.
En otro caso, hay ciertos estudios en desarrollo que comprueban que jugar juegos RPG, permite a los jugadores tomar mejores decisiones en la vida real.
“Hay una correlación interesante entre el RPG y la toma de decisiones, que es una capacidad cognitiva muy importante para todo ser humano”, asegura.
Para el director de la carrera de Ingeniería de Sistemas, Marcelo Pacheco, los videojuegos, además de entretener, destacar por su interactividad y desarrollo de habilidades, ofrecen narrativas inmersivas y exploración en mundos detallados.
“Con gráficos impresionantes, efectos de sonido inmersivos y mecánicas de juego, los videojuegos permiten a los jugadores escapar a mundos imaginarios, fomentar la creatividad y la toma de decisiones, y conectarse con personas de todo el mundo”, afirma.
Los videojuegos fomentan la cooperación y competencia en multijugadores, así como la personalización de experiencias, brindan un sentido de logro, crean atmósferas cautivadoras a partir de la combinación de arte visual, música y sonido.
“Algunos juegos educativos promueven el aprendizaje. La industria impulsa innovaciones tecnológicas, influenciando diversos campos. Los videojuegos son una forma completa de entretenimiento interactivo, impactando en el desarrollo personal y tecnológico de las personas, mientras los conectan en todo el mundo”, agrega Pacheco.
No es bueno satanizarlos
Gutiérrez resalta que, a pesar de la mala fama que tienen entre algunos padres, los videojuegos son un pasatiempo como otros y la adicción a éstos debe ser tomada con pinzas.
“Muchos padres de familia tienden a satanizar a los videojuegos, temiendo que sus hijos se vuelvan adictos, pero no es tanto así. Para que la adicción a los videojuegos realmente cumpla los atributos de un trastorno, tiene que ser comportamiento que haga daño y tiene que interferir en la vida de la persona que lo juega, ya sea a nivel educativo, social, económico y que le impida o que le dificulte tener un desarrollo más o menos adaptativo en comparación a su vida normal, a lo que deberían hacer la mayoría de los estudiantes. No quiere decir que, porque nuestros hijos juegan una o dos horas al día o el fin de semana, son adictos. Está mal enfocada la figura que se tiene acerca de los videojuegos”, explica.
Sin embargo, el experto resalta las señales que muestran un comportamiento adictivo entre los aficionados a los videojuegos.
“Dentro de lo patológico, un trastorno debería generar algún nivel de daño, a nivel personal o interpersonal o ambiental y ese daño se puede caracterizar como la incapacidad o, en algunos casos, la discapacidad para realizar actividades, ‘normales’, entonces, si yo veo que mi hijo descuida los estudios por irse a jugar y esto no ha generado un rojo en la libreta, sino que ya lo está haciendo perder el año, evidentemente podría ingresar como un indicador, hay una bandera roja”, manifiesta
Por otro lado, agrega Gutiérrez, no solamente las habilidades educativas se ven afectadas en una adicción, sino que las actividades sociales también se ven reducidas. “Prefieren jugar y quedarse a jugar horas en casa que salir con sus amigos al parque o a ver una película”.
El tercer indicador, es económico, es decir, cuando la persona gasta dinero que no tiene, incurriendo, incluso, en robos para realizar compras relacionadas con los videojuegos.
“Evidentemente muchos de estos juegos son gratis, pero cuando ya hay situaciones de adicción, muchos de estos niños, adolescentes y jóvenes empiezan a gastar dinero que no tienen para utilizarlo en las micro transacciones de los juegos, comprándose productos estéticos o mejoras a sus personajes. Ése es un indicador clave y a partir de ahí, también pueden perder la capacidad para socializar en casa, ya que ya no se comunican con sus padres, hermanos o amigos. Todo el tiempo o la mayor parte de su tiempo lo dedican a jugar, entonces ahí sí se puede considerar una adicción”, concluye.