Cristian aprendió el oficio durante su encierro, en talleres de capacitación en gastronomía, contabilidad, plataformas sociales, marketing y atención al cliente, entre otras habilidades, con la intención de reinsertarse a la sociedad y evitar reincidir, dice Daniel Callisaya, director departamental de Régimen Penitenciario en La Paz.
Con ese propósito, en abril de 2024, el Centro e Incubadora de Emprendimientos y Negocios (CIEN), de la carrera de Administración de Empresas de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz El Alto), junto a Visión Mundial Bolivia (proyecto Youth Ready) y la Fundación Aydha, en coordinación con la Dirección General de Régimen Penitenciario, puso en marcha un programa de formación para los adolescentes y jóvenes privados de libertad del Centro de Rehabilitación de Qalahuma.
El objetivo fue brindar a los internos habilidades empresariales, blandas y de gestión para que, posteriormente, al recuperar su libertad, puedan iniciar sus propios emprendimientos.
“Para el CIEN ha sido muy alentador apoyar a estos jóvenes que necesitan adquirir las diferentes herramientas y habilidades que les hemos brindado para que puedan fortalecer sus emprendimientos”, destaca Patricia Pozo, directora de la carrera de Administración de Empresas de Unifranz, refiriéndose al trabajo realizado durante cuatro meses en el centro de rehabilitación.
Aprender a emprender, según la académica, es uno de los pilares fundamentales que sostiene esta iniciativa. Su alcance va más allá de los muros de la universidad y se extiende a la comunidad en su conjunto, como es el caso del Centro de Qalahuma.
En Bolivia, la reinserción social de manera productiva para los jóvenes que han delinquido y han pasado por centros de rehabilitación se complica, generalmente, por la falta de oportunidades y apoyo, incluso, por parte de sus propias familias.
“Si dejamos sin herramientas a las personas que en algún momento cometieron un delito, lamentablemente, cuando salgan lo volverán a hacer. De ahí la importancia de dotarlos de habilidades que les permitan emprender una vez que retomen su libertad”, dice Daniel Callisaya, director departamental de Régimen Penitenciario de La Paz.
Modelo de reinserción social
Qalahuma, ubicado en el municipio de Viacha del departamento de La Paz, es un centro de rehabilitación social para jóvenes que busca convertirse en un modelo a nivel nacional, según el director departamental de Régimen Penitenciario.
Este centro acoge a más de 350 jóvenes de entre 18 y 28 años que han sido condenados por diversos delitos, incluidos aquellos cometidos por desconocimiento de la ley. Se diferencia de otros centros penitenciarios porque se enfoca en la rehabilitación en lugar del castigo, evitando el «contagio criminal» que ocurre cuando jóvenes con delitos menores conviven con criminales experimentados.
En este centro, además del apoyo para superar adicciones o traumas, los jóvenes reciben formación en habilidades prácticas, técnicas y humanas que les permitan generar ingresos después de su reclusión.
Ejemplos de superación y éxito, como el de Cristian, demuestran que con el apoyo adecuado es posible cambiar el rumbo de vida de estos jóvenes, que, por decisiones equivocadas, terminaron en un centro de rehabilitación.
El papel de la sociedad en la reinserción
El éxito de la reinserción de los jóvenes en conflicto con la ley no depende únicamente del Estado; la sociedad también tiene un papel crucial.
Sin embargo, la estigmatización es uno de los mayores obstáculos que enfrentan al intentar reinsertarse, ya que a menudo son rechazados por sus propias familias o comunidades, lo que puede llevarlos nuevamente al camino del delito. Para evitar la reincidencia, es fundamental que la sociedad les ofrezca una verdadera segunda oportunidad, sin prejuicios ni discriminación.
“Ellos necesitan una nueva oportunidad, pero se encuentran con barreras como la estigmatización por parte de la sociedad (…). Lamentablemente, muchos de estos jóvenes ni siquiera entienden de qué se trata el delito por el que están recluidos”, reflexiona Callisaya.
Iniciativas como el seguimiento post penitenciario son esenciales para asegurar que los jóvenes no recaigan en la delincuencia. Programas de capacitación como el que lleva adelante el CIEN no solo ayudan al exprivado de libertad, sino también a sus familias, preparándolas para recibirlos y apoyarlos en su reintegración.
Una segunda oportunidad para construir futuro
El camino hacia la reinserción es complejo y desafiante, pero fundamental. La colaboración entre el Estado, la academia y la sociedad es vital para lograr que estos jóvenes no solo se mantengan alejados del delito, sino que también se conviertan en ciudadanos productivos y responsables.
“Todos merecemos una segunda oportunidad. En Qalahuma vimos muchos jóvenes con diferentes talentos y valores. Ellos solo necesitan una oportunidad para reintegrarse a la sociedad, fortaleciendo los emprendimientos que ya tienen y mostrando lo que son capaces de crear”, afirma Pozo.
La clave está en no cerrarles las puertas y ofrecerles el apoyo necesario para que puedan construir un futuro mejor. Al brindarles una segunda oportunidad, las instituciones están contribuyendo a la construcción de una sociedad más inclusiva y justa para todos.