Senderismo, avistamiento de aves, recorridos por la naturaleza, actividades culturales y gastronomía, los destinos turísticos comunitarios ofrecen todo eso y mucho más a los viajeros ávidos de experiencias únicas e irrepetibles, pero para que éstos funcionen, requieren de un trabajo conjunto de todos los actores de la cadena productiva del turismo.
“El turismo es un sector que tiene más de 32 eslabones en su cadena, entre actores privados, públicos y también el comunitario, que debemos articular más con los demás. El turismo comunitario es un fenómeno social muy dinámico tanto en su crecimiento como en los vínculos que genera mediante su implementación, porque fomenta la generación de nuevas expresiones culturales y formas de llevar a cabo esta actividad”, expresa Andrés Aramayo, gerente del Observatorio Boliviano para la Industria Turística Sostenible (Órbita).
Aramayo indica que esta articulación entre privados y las comunidades permite que estas últimas amplíen el alcance de sus ofertas a nuevos mercados y generar cambios de manera transversal. Para esto, Órbita ha identificado 139 emprendimientos de turismo comunitario en todo el país.
“Estas comunidades, en la mayoría de los casos son muy buenos operando sus destinos, con propuestas originales e innovadoras para los turistas, pero es difícil enlazarlos con cadenas internacionales para que puedan llegar más personas a sus territorios, por eso es importante la interacción que éstas puedan tener con agencias operadoras, líneas aéreas y promotores de turismo a nivel nacional e internacional”, agrega.
Gian Marco Fiori, director de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, indica que muchos de los pueblos que generan ingresos del turismo lo hacen desde un segundo plano, sin alcanzar su máximo potencial por la falta de apoyo y políticas públicas para la promoción del sector.
“No se le ha dado una atención como debe ser. En Bolivia estas comunidades tienen un ingreso que es primario, producto de la agricultura, y el ingreso secundario es el tema turístico. Lamentablemente, muchas comunidades han dejado de trabajar con este tema por falta de turistas. Debería haber una política económica de fortalecimiento, para reactivar estas comunidades con turismo rural mucho más eficiente”, asegura.
Esta parte del turismo, conocida como turismo comunitario, recoge ciertas actividades culturales que se practican dentro o en cercanías de una comunidad, impulsando el crecimiento de la región por medio de la producción artística de sus habitantes y generando una doble funcionalidad.
“Como comunidad ellos tienen su TCO (Tierra Comunitarias de Origen) y como área protegida también tienen ciertos beneficios, pero el turismo en estas regiones tiene que estar bien planificado, porque el turista hace sus reservas con ocho o 10 meses de anticipación”, explica Fiori.
Ante esta situación, Aramayo indica que la unión entre privados y comunidades permite maximizar las ganancias de las comunidades y complementar sus matrices productivas orientadas en la actividad agrícola, pecuaria o minera a economías basadas en servicios.
“Hemos notado que las acciones eficientes pueden generar cambios en muy corto tiempo. Capacitar a la comunidad crea un espacio para que esta pueda dar una oferta innovadora y de calidad que le permita complementar su actividad, usualmente agrícola, con una economía basada en servicios como es el turismo. Esto mejora muchísimo los ingresos y la calidad de los empleos, y además corta la estacionalidad que usualmente tiene el sector agrícola”.
El gerente de Órbita, que recientemente presentó los resultados preliminares de una investigación sobre el tema, señala que, con la articulación, se ha logrado que estas comunidades puedan competir en términos de calidad de su oferta, en lugar de hacerlo en precio.
“Hemos ayudado a fortalecer una oferta innovadora que pueda ser consistente en el tiempo. Hacemos una articulación, una conexión y, por supuesto, difundimos la información de contacto de estos emprendimientos de turismo comunitario para que tanto el viajero nacional como internacional pueda llegar a estos productos”, acota.
El perfil del turista
De acuerdo con la fundación CODESPA, los turistas interesados en estas experiencias son, en su mayoría, personas entre 26 a 37 años, a pesar de que jóvenes entre 18 y 25 años también muestran interés.
Los turistas interesados en Bolivia desean visitar las ruinas arqueológicas, charlar con las comunidades, conocer las tradiciones y probar la gastronomía boliviana.