El 2020, la pandemia por el coronavirus planteó un nuevo desafío en la educación superior, el de continuar con la educación sin perder la calidad en la enseñanza universitaria.
La imaginación y la capacidad de resiliencia y adaptación al cambio hicieron que, inmediatamente, algunas universidades implementen procesos de reingeniería para migrar las aulas, la biblioteca y los laboratorios a la educación virtual, ofreciendo renovadas y novedosas alternativas a los estudiantes.
Pronto, aulas y laboratorios con simuladores irrumpieron en el escenario educativo y asumieron un rol protagónico activo en la formación de estudiantes, motivándolos a aprender y a ser más autónomos y responsables, con experiencias avanzadas de aprendizaje híbridas (presencial y a distancia). Los primeros resultados son altamente alentadores.
Un par de años antes algunas universidades habían iniciado este proceso innovador y transformador, fruto de una evaluación que daba cuenta que el estudiante tiene que estar en contacto con el paciente desde el primer día. Por tanto, migrar a las nuevas formas de educar no fue traumático para ellas.
¿Qué son los simuladores?
Los simuladores en la educación superior forman parte de una de las metodologías activas del proceso formativo y la adquisición de competencias, es decir, el aprendizaje basado en simulación.
Los simuladores son herramientas que permiten a los alumnos aprender sin peligro de destruir recursos reales y con el beneficio extra de condensar, en el tiempo que dura un semestre universitario, procesos que en el mundo real demorarán años en producirse.
Una vez que el estudiante conoce los contenidos, los trabaja en una práctica de discusión de casos, luego va a la sala de simulación a corroborar lo aprendido en un escenario simulado para que, en contextos reales pueda demostrar la competencia, aseguró Luis Gómez Peña, director de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz Santa Cruz.
En el campo de la Medicina, por ejemplo, los simuladores dan una vivencia lo más próximo a la realidad para disminuir o evitar errores, por ende, ayudan a perder el miedo. Su importancia radica en ganar la confianza y darle habilidad manual al nuevo profesional.
“Los simuladores enseñan a los estudiantes a que tengan la primera interacción con el paciente en un futuro próximo porque les enseña cómo tienen que trabajar, les da una muestra completa de cómo es ese ambiente real, de tal manera que cuando vayan a clínicas a realizar prácticas hospitalarias ya tengan destrezas manuales”, dijo, por su parte, Benyamin Largo, coordinador de la Carrera de Medicina de Unifranz El Alto.
Unifranz es una de las universidades que se apropió de los simuladores para la formación de profesionales en el marco de su política de “aprender haciendo”, marcando liderazgo en la educación superior en el país. Carreras como Medicina e Ingeniería Económica y Financiera usan los simuladores desde el primer semestre para distintas actividades, dependiendo del tipo de capacitación y competencia que se quiere lograr con los estudiantes.
“Tenemos, por ejemplo, muñecos de RCP que nos sirven para hacer un proceso de reanimación cardiopulmonar, muñecos que simulan ruidos pulmonares, cardíacos y otras patologías (…). Es necesario que lo hagamos en laboratorio para que nuestros estudiantes se vayan formando desde un inicio para que, cuando vayan a pacientes reales, tengan competencias más definidas y puedan desempeñar un trabajo profesional adecuado”, dijo al respecto la directora de Medicina de Unifranz La Paz, Griselda Vargas.
Tecnología para toma de decisiones
Con los simuladores, los futuros profesionales adquieren experiencia en sus áreas de estudio desde los primeros semestres gracias a las herramientas de simulación. Este recurso de aprendizaje permite planificar, tomar decisiones y analizar proyecciones en un entorno ficticio que recrea un entorno real.
Ciencias de la Salud cuenta con mesas anatómicas virtuales tridimensionales, que permiten explorar las estructuras anatómicas del cuerpo humano en tercera dimensión, hacer cortes, separar órganos, músculos y otras partes.
En tanto, la Facultad de Ciencias Empresariales utiliza simuladores de negocios a fin de permitir a los estudiantes jugar varios roles o papeles dentro del ámbito de la organización, además de generar un vínculo entre la teoría y la práctica, ampliando su visión global de la carrera que estudian.
El Dr. Gómez Peña considera que las universidades transformadoras en su afán de corresponder a las demandas de la sociedad y de la comunidad científica deben incorporar las nuevas metodologías activas en el diario quehacer del docente.
Se trata de desaprender para volver a aprender, colocando al estudiante en el centro del proceso formativo como protagonista y al docente como mentor y facilitador, “es lograr que los diferentes espacios formativos sean realmente de un verdadero aprendizaje para todos”, concluyó.