Por Jorge López
Cada 23 de junio en Bolivia celebramos la noche más fría del año, como antesala a la celebración de la festividad de San Juan, una tradición que ha evolucionado significativamente a lo largo de los siglos, adaptándose a diferentes contextos culturales y sociales.
A pesar de estos cambios, la esencia de la festividad se mantiene como la celebración de la vida, la renovación y el poder purificador del fuego.
La festividad de San Juan tiene sus raíces en antiguos ritos paganos que conmemoraban el inicio del solsticio de verano. Este evento, que marca el día más largo del año, era celebrado con grandes hogueras, danzas y rituales en honor al sol, considerado la fuente de vida y prosperidad.
Con la llegada del cristianismo, estas celebraciones fueron sincretizadas con el nacimiento de San Juan Bautista, transformándose en una fiesta religiosa que aún conserva muchos elementos de sus raíces paganas.
“Este festival católico, que celebra la figura bíblica de San Juan Bautista, se celebra tradicionalmente encendiendo enormes hogueras y quemando en las llamas elementos que ya no son necesarios”, señala Juan Carlos Núñez, docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Las primeras celebraciones de San Juan Bautista fueron promovidas por la Iglesia Católica para reemplazar las festividades paganas. La noche del 23 al 24 de junio se convirtió en un momento sagrado, dedicado a la reflexión y a la conmemoración del nacimiento de uno de los santos más venerados. Esta celebración se extendió por toda Europa, adquiriendo características propias en cada región.
En el norte de Europa, la festividad se relacionaba con la abundancia de luz y las cosechas, mientras en el sur, el énfasis estaba en la purificación y la renovación espiritual.
Tradiciones y rituales en Bolivia
En Bolivia, la festividad de San Juan es una ocasión cargada de tradiciones y costumbres que reflejan la rica herencia cultural del país. La noche previa a San Juan, el 23 de junio, es celebrada con una variedad de rituales simbólicos.
El encendido de hogueras era uno de los rituales más importantes, representando la purificación y la renovación de las cosas.
Núñez indica que las familias y comunidades se reúnen para encender grandes fogatas, creyendo que el fuego tiene el poder de limpiar el espíritu y alejar las malas energías.
En tanto, el sociólogo e investigador Marcelo Fernández Osco, manifiesta que “el encendido de la fogata tiene relación con el nacimiento de San Juan Bautista. Este culto católico se impuso con la colonización como una forma de control sociocultural para que la población indígena olvidara sus festividades y ritos prehispánicos”.
El agua también juega un papel crucial en las celebraciones. En algunas regiones, es costumbre bañarse en ríos o lagos a la medianoche como acto de purificación y renacimiento. Además, se preparan platos típicos como anticuchos, salteñas y ponches calientes, los cuales tienen connotaciones simbólicas de abundancia y prosperidad.
En algunas comunidades rurales, se llevan a cabo rituales específicos para proteger las cosechas y asegurar la fertilidad de la tierra.
Según un estudio realizado por el etnógrafo Eduardo Pérez, es común que los agricultores realicen ofrendas a la Pachamama durante la Noche de San Juan. Estas ofrendas pueden incluir alimentos, hojas de coca y alcohol, que se ofrecen en ceremonias dirigidas por yatiris.
La noche de San Juan también está rodeada de creencias populares y prohibiciones. Por ejemplo, según la tradición, no se debe cortar el cabello ni las uñas en esta noche, ya que se cree que estos actos pueden atraer la mala suerte. Además, algunos bolivianos evitan salir después de la medianoche, creyendo que los espíritus están más activos y pueden traer desgracias.
Evolución y adaptación moderna
Con el paso del tiempo, la festividad ha experimentado diversos cambios. Tradicionalmente, la celebración incluía la quema de maderas, neumáticos y la utilización de fuegos artificiales, generando altos niveles de contaminación y problemas de salud pública. Sin embargo, en respuesta a estas preocupaciones, las autoridades han implementado medidas para promover celebraciones más ecológicas y seguras.
Campañas de concientización impulsadas por autoridades nacionales, departamentales y locales han reducido la quema de materiales contaminantes y se han promovido alternativas más sostenibles, como la utilización de fogatas controladas y actividades culturales que no implican el uso de fuego.
Estas iniciativas disminuyeron significativamente en la última década, aunque la contaminación ambiental persiste debido a los chaqueos o preparación de la tierra para la siembra, que realizan los agricultores en el área rural entre los meses de junio y agosto.
“Tuvo cambios sustanciales, sobre todo con la globalización y el cambio climático. No sólo debería prohibirse la quema de fogatas, sino convertirse en una política estatal de control estricto y sanción para los practicantes de esta actividad, que tiene efectos absolutamente negativos para el medio ambiente”, comenta Fernández Osco.
Un aspecto relevante de la evolución de San Juan en Bolivia es la recuperación de las tradiciones indígenas.
El antropólogo boliviano Carlos Mamani, asegura que las comunidades indígenas han revitalizado sus propios rituales con celebraciones vinculadas al solsticio de invierno, conocido como Willka Kuti o retorno del sol, que coincide con la festividad de San Juan.
La masacre de San Juan
Un capítulo oscuro en la historia de la festividad de San Juan en Bolivia ocurrió en 1967 y es conocido como la Masacre de San Juan. En la madrugada del 24 de junio, en las minas de Siglo XX en Potosí, el ejército boliviano atacó a los mineros y sus familias que celebraban la noche de San Juan.
Más de 20 fallecidos, 70 heridos y decenas de detenidos y desaparecidos, fueron el resultado del ataque militar a los mineros que en ese momento eran una fuerza significativa de oposición política y social al gobierno de René Barrientos.
Este trágico evento dejó una profunda herida en la memoria colectiva del país y se convirtió en un símbolo de la lucha y el sufrimiento de los trabajadores mineros.
La festividad de San Juan es un testimonio de la capacidad humana para preservar y transformar tradiciones a lo largo del tiempo.
Desde sus orígenes paganos hasta las celebraciones modernas, esta fiesta sigue siendo una ocasión para la renovación y la esperanza. Hoy en día, la festividad sigue evolucionando, reflejando la diversidad cultural y la resiliencia de las comunidades que la celebran.